La sombra de los Blake

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(Capítulo 31)


LOS BLAKE:

Te encanta fastidiar, Marcello —Zaira lo miró con frustración, alzando la barbilla con arrogancia—. Tenías que dejarme darle un bofetón a esa niña malcriada. Nadie nunca me ha hablado así. ¡Soy una Blake! No tiene derecho.

El rostro de Marcello se endureció en el acto. Sin decir una palabra, se giró hacia ella y la sujetó bruscamente del brazo, obligándola a acercarse.

No me llames por mi nombre —su voz fue baja, pero cargada de amenaza—. Llámame Señor Blake. Sabes que mi apellido es muy poderoso. Necesito que los demás lo escuchen.

Zaira intentó zafarse, pero él la sujetó con más fuerza, hundiendo los dedos en su piel.

Y eres una Blake gracias a mí, esa chica y tú no son tan diferentes —continuó, acercando su rostro al de ella—. Mantente al margen, porque yo fui quien te dio ese apellido. Sin mí, no eres nadie.

Ella forcejeó, soltando un jadeo entrecortado.

Cariño, es que... Perdí los estribos. ¡Lo siento! —exclamó, con la voz teñida de súplica.

Marcello soltó una carcajada seca y, sin previo aviso, la sacudió con brusquedad.

¿Una dama perdiendo los estribos? ¡Qué vergüenza! —argumentó lleno de soberbia.

Zaira tropezó y, cuando intentó sostenerse, él no la ayudó. Sus tacones resbalaron en la alfombra y cayó al suelo con un golpe sordo. Un gemido de dolor escapó de sus labios mientras apoyaba las manos en el piso, respirando con dificultad.

Marcello la observó desde lo alto, su expresión no mostraba ningún tipo de arrepentimiento.

Desde hoy —pronunció con frialdad—, te estaré llamando por tu nombre. Hasta que no te ganes el apellido Blake otra vez, serás solo Zaira.

Ella alzó la mirada, incrédula, con los ojos llenos de temor y humillación.

No... por favor —rogó, su voz temblorosa—. Sabes que no soy nadie sin ese apellido. Sígueme llamando Señora Blake, por favor.

Su esposo se inclinó sobre ella, tomando su mentón entre los dedos con una falsa ternura.

No, Zaira —susurró con cruel deleite—. Me hiciste pasar vergüenza en un mal momento. No quiero a la prensa encima de mí, y te comportaste como una marginal en un lugar público.

Zaira apartó la mirada y apretó los labios, reprimiendo un sollozo. Sus manos temblaban, pero se obligó a asentir.

Está bien, Señor Blake —murmuró con voz apagada.

Él sonrió con satisfacción antes de enderezarse. Ajustó la corbata de su camisa con gesto indiferente y exhaló con desgano.

¡Perfecto! —afirmó—. Y recuerda que eres una dama. Deja que Francesco se divierta con quien le dé la gana. Más adelante, le conseguiremos esposas prestigiosas a nuestros hijos. Deja tu show mediático. Sabes que siempre consigo lo que quiero.

Zaira se reincorporó con dificultad, sintiendo la ira arderle en la garganta.

¿Pero Madison es una buena partida para Francesco, no lo crees? —preguntó, intentando recuperar la compostura.

Sin embargo, él la miró de reojo y chasqueó la lengua con desprecio.

Esa chica solo tiene prestigio en Estados Unidos. Nosotros, en cambio, somos reconocidos a nivel mundial. No te encariñes con ella. Francesco se merece algo mejor... al igual que el desquiciado de John.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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