El futuro es ahora.

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-Aún no puedo creer lo que visto. ¡Qué falta de profesionalismo! y usted señor Castro, ¿cómo demonios pudo hacerse partícipe de todo esto!

Llega un momento en la vida en el que no sabes qué es peor: lograr algún cometido, por muy malo que parezca, no o haberlo hecho y pensar en el cómo sería. No lo sé. Tal vez nunca lo descubra, pero de lo que estoy seguro es que lo que decidas será para siempre, nunca cambiará.

No me arrepiento. Y aunque lo hiciera ya no hay marcha atrás. Simultáneo a un beso frenético entre Paty y yo nuestro elevador decidió abrirse, bendita sea. De entre las puertas corredizas se divisa la cara de mi jefe, ese rostro corrugado lleno de ira, cansancio y decepción que por un grito de mi nombre enfurecido termina de saltar la vena que rodeaba su blanca frente.

-¡Señor Ortega!- sale de su boca fulminante a tal grado de que unas gotas de saliva no pueden ser retenidas. Cosa que me hace desunir mi rostro del de Paty en menos de un segundo. Sé que estoy muerto, o despedido, o incluso demandado si estoy faltando a alguna cláusula de mi contrato. Pero no me importa, nada importa ahora más que nuestro sentir, nada más que ella y yo.

-¿Qué demonios significa esto?

-Lo siento señor fue todo mi culpa, Alonso no tiene nada que ver en esto, créame- dice Paty queriendo remediar la situación pero está más que claro que mi tiempo en la empresa se terminó.

-Está bien Paty, no tienes que culparte, fui yo quien la besó, asumo toda la culpa.

-No Alonso, pero ambos...-

-He dicho que fui yo, punto- determino y doy un paso frente a Paty tratando de que entendiera que afrontaría esto. Miré por primera vez a mi jefe y no era cualquier mirada; lo vi fulminante y directo, ya no estaba dispuesto a dejarme humillar por el hombre.

-Junte todas sus cosas, lo espero en mi oficina.

Muy en el fondo deseo que esto no hubiera pasado. Todo es tan extraño. Al besar a Paty no fue lo mismo, no sé si esperaba más de ese beso, si es verdad que no fue intenso como el primero, o si simplemente me estoy volviendo loco, pero de algo estoy seguro, tengo una mala sensación desde que pasó; además eso me costó mi trabajo. Me duele verme empacando mis cosas mientras Amanda observa con cierto vacío y desconcierto, bien que mal, mi trabajo era lo único que me mantenía ocupado cuando Paty me rechazaba, bien que mal me dio una excelente amiga, bien que mal me otorgó esa oportunidad de que alguien se abriera al amor conmigo, bien que mal era lo único estable que tenía gracias a mis méritos. No tengo la menor idea de dónde está Paty, nos separamos en los elevadores y no la he visto desde entonces.

Me despido de Amanda y la abraso fuertemente como si fuera una despedida para muchos años.

-Estarás bien- dice con una sonrisa desanimada.

Camino por los pasillos otra vez. Probablemente sea la última vez que me despida de Gabu, mi Gabu, como la voy a extrañar. Tomo el elevador y voy al piso de mi jefe con un vacío en el pecho. No estoy listo para irme.

Su secretaria no estaba. Toco la puerta y está entreabierta. Paso y me dirijo a su escritorio y veo un sobre con una nota:

"Nada que decir, se lo advertí señor".

Tomo el sobre y lo abro. Es mi liquidación. Unas pequeñas lágrimas quieren brotar de mí pero no lo permito. Dejo el sobre de nuevo en el escritorio y escribo detrás de él "basura capitalista". He dado la vuelta y comencé a caminar. No estoy dispuesto a regresar. Se terminó. Salgo con paso firme y me planto en la entrada a la empresa, doy un respiro fuerte, giro y veo por última vez lo que fue mi fuente de vida por mucho tiempo y de nuevo me pregunto dónde está Paty ahora que la necesito. Miro al cielo y me doy cuenta de que se terminó, suspiro, sonrío y niego con la cabeza. Ahora sí puedo irme y dar mi primer paso, duele pero así va a ser.

Comienzo a caminar y escucho mi nombre pero sigo caminando. De nuevo lo repiten, ahora más fuerte y esta vez me decido a voltear, y de entre el gran número de personas que ocupaban la calle sale una corriendo, es un hombre, y a medida que se acerca puedo reconocerlo. -Alonso- sale de su boca. Era Armando, estaba agitado y pálido, parecía que había corrido un maratón, sudaba y su respiración se cortaba –tus papás.

Continuará...



Hermano Río Roma #PGP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora