26.

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Así como abrí los ojos así los cerré.

Los rayos de sol que apenas se colaban entre las cortinas me habían causado un pequeño dolor. Si, seguramente era porque estaba dormida y me había despertado de golpe pero la noche anterior ya me estaba pasando la factura.

Bien merecido lo tenía.

Me tallé los ojos antes de volver a abrirlos y cuando lo hice me encontré con una habitación en un tono azul cielo, un escritorio frente a la cama en donde se encontraba una AirMac y varios lápices regados. Mi mirada viajó por toda la habitación encontrándome con más cosas que no pertenecían a la habitación de una chica o al menos no a la mía. Por un momento me asusté pero luego reparé en Alonso quien se encontraba en una esquina de la recámara, justo a un lado de las cortinas.

― ¿Cómo amaneciste?―dijo mientras se recargaba en la pared con los brazos cruzados a la altura del pecho.

― Para ser honesta tengo un dolor de cabeza que parecen mil―entrecerré los ojos a causa de la luz que se colaba a través de las cortinas, Alonso se dio cuenta y se aseguró de cerrarlas sin dejar que un rayo de luz se colara―. Gracias ―sonreí o al menos eso intenté.

― Toma esto, te hará bien―me miró intentando sonreír. ¿Acaso eso era una mala señal? ¿Había pasado algo importante anoche?, solo recuerdo haber estado tomando como loca y mi último recuerdo es bailando con Alex.

Alonso me extendió un par de pastillas y un vaso lleno de agua. Me ofreció café pero lo rechacé, el café nunca había sido de mis bebidas favoritas.

― La cafeína me hace daño―solté de la nada y su mirada se posó sobre la mía.

Lucía decepcionado.

― No me mires así―susurré.

― ¿Cómo?

¡Ja! Como si no lo supiera.

― Tú sabes cómo―lo miré mal.

Frunció los labios y luego tomó asiento sobre la cama tratando de no aplastar mis piernas. Me recorrí un poco para darle más espacio.

Me miró durante unos segundos que parecieron más bien minutos, eternos.

― Eres una tonta ¿lo sabías?―solté una risita que de inmediato quedó en el olvido, pues su expresión era seria me preocupó― Te pones en un riesgo enorme cuando tomas de la manera en que lo hiciste ayer, o el otro día. ¿Por qué lo haces?

Vaya. Justo ahora me sentía como si mi madre me estuviese regañando.

Alonso tenía razón, mis actos podrían causarme problemas y sin embargo había sido afortunada de que él estuviese ahí ambas veces. Definitivamente era mi ángel.

Antes de hablar pensé muy bien en lo que le iba a decir, aunque en realidad no había mucho que pensar, solo debía hablar con la verdad.

― Yo...lo siento―¡¿Enserio?! ¡¿Sólo eso diré?! ―, es sólo que me enoja verte con chicas.

No salió como lo planeaba pero al menos dije algo.

― Quiero decir, no es que esté celosa, porque evidentemente no lo estoy ―manoteé al aire. Él seguía con expresión seria pero a decir verdad una sonrisa amenazaba con aparecer en cualquier momento― ¡¡Me gustas!!, y si hace dos meses me hubieran dicho que yo diría esto no me lo hubiera creído porque hace dos meses te odiaba, quiero decir, no sólo a ti, más bien a todo lo que tuviese que ver con CD9 y blah, blah, blah, ni en drogas hubiera dicho esto hace dos meses.

Metanoia | Alonso Villalpando |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora