Se acercó, me acerqué, y pasó.

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Asomé mi cabeza desde la cama y vi el sol queriendo atravesar por la pequeña ventana de mi habitación que permanecía con la cortina de Spider Man que dejé puesta antes de irme, seguro mamá la colocó para hacerme sentir de nuevo en casa. Miré mi reloj que apuntaba las ocho y cuarto de la mañana, y escuchaba el canto de felicidad de mi madre que parecía venir de la cocina.

Me levanté de la cama, me puse unos jeans, una camiseta, mis pantuflas y salí de mi habitación. Al bajar por las escaleras comencé a percibir el delicioso olor del café italiano que mi madre ama, y el olor de sus famosos hot cakes que sólo ella prepara. Al entrar a la cocina la veo a ella, cantando una de esas canciones algo viejas, pero que llama clásicas, para negar el hecho de que ya no es una jovencita, a lo que siempre agrega "Estoy en mi etapa de oro".

–Buenos días hijo- lo dice en un tono súper amoroso, ese que sólo las mamás tienen -¿Qué tal la fiesta?- me pasa un plato con algunos hot cakes y una taza de café.

Bien mamá, ¿sabes? Conocí a Paty Cantú y me dejó tan impresionado que no pude dormir porque estuve investigándola como un maldito psicópata –Bien- emana de mi boca como si no quisiera que preguntara más.

-¿Te divertiste?

-Por supuesto, conocí a Melissa al fin, es una gran chica.

- Me alegra que te hayas divertido, la verdad estoy esperando a que mi Joselito le pida matrimonio.

Mi mamá además de ser tía de los hermanos Ortega Castro, es madrina de bautizo de José, de ahí tanto cariño hacia "Joselito".

-Pues si él no lo hace ella lo hará- sonreí –esa mujer en serio lo quiere.

De repente el silencio se apropió de la cocina, mismo que mi madre rompió con un ¿gustas más café? Asentí con la cabeza mientras ponía mi taza medio vacía para ser llenada de nuevo.

Después del desayuno donde mi madre advirtió que mi padre había terminado sus negocios en no sé dónde y llegaba en la noche, me pidió que arreglara mis asuntos antes de que él llegara para poderlo recibir ambos y pasar el resto del día juntos, como una familia "normal".

-Entonces no pierdo el tiempo.

Subí a mi cuarto, tomé el papel con el número de Paty y sin dudarlo, la llamé. Su voz se escuchaba un poco diferente a través de la línea, pero igual me parecía hermosa y un poco excitante.

-Hola Paty.

-Hola Alonso.

Quedamos en vernos a las tres para comer. Acepto que al estar tanto tiempo lejos de México, lo único que quería era llegar a cualquier esquina a comer tacos, pero Paty terminó eligiendo un restaurant francés. Llegada la hora, nos vimos en el lugar que habíamos acordado. Llegué antes que ella, así que tuve oportunidad de beber algo antes de su arribo.

-Hola Paty- dije mientras me ponía de pie y la ayudaba a sentarse.

-Hola.

Conversamos sobre todo tipo de temas, música, gustos, contamos anécdotas, etc. Y volví a tener esa sensación de la noche anterior, como si esta no fuera la segunda vez que nos viéramos, como si hubiéramos estado juntos toda una vida.

De nuevo el tiempo pasaba demasiado rápido. Miré mi reloj de mano, seis en punto. Una parte de mí no quería defraudar a mamá y papá, porque, en serio extrañaba a papá, pero otra parte me inducía a quedarme con Paty, así, por siempre. Sabía que debía hacer lo correcto.

-¿En serio tienes que irte?

-Eso me temo.

-Está bien, te dejaré ir- lo dice en un tono mitad verdad, mitad juego.

Pagué la cuenta y caminé con ella fuera del restaurant y así seguimos hasta llegar a un pequeño jardín.

Me da un abrazo, uno de esos que se sienten sinceros, fuertes. De pronto comenzamos a susurrar como si no quisiéramos que alguien escuchara en ese viejo y solitario jardín.

-Tu novia es una afortunada en tener a alguien como tú a su lado- sonrió.

-Oh por Dios no- Reí - estoy soltero- No sé cómo, pero acaricié su mejilla.

-En cambio tu novio ha de ser la persona más feliz del mundo a tu lado.

-Alonso, estoy soltera- sonríe como si fuera lo mejor del mundo. -Prométeme que seguiremos viéndonos.

-Lo juro- sonreí mientras levantaba mi mano derecha en señal de promesa.

Ambos extendimos nuestras manos para estrecharlas, pero cuando sentí de nuevo su mano con la mía, cuando sentí sus dedos callosos de guitarrista volví a tener esa sensación, creía que iba a explotar. Ambos dimos un paso al frente. Al intentar besar su mejilla, no sé cómo ni en qué momento cambiaron de rumbo nuestros rostros. Paty y yo nos besábabamos en los labios.

Hermano Río Roma #PGP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora