27.

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Y aquí estaba yo haciendo palomitas.

Dirán que es cosa fácil, y vaya que lo es, pero no cuando las tienes que hacer a la antigua.

¿Qué sino tengo horno de microondas? ¡Claro que lo tengo! Sólo que no sirve. Resulta que mi hermano nunca en su vida se enteró de que meter aluminio al microondas era malo, en fin otra historia, no hubo heridos, sólo un gran regaño por parte de mi madre hacia el tarado de Javier. El punto es que ahora tengo que usar una olla para hacerlas y créanme que no soy muy buena que digamos.

Maldito Alonso.

Después de veinte minutos tenía dos recipientes grandes llenos de palomitas de maíz.

Me acerqué a la sala y coloqué los dos recipientes sobre la mesa de centro que estaba entre el sofá y el mueble de la televisión. Saqué dos vasos de plástico. Recuerden que si alguna vez Alonso los visita y tienen vasos de vidrio, no los saquen o terminará con estos. También saqué el refresco y un bote de salsa por si acaso.

Me dejé caer en el sofá exhausta y en eso sonó el timbre.

Que inoportuno.

Me levanté con pereza y de mala gana caminé hacia la puerta para que al abrirla me encontrara con el chico de los ojos verdes, azules, amarillos, rojos... bueno no, pero aún no sabía de qué color eran exactamente, siempre lucían diferentes dependiendo de la ropa que llevara puesta.

Yo lo odiaba porque mis ojos eran más cafés que la tierra.

― Traje estas―sonrió y entró.

― Hola a ti también, he estado de maravilla ¿y tú?

Puse los ojos en blanco y cerré la puerta para después seguirlo hacia la sala.

― ¡¡HOLA!!―gritó y se giró hacia mí para después cargarme como costal. Escuché como las películas pegaron contra el suelo y entonces comencé a patalear como loca y a golpear la espalda de Alonso con mis puños.

― ¡Bájame!―solté mientras me reía.

Pataleé alrededor de un minuto más y luego me puso en el piso. Levanté las películas que había tirado y las observé.

Serendipity ―leí― ¿Es en serio? ―asintió algo dudoso― ¡Me encanta ésta película! ― Love, Rosie, leí el libro, es muy bueno ―sonreí― ¿La bella y la bestia? ― intenté arquear una ceja y no pude.

― En serio debes trabajar en eso―dijo refiriéndose a mi ceja―. No sé si te gustan las princesas así que traje una, por si acaso.

― Sólo no me agrada ese Gastón, es tan arrogante ―giré los ojos.

Me acerqué al DVD y coloqué Serendipity.


+ + +


He aquí a la patética de Sofía llorando por una película.

Que les puedo decir, siempre lloro con esta película, probablemente no sea la más romántica de la vida pero es que es tan...

― ¡Ya no llores!―dijo Alonso mientras me abrazaba, les juro que parecía María Magdalena.

Me limpié las lágrimas y me levanté a poner Love Rosie.

― ¿No vas a llorar verdad?

Me giré hacia él y lo miré mal, él se limitó a soltar una carcajada.

Metanoia | Alonso Villalpando |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora