17.

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Y aquí estaba en medio de la nada con este extraño-no-tan-extraño chico que casi acababa de conocer.

―Cuando dijiste que iríamos a un lado, no me esperaba esto ―fruncí el ceño mientras veía el enorme sembradío frente a mí.

―No te gusta que te sorprendan ¿verdad? ―lo miré con expresión confundida.

¿Sorpresas? ¿En serio?

La última sorpresa que me habían dado había sido de muerte. Resulta que en un cumpleaños me vendaron los ojos y me ataron las manos para llevarme a un lugar a celebrar y mientras caminaba con dificultad entre la grava, Marie me guiaba junto con Gabo, otro compañero de la escuela. De pronto todo estuvo en silencio y ellos ya no estaban. A los pocos segundos una horrible campanilla de tren se hizo presente. Comencé a llamarlos pero nadie respondía, quise quitarme la venda pero recordé que mis manos estaban atadas.

El sonido se escuchaba cada vez más cerca y mi pulso estaba cada vez más acelerado.

Al final me desmayé y todo resultó ser una broma. Cuando desperté pude ver unas enormes bocinas en cada costado de las vías del tren, el papá de Gabo organizaba eventos y se las había prestado.

¿Qué si me gustaban las sorpresas?

Obviamente no.

―Te diré ―hice una mueca de asco y me acerqué un poco a él―. ¿A dónde iremos?

Me miró divertido y luego soltó un gran suspiro mientras negaba con la cabeza.

―Lo verás cuando lleguemos ―sonrió y comenzó a caminar entre el sembradío.

―Si sabes que esto es propiedad privada ¿no? ―lo alcancé y me agarré de su brazo para evitar caer, había tropezado con una piedra.

Se limitó a soltar una risita.

Caminamos alrededor de cuarenta minutos. Cuarenta minutos que se habían sentido como mil horas. Alonso no era para nada bueno haciendo conversación y yo no era nada buena para seguirla así que el camino fue un poco incómodo.

Ambos nos detuvimos frente a una casa que parecía estar más sola que yo.

―Aquí es ―anunció y se encaminó a la entrada.

Examiné la casa con detenimiento, ¿en qué rayos me había metido? ¿Cómo había podido confiar en él? ¿Y si además de ser cantante, era un tratante de blancas? ¡Carajo!, como no me había detenido a pensarlo. Debí sospechar en el momento en que estuvimos en medio de la nada sobre la carretera.

La construcción era pequeña y se veía deteriorada pues la pintura se estaba cayendo poco a poco y las ventanas estaban increíblemente sucias. Supuse que la puerta de madera estaba dañada a causa de los años y de la lluvia.  Había dos mecedoras a cada lado de la entrada, ambas deterioradas, también había un lindo como-se-llame que emitía un sonido realmente relajante. El cual, por cierto, me relajó.

―¿Te quedarás ahí por siempre? ―el castor ese se asomó dejando ver solamente su cabeza. Su cabello cayó sobre su frente y parte de sus ojos, acto seguido se talló ambos.

¿Qué podía salir mal? Sólo moriría y ya. Nada grave.

Suspiré y me adentré a la casa con cierto sigilo. Escuché la puerta cerrase detrás de mí y me sobresalté un poco, parecía una casa de espantos. 

A pesar de que era temprano la luz no entraba a la casa, había bolsas negras que cubrían las ventanas,

―Aguarda, encenderé unas velas.

Traté de buscarlo con la mirada y lo encontré en donde parecía ser la cocina. Una flama se encendió y poco a poco más de estas se hicieron presentes.

Eché un vistazo a la casa, los muebles estaban cubiertos por sábanas, había unas cosas en bolsas de plástico y muchas cajas arrinconadas en las esquinas.

―Hubiese sido mejor quitar las bolsas ―articulé mientras caminaba a la escalera―. ¡Carajo!

Acababa de golpearme con algo en el pie.

Alonso se limitó a reír, menos mal que las miradas no mataban, porque de ser así él no estaría vivo.

Antes de subir tomé una de las velas para alumbrar, Alonso venía tras de mí, los crujidos de la escalera lo delataban.

La planta de arriba era acogedora, se podía sentir el calor a pesar de que la casa estuviese inhabitada. 

Me percaté de que había cuatro puertas y una pequeña sala, o al menos eso parecía.

―¿Vivías aquí? ―pregunté mientras me limpiaba el polvo de mis manos.

―Algo así ―me detuve y me giré para mirarlo. Su piel se veía con más color que antes, en realidad era muy pálido y sus ojos ahora lucían anaranjados gracias a la luz de la vela.

―Si pregunto qué pasó, ¿me lo dirás?

Sonrió de lado y negó con la cabeza. Me limité a asentir haciéndole saber que estaba bien y me giré. Comencé a caminar hacia una se las puertas pues las ganas de saber que había adentro me estaban matando.

Coloqué mi mano sobre la chapa pero la cálida mano de Alonso me detuvo.

―No lo hagas ―quité mi mano lo más rápido que pude y lo miré seria.

―Tú tampoco hagas eso.

―Quiero pedirte un favor ―mordió su labio inferior.

―Si puedo ayudarte, lo haré.

Y era en serio, no importa quien fuese, mientras yo pudiera ayudar lo haría.

―Quiero que me ayudes a levantar esta casa ―fruncí el ceño―. Ya sabes: limpiar, barrer, pintar ―pausó―. Quiero que esta casa vuelva a tener vida, que el jardín se vea como un jardín, ¿me ayudas?

―No sé cuál sea la razón por la que esta casa está tan... así, pero puedo ver que es importante y personal para ti ―me acerqué al barandal de la escalera y me recargué― así que te ayudaré ―sonreí.

―Gracias ―me devolvió la sonrisa y después ambos bajamos las escaleras.

Caminamos de regreso a su auto y me di cuenta de que pudimos haber entrado en auto hasta la casa. Es decir, había un garaje y un espacio para dos carros más.

―¿Por qué me hiciste caminar si podíamos entrar con el auto? ―pregunté mientras me abrochaba el cinturón.

―Quería conocerte un poco más, pero es imposible ―sonrió y puso el auto en marcha―. No te gusta que la gente se interese en ti.

―Pues no, en realidad no ―respondí seria. 

Alonso me miró por última vez y puso el auto en marcha.

+ + +

¡Hola, hola!

Aquí yo, de nuevo, subiendo capítulo y con anuncios, muuuuchos anuncios. Bueno, en realidad son sólo dos.

Primero, mil gracias por los 300yalgo votos y los casi 2k vistos, en serio creí que nadie leería esto♥

Segundo, proooooooonto, comenzaré una nueva fic con...redoble de tambores....en realidad aún no sé con cual de los chicos, así que en un comentario díganme con quien les gustaría que fuera. La historia son más que nada notas, si lo sé, no es la gran cosa pero he querido subir algo así desde hace un rato.

Si llegaron acá usen mi hashtag #Citquiereverasuamordeprepa y cuénteme si hay alguna canción que les recuerde a esos amores imposibles de la escuela *llora*

Las quierooooooo.

Cit.

Metanoia | Alonso Villalpando |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora