Estereotipos.

57 10 0
                                    

Entramos a la cafetería, pedimos, nos sentamos juntos en una mesa cerca a la salida y seguimos con la amena charla que comenzó en la oficina. Abordamos temas como la escuela, gustos, aficiones, pero al hablar del amor las cosas se pusieron intensas.

-Así que no me va bien en el amor- dijo –mis novios han resultado ser unos patanes. Siempre me engañan, o me utilizan. Los hombres son un asco.

Alcé las cejas y torcí la boca en señal de desapruebo –Es cierto, pero no creo que todos seamos así. Es que comúnmente las mujeres siempre buscan el mismo tipo de hombre. Uno las maltrata, lo dejan y luego salen a buscar uno similar, además de que, debo decirlo, son unas perfectas superficiales. Se preocupan demasiado por cómo se ven y es cierto, ayuda, pero a las personas que en verdad valen la pena ni siquiera notan su apariencia física...

Interrumpió –Por favor, no me digas que no te preocupa tu apariencia.

-Claro que sí –Hablé fuerte –pero por mí, por tener higiene, por salud, y porque mi posición en la empresa me lo exige, pero jamás por cómo me van a ver los demás, y eso deberían entender ustedes como mujeres.

Sonrió –eres muy malo con las mujeres, muy duro.

Sonreí también –¡oye! Ese estereotipo de hablarle siempre bonito a la mujer no va conmigo, prefiero siempre decir la verdad, por muy mala que parezca. Además, a las mujeres las sobrevaloran demasiado, son más fuertes que muchos hombres y más inteligentes, porque nosotros perdemos la cabeza en tres segundos y ustedes mínimo lo ocultan, a veces.

-Vales la pena. Y no me importa quién sea esa tal Paty, pero si te está rechazando, está verdaderamente loca, porque como tú, no hay muchos ya eh.

Reímos ambos y nos miramos fijamente. Y como si la hubiera invocado entró Paty a la cafetería. Sentí su presencia, además de que sonó la campanita que colgaba sobre la puerta de entrada. No pude evitar voltear y sentirme en una encrucijada. Me miró y salió del lugar dando media vuelta. Impulsivamente me levanté y caminé tras ella esperando nada mientras decía perdona a mi acompañante de comida.

La alcancé al fin unos cuantos metros fuera del lugar. –¡Paty, Paty! –La tomé del brazo e instantáneamente vino a mi mente el día de nuestro último encuentro cercano, la lluvia, el jardín, la casa, todo. Me estremecí y suspiré.

-¿Qué quieres Alonso?- corrió los ojos.

-Hola –sonreí.

-¿Es en serio?

-¿Cómo estás? –dije sonriendo mientras pensaba Vamos Paty, por favor, haz un esfuerzo.

-¿Qué más da? No creo que te interese, mejor pregúntale a tu nueva conquista que se ve que mueres de ganas de saber todo acerca de ella.

Abrí la boca, los ojos me saltaron y sonreí, todo al mismo tiempo –No puede ser. Patricia Giovanna Cantú estás celosa- me arrepentí luego por haberlo dicho en voz alta, pero ya era muy tarde.

-Por favor, no digas tonterías –dijo al cruzar los brazos -al contrario me da mucha pena que esa pobre mujer se haya dejado conquistar por ti, créeme que le doy mi más sentido pésame.

-¿Ves? Lo haces de nuevo.

-Alonso, basta- dijo firmemente mientras ponía una mano en su frente y la otra en la cintura –tengo mucho qué hacer y no tengo tiempo para esto- dio media vuelta y se fue.

Me quedé parado ahí sorprendido cuando llegó a mi mente que mi invitada de lunch estaba ahí sola. Caminé hacia la cafetería de nuevo mientras mi mente repetía "Está celosa".


Hermano Río Roma #PGP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora