Comienzos.

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-Alonso Ortega.

El orgullo que sentí nunca se comparará con nada. Cada paso que di me impulsó; cada sacrificio que hice me llevó a ser más fuerte; toda esa experiencia me hizo más capaz. Y conforme me acercaba a recibir ese título simbólico, me daba cuenta que era el final de esa etapa, Boston había terminado.

...

Mi relación con los "Hermanos Roma" siempre fue muy fuerte, desde que éramos muy pequeños, incluso antes que Raúl entrara a ese Reallity Show siempre fuimos muy unidos, íbamos al cine, salíamos a comer, y me daba gusto que a pesar del tiempo, la distancia y la fama siguiéramos siendo tan unidos como podíamos.

Entre sueños, escucho un sonido que se intensifica, mi teléfono. Abro los ojos y quedo momentáneamente cegado por la intensidad de la luz. Era José Luis. No sé si sepa que entre México y Boston hay una hora de diferencia, o que suelo dormir temprano. Pero realmente no importa, ya tenía bastante tiempo -y ganas- de hablar con él.

-¿Hello?

-Alonso, ¡hermano! ¿Cómo te trata la vida?

-José, no sé si sepas, pero aquí es media noche- dije frotando mi cara con la mano que tenía libre. Sinceramente no me molestaba la hora, pero él no tenía que saberlo.

-Relájate bro, los genios también suelen desvelarse-. Su tono de voz era un tanto irónico, solía usarlo cuando comenzaba ponerme paranoico, y era su manera de pedirme que me tranquilizara.

-Supongo, pero ya estaba durmiendo. Ahora estaré despierto hasta el amanecer; muchas gracias.

-Bienvenido al mundo de Río Roma compadre. Por cierto, mamá me contó que ya te regresas.

-Sí, ya me ando yendo- reí y dije en tono sarcástico. Gracias mamá, te pedí confidencialidad y lo primero que haces es irle a contar a doña Teresa. -No sé si te llegan tarde las noticias o si esa tía Tere de todo se entera; ¡ya la extraño! Pero ¿tu cómo estás? ¿Cómo les ha ido?

-Feliz, nos ha ido muy bien, ¡gracias a Dios! ¿Sabes? Iré a Miami a ayudar con un CD ¡a Thalia!- Thalía nunca fue precisamente mi artista favorita, y tampoco solía involucrarme en el mundo del pop latino, pero respetaba mucho su trabajo -¡Wow brother! qué envidia maldito.

José rió -Pero aparte de presumirte- dijo en tono bromista, pero con un poco de seriedad -quiero invitarte a una fiesta, digo, podemos celebrar tu regreso, una VIP, tu sabes.

Traté de cantar, pero es claro que no soy el talentoso de la familia -Hermano ¡por eso te amo! ¿Quiénes irán?

-Pues el Rulo, unos cuantos amigos y obvio, Melissa.

Melissa, la novia de José a quien yo pensaría que José llevaría al altar. -¡Genial! Hasta que la conoceré en persona.

-Estamos llegando a Mexicali, mañana tenemos presentación aquí. Debo irme; cuídate y después nos ponemos de acuerdo.

-Sale hermano suerte.

Colgué el teléfono. Mentiría si dijera que en realidad no me emocionó la idea de la fiesta ya que, si bien no era para mí, igual imaginaría que toda esa gente estaría ahí por un solo motivo. Darme la bienvenida.  A pesar de la emoción y de la grosera interrupción de mi primo, al volver a la cama, simplemente, me quedé dormido.

...

Volví a México justo el día de la fiesta. Al llegar a mi casa saludé a mi madre quien entre sonrisas, llanto y un montón de besos me atrapó por toda la mañana. Después de la terapia familiar del recién llegado decidí irme al que antes fuera mi cuarto, el que una vez que me fui 5 años atrás fue convertido en una especie de cuarto de juegos. Ahora estaba casi vacío con una cama individual y un pequeño ropero. Mi madre al saber que regresaría en 6 meses lo desocupó justo el día que lo supo, como si fuera a regresar al día siguiente. Sólo llegué, me recosté e inmediatamente me quedé dormido -Creo que amo dormir, justo seis líneas arriba lo hice, soy un holgazán.

Sentí como si hubiese dormido por 5 días seguidos, pero al despertar habían pasado sólo 2 horas. Me levanté y fui a lavarme la cara, miré el reloj –siete y quince de la tarde- dije a mí mismo –José dijo que vendría a las nueve- dije esta vez en voz alta.

Me preparé para la fiesta, mi fiesta que no era precisamente para mí, la fiesta que no era para nadie, esa reunión que se organizaba sólo porque sí. Esperé en mi cuarto hasta que dieran las nueve. Una vez que escuché llegar el coche de José tomé mi saco color azul marino, el mismo saco que usé para la única navidad que pude pasar en México dos años atrás mientras vivía en Boston.

Bajé al recibidor y vi la expresión de mi madre. Era la misma expresión de orgullo con la que me vio el día que recibía mi diploma de graduación de la preparatoria, la misma expresión que tenía cuando le notifiqué que me daban una beca en Boston. –Muy guapo hijo- dice con cierto tono de reclamo, tal vez estaba molesta de que la dejara sola la primera noche de mi estadía en México.

-Gracias mamá, prometo no tardar tanto- digo nervioso y sin pensarlo, pues su tono de voz me puso la mente en blanco. Salgo de casa.

Hermano Río Roma #PGP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora