Su mensaje me dejó tan contenta. Si joder viva la ironía. Que mejor que tu "amiga del alma" como ella dice te recuerde que ya mismo esta aquí. Ahora que estoy siendo feliz por una vez en mi vida tiene que volver ella. Pero esto yo ya lo sabía que ella tendría que volver, no se por qué me pongo a sí.
El móvil se caía de llamadas. Y era de Peyton todas pero ninguna se las cogía. Prefería no hablar con él después de haberme ido sin darle ninguna explicación. Sin despedirme de él. Miles de gilipolleces. Preferí dejar el móvil debajo de la almohada para no escuchar nada, cero problemas.
Por la nota que habían dejado mis padres se han ido a un hotel este fin de semana para disfrutar de su amor. Me dejaron dinero y comida suficiente en la nevera.
Silencio en mi oídos. Tranquilidad en mi mente. Nada que interrumpa mis momentos de intimidad conmigo misma. Tic-toc. Y si, era el maldito timbre.
Hacía una coleta en mi cabello ondulado de la calor que hacía. Me dirigía a la puerta suspirando frustada. Emily.
—Hola Elizabeth, ¿Podemos hablar?.— Dijo con una media sonrisa forzada. Tenía sus manos entrelanzadas notandola un poco avergonzada.—
—Pasa.— Dije mientras observaba cada movimiento que hacía. Sentía un poco de coraje al verla como una mosquita muerta. Fríamente dejé la puerta abierta andando hacia al salón.—
—Hm.— Daba pequeños pasos cerrando la puerta con delicadeza. Mantenía sus manos juntas mirando mi casa detenidamente.— ¿No están tus padres?.—
—No.— Dije secamente sentándome en el sofá. Subía mis piernas hacia arriba y me ponía en forma de indio. La miraba desde el pasillo.— Se fueron este fin de semana.—
—Aprovechalo con Peyton.— Solto una risita nerviosa queriendo romper el hielo a la situación incómoda. Estaba quieta en la entrada de el salón mientras miraba mi reacción. Cuando vio que seguía igual de fría, carraspeo su garganta agachando su mirada. Andaba rápidamente hasta al sofá sentándose al lado mía.—
—Dime.— Dije aún bordemente haciendo una pausa. La miraba de repente.— Que quieres.—
—Pedirte perdón por a verte mentido.— Hablaba avergonzada y arrepentida en sus palabras. Apartaba la mirada hacia a mi varias veces. No tenía la vista fija en ninguna parte.—
—Emily..— Cogía aire sintiéndome de repente mal por ella. Solté aire luego intentando suavizarme con ella.—
—Debí quedarme contigo y no irme con ninguno, te he fallado.—
—¿Por qué lo dices? ¿Por esas estúpidas reglas?.—
—Hm.— Asintio despacio aún avergonzada. Fijó su mirada a mi esta vez aún estando nerviosa.— No estoy respetando ninguna.—
—¿Cuántas veces tengo que repetir que esas reglas son una mierda?.— Dije vulgarmente poniendo mis ojos en blanco. La volvía a mirar luego negando.- Lo que odio es la mentira solo eso.-
—Ya no te mentiré más lo prometo.— Apretaba su puño de la rabia mientras miraba hacia abajo. Estaba muy afectada a lo que hizo. Un punto que exageraba.—
—Eh.— Dije extirando mi mano hacia su puño acariciandolo por encima. Su mano se estaba abriendo despacio al tranquilizarla. Miraba fijamente a sus ojos sintiendo pena por ella.— Tampoco es para ponerse a sí, todos mentimos alguna vez, algunos le afectan más las mentiras y a otros menos.— Dije intentando sonar consolable.—
—Que filósofa te ha salido.— Se le salió una media sonrisa acompañado de una pequeña risa. Mantenía esa sonrisa mirándome más aliviada.— Ahora si que estoy bien.—
—Hm.— Eché una pequeña risa mirándola. Carraspee mi garganta luego quitando la mano de la suya. Me cruzaba de brazos volviendo a ser como siempre.— Anda sí, ¿Por qué?.—
—Tengo amigas tengo novio.-Se sonrojó al decir la última palabra. Metía su mechón de pelo castaño por detrás de la oreja sonriendo de lado.— Estoy tan feliz.—
—Si, que maravilloso novio.— Dije con ironía rodando mis ojos. Odiaba a ese tío más que a nada.—
—Hm.— Echo una carcajada al escucharme. Volvía a dejar su sonrisa en la cara, una sonrisa de ilusionada.— Delante de todo el mundo se muestra frío, borde, sarcástico e incluso un poco imbécil.— Hablaba de él con cierta burla aunque con felicidad.— Pero en la intimidad conmigo es diferente, es dulce y adorable, y todas las cosas cuquis que puedes imaginarte.-Hablaba con ilusión ampliando más su sonrisa dejando bien claro que le gustaba.—
—Jason siendo un romántico tiene que ser asqueroso.— Dije con asquedad haciendo un gesto de vómito. Mantenía luego mi expresión de asco.—
—¡Es muy mono Elizabet!.—
—¿Y estas enamorada de él?.—Pregunte siendo tan directa como una bala. Fijaba mi mirada atentamente a ella con curiosidad a su respuesta.— —No puedo decir qué estoy enamorada de él aún después de a ver estado un tiempo alejados..— Cambió su tono de voz a apenada. Suspiró luego manteniendo esa pena aunque luego estaba asintiendo.— Pero me gusta muchísimo, demasiado y con él tiempo seguro que me enamorare de él.—
—Madre mía.— Susurré quitando la mirada en ella. Fijaba mi mirada en la tele intentando evitar el tema. No me gustaba hablar tampoco de Jason.—
—Bueno yo tengo que irme que he quedado con él.— Se levanta rápidamente mientras pasaba sus manos por su pantalón. Luego me dedicó una mirada más tranquila.— ¿Nos vemos otro día?.—
—Cuando quieras.— Dije neutra mirando a la televisión.—
—Vale, ¡Hasta luego!.— Salía de el salón dando pasos acelerados, cuando abria la puerta de mi casa escuché que ella estaba hablando con sorpresa.— Ella esta dentro, yo ya me voy, ¡Adiós!.— Dijo yéndose de mi casa.—
El cuerpo se me tensó al escuchar la voz de ella y una voz masculina. ¿Quien habría entrado en casa?. Me levanté rápidamente corriendo. Paré de repente. Era Peyton. Oh Dios mio.
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Ahora ellas son los chicos.
HumorElizabeth Hardwicke tiene unas amigas que están harta de que se rían de ellas. Siempre juegan y la tratan como un trapo sucio. A diferencia de Elizabeth que es ella quién juega y trata a quién quiera. Ellas siempre acaban con el corazón roto. Cuando...
