24.

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― Venga, Marie, estoy tratando de dormir―musité mientras me retorcía sobre la cama.

Marie y yo por fin habíamos arreglado el pequeño altercado que habíamos tenido a causa de...bueno, ya ustedes saben.

La noche anterior nos habíamos ido de fiesta y vaya que lo había disfrutado. Ambas habíamos tomado pero no al grado de estar borrachas y haciendo desfiguro y medio, al menos no yo; Marie se había puesto un poco fuera de control pero nada que un par de cachetadas no pudieran solucionar.

Es broma.

En realidad tuvimos que irnos alrededor de la una, mi muy querida mejor amiga se había puesto mal con un par de cervezas y era algo vergonzoso, sin embargo, esta mañana parecía que fui yo la que se puso mal la noche anterior.

En fin, al parecer Marie se había despertado con las ganas de molestar y se había lanzado sobre mí. Comenzaba a faltarme el aire.

― ¿Con quién ha...

La voz de Marie se escuchó lejos.

Mierda.

Una parte de mí no quería quitarse las cobijas de encima pero la otra me pedía a gritos que lo hiciera y descubriera a quién pertenecía ese cuerpo.

En un movimiento casi de ninja me saqué las cobijas o al menos eso intenté, mi cara fue la que quedó al descubierto haciendo que la luz de la habitación me deslumbrara un poco.

― ¿Qué rayos haces tú aquí?―dije en un tono de voz áspero. Si de por si mi voz ya era áspera por las mañanas, con resaca era aún peor.

― ¿Quién te dejó pasar?―Marie frunció el ceño y se recargó en la puerta.

― Oh...este...

― ¡No me digas que te metiste sin avisar!―grité.

― En realidad tu mamá nos dejó pasar―contestó mirando a Marie―. Le impresionó mucho vernos. Dijo algo como, ustedes son los de la tele, y ya ―sonrió mostrando su blanca dentadura.

― Si pero ¿Quién te de... Aguarda, dijiste ¿vernos?―Marie se separó de la puerta y caminó hacia la cama, Alonso se limitó a asentir.

― Jos está abajo hablando con tu mamá.

Y eso fue suficiente para que nos deshiciéramos de la loca de mi mejor amiga.

Escuchamos como bajó corriendo las escaleras y hasta arriba se escuchó como saludó a su mamá y luego a Jos.

― Ejeeeem―fingí aclararme la garganta.

Alonso se giró para mirarme ya que ambos mirábamos hacia la puerta que estaba completamente abierta, arqueó una ceja―maldito―y luego dirigí mi vista hacia su cuerpo sobre el mío.

― Ouch, lo siento―hizo una mueca que me hizo soltar una risita apenas audible.

Se tumbó a mi lado sobre las cobijas y yo me acomodé de lado para verlo.

― Antes que nada―me miró―: ¿podrías cerrar las cortinas?

― ¿Ahora eres vampira?―soltó una risilla y se levantó.

Cerré mis ojos tratando de conciliar el sueño dejando de lado el hecho de que Alonso se encontraba en la misma habitación que yo pero no pude, su torpe peso cayó sobre mí una vez más.

― Alonso―articulé en tono de fastidio.

Rodó sobre mí con cuidado para después caer a un lado de mí, tal y como estaba hace apenas dos o tres minutos.

Metanoia | Alonso Villalpando |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora