𝐆𝐮𝐧𝐩𝐨𝐰𝐝𝐞𝐫|| 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐉. 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 || 𝐏𝐉𝐎 • 𝐇𝐏

• 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐓𝐡𝐢𝐫𝐭𝐲 𝐎𝐧𝐞 •

• Capítulo Treinta y Uno•
Sparks in her Hands

Kiara sabía que no debía hacerlo. Su madre se lo había advertido tantas veces.

Pero Kiara era una niña curiosa, y le era demasiado fácil distraerse. Si veía algo brillante y bonito, ella debía agarrarlo para inspeccionarlo de cerca.

Y en esos momentos, esos carbones anaranjados en la chimenea eran muy brillantes y, de acuerdo a esa niña rubia y regordeta de cuatro años, muy bonitos.

Con una sonrisa, contenta de que su madre se encontraba demasiado ocupada en la cocina preparando el almuerzo, y Goldy, ese elfo sobreprotector, estaba en el piso de arriba limpiando el baño. Kiara aprovechó esas distracciones y se arrodilló frente al hogar, donde antes había habido un fuego ardiente, pero que al pasar el tiempo se había apagado, dejando simplemente madera chamuscada y carbones calientes.

Con una sonrisa emocionada, Kiara se inclinó sobre la chimenea, adentrándose en ella. Sin miedo tomó dos de los carbones brillantes. Sus dedos regordetes los sujetaron con delicadeza, y volvió a sentarse lejos de la chimenea. Acercando los brillantes carbones a sus ojitos marrones, inspeccionandolos.

-¿Kiara?- la voz de su madre la sobresaltó. Con una mueca preocupada la niña arrojó los carbones devuelta dentro de la chimenea. Ella admiró como montones de chispas brillantes salían disparadas de las resplandecientes piedras cuando chocaron con los ladrillos- Kiara, ¿dónde estás?

Kiara se sacudió las manitos en sus pantalones morados, alejando cualquier rastro de ceniza que pudiera inculparla.

Su madre ingresó a la sala con una mirada preocupada, su expresión se relajó cuando finalmente encontró a Kiara, quien seguía arrodillada frente a la chimenea, contemplando los carbones.

-Kiara, ahí estás.- La mujer suspiró y se agachó junto a ella, su mano revolviendo sus cabellos con suavidad.- te busqué por todas partes.

La sonrisa que comenzaba a extenderse en los labios de Katherine se borró al instante, viendo la manera en la que Kiara contemplaba esos carbones que ardían al rojo vivo. Con un suspiro se puso de pie, tomando a la niña por debajo de los hombros y alzándola, mientras la alejaba de la chimenea.

Camino en dirección a la cocina con Kiara en brazos.

-Te lo he dicho mil veces, lejos de la chimenea.- la mujer bufó y dejó a la pequeña Kiara en su morada sillita alta junto a la mesa. Acercando un plato de comida hacia ella. Kiara bufó y frunció su pequeño ceño mientras veía a Katherine alejarse para servirle un vaso de jugo.- te puedes quemar.