Hermano Río Roma #PGP2016

La chica misteriosa.

Me estremecí. Comenzaba a pensar que iban a correrme, seguro era eso, y yo llegando una vez más tarde justo el día que me iba de la empresa. Hasta cierto punto entendí lo que pasaba, bueno, en el lugar de mi jefe, habría hecho lo mismo.

-Bueno Gabu, ahorita te veo.

A pasos temblantes entré a mi oficina. Hasta ahora todo iba bien: ahí estaba mi jefe, y la supuesta chica misteriosa sentados ella frente a mi escritorio y él en mi sillón. ¿Qué hacía ahí? Excelente pregunta. Bien que mal aún era mi oficina y me molestaba de verdad que se tomara esos atributos, pero en fin, él era el jefe. Mis respiraciones eran cada vez más lentas y un aire de resignación pasó por mí, luego todo fue tranquilidad.

-Buenos días señor Ortega, ¿ya conoce a la nueva integrante del proyecto? Se llama Amanda.

Terminé de entrar. -Hola Amanda, mucho gusto me llamo Alonso Ortega y soy el principal encargado de los temas relacionados a lo económico en este proyecto.

Amanda. Una chica aparentemente sencilla de piel clara y ojos verdes. Lucía muy joven y correcta; y debo decirlo, muy bonita. Me dio gusto ver que la misteriosa era así y no una prepotente y arrogante mujer sin experiencia, o una anciana con, a ese punto, dudosas capacidades. Ahora sabía que mi puesto sería ocupado por una digna candidata. Al verla me sentí en confianza. Sentía como si la hubiera visto antes. Su cara me parecía conocida, debí haberla visto en algún otro lugar.

-Ella será su compañera: Trabajarán juntos de aquí al final del proyecto.

No pude ocultar mi sorpresa. Me sentía aliviado porque aún tenía trabajo, pero confundido y degradado por recibir una compañera como si no pudiera sacar el trabajo sólo. –Señor, no creo que- volteé a Amanda –no me malentiendas, es genial que trabajes aquí, pero no creo que necesite una compañera, considero que puedo sacar el proyecto sin problemas solo.

Se levantó de su asiento, bueno, de mí asiento. -Es que, nadie le está pidiendo su opinión. Será su compañera y terminarán el proyecto juntos si le parece, y si no, bueno, puede pasar por su liquidación a mi oficina en el momento que deseé.

Tragué saliva y con ella mi orgullo. Me dirigí una vez más a ella. -Está bien. Bienvenida Amanda, será un placer trabajar contigo- esta vez volteé a mi jefe -¿compartiremos oficina?

-Oh por supuesto que no, ya he mandado acondicionar la oficina de enfrente para que no estén tan retirados por si algo se necesita. Dicho esto, me voy. Tengo asuntos que resolver, los capitanes vienen hoy a leer los acuerdos y reglas- dijo al tiempo que salía del lugar cubierto por tensión.

Amanda todo el tiempo se mostró educada lo que me hizo pensar que tal vez debí ser más gentil. La pobre chica estaba aterrada y yo con una muy mala actitud. Sabía que debía remediar la situación así que traté de entrar en confianza con ella y apagar la tensión en mi oficina, después de todo estaríamos trabajando hasta terminar el proyecto.

-Discúlpalo, a veces no toma su café de la mañana y se pone nena.

Volteó extrañada -¿Ah? ¿A qué te refieres?

-Al jefe. ¿No es tu familiar o algo así verdad?- Me senté en el asiento que nuevamente estaba en mi poder.

Temía la respuesta porque si era afirmativo ahora sería 100% seguro que me despedirían, bueno, si Amanda fuera una soplona, pero en verdad no podía juzgar eso, no la conocía. Me encomendé a mil santos antes de que un No despreocupado saliera de su boca.

Charlamos durante toda la primera jornada. Le expliqué sobre el trabajo, ella escuchaba atenta y captaba cada cosa que decía como una grabadora. Ocasionalmente exponía dudas y de repente nos salíamos del tema preguntando cosas como ¿Cuántos años tienes? ¿Vives sola? ¿Eres de la ciudad? ¿Qué dice el novio? Etc. cosa que me extrañaba pues yo no era precisamente una persona muy sociable. Volteé al reloj y apuntaba las cinco y cuarto, invité a Amanda a la cafetería pues era nueva y sólo había hablado conmigo y con el jefe.