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"¿Fuma?" Hablaste, divertida y sonriendo a tu prometido. "¿Qué estás haciendo, babe?" Preguntaste.
Había estado haciendo esto todas las noches desde que se comprometieron sin falta. Justo antes de que ustedes dos se acostaran durante sus sesiones de abrazos nocturnos. Él se tumbó encima de ti, asegurándose de que su peso no estuviera completamente sobre ti, y comenzaba a picotearte con besos en todas partes que pudiera alcanzar.
Bueno, no en todas partes. Colocó sus besos en los mismos lugares todas las noches, y no pudiste entender el patrón en absoluto.
"Besandote", respondió. "¿No era lo suficientemente obvio?"
Te reiste, frotando una mano arriba y abajo de su espalda. "Está bien, déjame reformularla. ¿Por qué me besas en lugares tan al azar?"
"Tus lunares", colocó otro beso, justo en el pequeño lunar de tu clavícula. "Si los beso lo suficiente, aparecerán en nuestra próxima vida, y podré encontrarte de nuevo", besó el que está debajo de tus labios, justo en el medio de tu barbilla, "y en todas nuestras vidas."
Tu arrugas la nariz, sonriendo por lo absolutamente cursi que estaba siendo tu prometido. Ni siquiera te habías dado cuenta de que estaba besando tus lunares, y generalmente tenías una sensación inconsciente de dónde estaba cada uno que conocías. Te ríes al acariciar su cabello con ambas manos y besando su frente. "Bueno, entonces, tendré que comenzar a hacerte lo mismo una vez que hayas terminado."
