9.

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Los gritos de las niñas eran ensordecedores, había una impresionante cantidad de gente; desde pequeños bebés que apuesto que ni sabían qué hacía ahí, hasta chicas de diecinueve, veinte años y más. Era increíble la cantidad de gente que estaba haciendo fila.

Cabe mencionar que Marie me había hecho levantarme a las cuatro de la mañana. Si, leyeron bien, dijo que quería llegar temprano y ser de las primeras. Por mi parte no recibió mucho apoyo, ya era demasiado el hecho de que la acompañaría, no podía pedirme más.

Terminé levantándome a las seis de la mañana y en lo que nos arreglamos y desayunamos, ya que se había quedado a dormir en mi casa, nos dieron las ocho. Llegamos a las nueve y cuarto de la mañana y estábamos entre las primeras doscientas personas.

Pobres de los chicos que tenían que firmar discos a tanta gente.

―Iré a conseguir algo de tomar ―dije mientras salía de la fila.

―No te demores tanto ―escuché a Marie.

No conocía muy bien este centro comercial. En realidad ni lo conocía, era mi primera vez aquí así que si me perdía estaría completamente perdida y no tendría como llegar a casa. Tomar un taxi no era una buena opción. No para mí.

En lo poco que había caminado sólo había tiendas de ropa, videojuegos y belleza. Esperaba encontrar una zona de comida, encada centro comercial hay una.

Caminé alrededor de unos cinco minutos más. Incluso llegué a pensar que estaba dando vueltas el círculos, circles we're going in circles.

¡Voilà!

Sí, como verán las clases de francés no han dejado mucho en mí.

En fin, había encontrado la zona de comida y sólo había un Starbucks abierto. Seguro era por la hora.

Me acerqué con la esperanza de que alguien me atendiera ya que parecía que no estaban ofreciendo servicio.

―Hola, bienvenida, ¿en qué puedo ayudarte?

No solía frecuentar este tipo de establecimientos, no era muy fan del café así que no sabía que vendían aquí. Miré el menú detrás del chico e hice una mueca.

―¿Tienes algo que no sea café? ―mordí mi labio inferior.

―Bueno ―se giró al menú―, tenemos chocolate caliente si eso es lo que buscas ―me miró―. Si quieres algo frío, tenemos el Chocolate Cream Frappé, es muy rico.

―Supongo que el Chocolate Cream está bien ―sonreí.

Yo sé que era de mañana y hacía frío, pero si tomaba algo caliente me daría calor y la verdad no quería eso. 

Le pagué al muchacho y esperé un par de minutos para que mi orden estuviese lista, él me llamó y recogí mi vaso para después regresar a donde estaba Marie formada.

Encontrarla fue mucho más fácil de lo que imaginé.

―Tardaste mucho ―reprochó. Me limité a rodar los ojos―. ¡Uh, chocolate Cream!

Sin ofrecerle de mi bebida ella tomó, a veces me molestaba que fuese así conmigo. Quiero decir, ¿qué le costaba pedir las cosas?

―La fila se mueve ―la codeé.

―Al fin ―rodó los ojos y comenzamos a avanzar.

Habían pasado apenas unas treinta personas y ya se me había hecho eterno, aún faltaban ciento setenta más.

Saqué mi celular y mis audífonos y me puse a escuchar música.

¡No!, ¡No me digas que nooooo-oo! Si lo que quieres es huir no intentes ya mentirme más, ¡ya no! Sabes que mientes ¡Sí!

Comencé a cantar la canción sin importarme que alguien me escuchara, aunque eso sería muy difícil pues las chicas gritaban tanto que apenas y podía escuchar mi música. Poco a poco comencé a moverme y hacer que traía una guitarra.

―Tarde o temprano cambiarás, y serás tú quien se arrepentirá ―canté señalado a la nada―, alguien te hará lo que tú a mí ―me señalé― te usará, te mentirá, enamorará y te hará creer que no puede vivir sin ti para después dejarte ir.

Esperé a que pasara el puente musical y comenzar a cantar con más intensidad pero Marie me jaló los audífonos de una manera nada agradable.

―¡¿Qué carajos pasa contigo?! ―grité mientras sobaba mis oídos.

―Todo mundo te mira extraño ―abrió los ojos y me giré. En realidad solo había unas cuantas personas mirando hacia donde nosotras―. Van a pensar que estás loca.

¿En serio? ¿Eso iban a pensar? Porque yo estaba pensando eso justo ahora mismo que gritaban por esos cinco chicos.

―Los locos somos pocos ―me encogí de hombros y me coloqué los audífonos de nuevo, retrocedí un poco la canción y esperé a que llegara a donde me había quedado―. ¡NOOO! ―grité y Marie rodó los ojos para después voltearse―. ¡No me digas que nooooooo-ooo!

+ + +

Después de casi tres horas, si, leyeron bien, tres horas, estábamos a cuatro personas de pasar. Marie me pasó su mochila y comenzó a buscar el disco que había conseguido hace unos días y su brazalete.

―Estoy tan emocionada ―dio brinquitos mientras me colgaba su mochila al hombro―. Este es para ti―me extendió un disco y un brazalete.

―¿Para qué?

―Para que pases, obvio.  

Que yo sepa solo venía de acompañante. No estaba en mis planes pasar a que me autografiaran un disco.

El guardia nos permitió subir y Marie pasó con los chicos, ellos firmaron su disco y al verla la reconocieron.

―¡La chica del libro! ―gritaron dos de ellos el unísono.

―¡Me recuerdan! ―gritó y se giró para mirarme y sacudirme.

―¡La amiga de la chica del libro! ―gritó otro.

Rodé los ojos y esperé a que terminaran de firmar el dichoso disco, luego Marie sacó su celular y se tomó una selfie con todos ellos; luego me jaló para que saliera. Quedé entre el chico de los ojos bonitos y el de la voz principal.

―Yo no te diría que no ―susurró en mi oído.

―¿Eh? ―lo miré y el hizo lo mismo, entonces recordé cuando me puse a cantar. ¿Cómo rayos me había escuchado? Estaba muy lejos de ellos.

Me quedé mirándolo un par de segundos.

¿Han escuchado eso de "el cielo en tu mirada"?

Bueno, eso no fue lo que vi. Sólo vi un profundo azul que me decía que era pésimo coqueteando con las chicas.

Se limitó a sonreír arrogantemente, este chico no parecía ser así.

―Eres pésimo en esto del coqueteo ―me separé y caminé hacia Marie quien abrazaba al último de los chicos.

¡El chico de la taza, él era el último!

+ + +

Al rededor de las 9 subo el tercero y último :)

Paaaz.

Cit.

Metanoia | Alonso Villalpando |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora