Soy un ser humano.

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-¿Todo bien?

Saqué la cabeza del cofre y la vi, era Paty, empapando su cabello, empapándose toda.

-Oh por Dios, ¿tú?

-Lamento decepcionarte- giré mi cabeza y me introduje de nuevo en el cofre, simulando hacer algo (como todo buen hombre para no parecer un tonto).

-¿Necesitas ayuda?

No ¿sabes? Decidí bajar de mi auto en medio de la nada, cerrarlo por dentro con mi celular ahí y parame frente al cofre por diversión. ¡Yupi! ¿No era obvio? Realmente la pregunta me ofendió como cuando preguntan ¿Te caíste? Cuando ya estás besando el suelo.

-Aparentemente, pero no te preocupes, ahorita alguien pasa y me ayuda. Muchas gracias por preocuparte.

-Sube a mi auto.

-¿Qué?

-Que te subas a mi coche, no te voy a dejar aquí solo.

Me sentí extrañado. Esta mujer hacía unas horas me corrió de su casa y me cerró el portón en la cara, y ahora ¿quería que subiera a su auto? Pero la verdad esa propuesta era imposible de rechazar. Subí a su auto y dejé el mío ahí, tirado, mojado, cerrado y con mis pertenencias dentro.

Nos dirigimos a su casa, pero el tramo del lugar a ésta fue lo más callado que pude presenciar, prácticamente no dijimos nada. Al llegar a su casa me invitó a pasar, pero esta vez estaba preparado, justo antes de entrar por el portón fui precavido, dejé que pasara ella primero, claro, como todo un caballero.

-¿No me cerrarás el portón en la cara?

Giró y me miró con ojos de ironía. Me asustó un poco su mirada, ahora pensaba que bien podría darse vuelta y sacarme a patadas, o soltar a los perros para que terminaran con mi pobre y patética existencia.

-Sólo pasa.

Caminamos por su inmenso jardín. Ahora lucía mucho mejor y mucho más grande que cuando lo vi por primera vez. Caminé aún temeroso tras de Paty hasta la puerta principal. Dentro me dio una toalla y una manta, luego me invitó a pasar a la cocina donde me preparó un café no tan bueno como el de mamá pero aun así rico.

-Delicioso- dije como un cumplido. Me senté en una de esas sillas de patas muy largas.

-Gracias, pero deja la propiedad al hablar, es instantáneo- dijo al tiempo que tomaba asiento.

-Ah- asentí con la cabeza mientras agachaba la mirada y bajaba mi taza. Me sentía incómodamente avergonzado conmigo mismo por no decir nada prudente. Vamos amigo querías decirle tantas cosas ¿y ahora te quedas mudo? Di algo, es tu oportunidad, si la chica te lleva a su casa es porque no te odia tanto como piensas ¡Habla!

-¿Estás bien?

¿Qué clase de pregunta es esa? ¿En verdad te importa? –Sí, ¿debería estar mal?

-Me refiero a que estás empapado, ¿crees que te enfermarás?

Bebió una vez más a su taza e hizo una mueca, su para mí famosa mueca que hace cuando, creo yo, está poniendo atención.

-No, soy un hueso duro- sonreí mientras daba un trago grande a mi bebida. Volteé hacia todos lados; era una casa bonita, estilo clásico pero moderno a la vez, su cocina era una auténtica cocina mexicana, pero decía Paty Cantú (literal) en cualquier lado que voltearas.

Un silencio estremecedor se hizo presente en la habitación. Paty miraba fijamente a la ventana que apuntaba a su jardín mientras le tomaba a su bebida. Respiré profundamente y me armé de valor para preguntar -¿Qué pasó contigo?-

Tragó saliva y giró su rostro hacia mí de la manera más atemorizante posible -¿A qué te refieres?

-Sí, un día eres gentil y dulce, hasta me besas...- Sonreí un poco, quería que recordara ese momento.

-Fue un error, y lo sabes- me interrumpió.

-Como sea, la Paty que conocí en aquella fiesta tengo mucho tiempo sin verla.

-Esa Paty estaba ebria.

-Esa Paty era la misma que vi en aquella cita, sin alcohol encima.

La situación comenzó a tensarse y con cada argumento me excitaba más, quería tenerla ya en mis brazos.

-Te contaré una historia, es acerca de una chica ingenua, crédula y llena de ilusiones; ella tenía un amor al cual le confiaba todo, su cuerpo, su vida, todo. Pasaron muchos años juntos viviendo cosas increíbles. Esa chica esperaba que él algún día le propusiera matrimonio, pues se sentía lista para el "Sí, acepto". Un día, esa chica encontró a su "amor" en brazos de otra mujer, y sí , de la manera que te imaginas,- suspiró y noté que su voz se quebró, agachó la mirada, luego miró al techo y pude notar que contenía las lágrimas –esa chica era yo- dijo al tiempo que dejó de hacerse la fuerte y rompió en llanto.

Hermano Río Roma #PGP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora