El amor, el desamor, el engaño... ya no eran cosas que nos mataran. Las novelas, ésas de momentos románticos, amores imposibles, sobrenaturales, el cliché de caer siempre en lo mismo, se atisbaba como algo que sólo existía en una época que ya no era más que un pasado para aprender que la vida no es para un estúpido romántico que se enamora, para un vampiro que se ha domesticado para casarse con la tímida humana, para un nerd que se enamora de la popular. Eso, como mencionaba antes, ya era algo que no existía para nosotros.
A través de tantas investigaciones como les fue posible, científicos descubrieron una parte del humano que nunca antes se había trabajado con ahínco: aquella que hacía que los sentimientos florecieran. Desde el amor inocente que comparten dos niños, hasta el amor estúpidamente pasional que sufren los adolescentes. El amor de adultos también se fue descartando del panorama. El amor, en sí, quería extirparse del humano, al menos en la dosis en la que siempre se había depositado en el cuerpo.
Corría el año de 2040 cuando un científico italiano, llamado Salomón Agnelli,develó el poder de quitar un porcentaje de amor de un cuerpo humano. A través de experimentos que fueron transmitidos por televisión años más tarde, se develó que un humano con menos capacidad de amar se centraba más en su trabajo, en sus actividades cotidianas, hasta en sus hijos, una vez que el estrés resultante de las jornadas difíciles de trabajo había disminuido. Salomón aparecía en el encabezado de los periódicos más importantes del mundo. Tanto en revistas científicas como en las adolescentes, se mostraban artículos fascinantes sobre el interés común que tenían los países en probar la teoría del aclamado científico.
Así fue como en el año 2045 se hicieron las primeras pruebas con algunos empleados de una conocida ciudad italiana. Comprobando así, que la teoría del italiano no hacía más que mejorar la calidad de vida de las personas. Al no extirparse por completo el amor, sólo se dejaba lo necesario para que el cariño existiera. Y el cariño bastaba.
En seguida, laboratorios y científicos por igual, a nivel mundial, se pusieron a trabajar en la forma de modificar los genes de un bebé, que en ese entonces podría ser manipulado a un punto que generaciones atrás no habrían sido capaces de si quiera imaginar. Así, al nacer, no haría más que imitar el comportamiento de los hombres que ya eran producto del experimento. Ya habiendo prohibido el que se experimentara con fetos de animales, a menos de ir en contra de lo establecido por las leyes, necesitaban experimentar con fetos humanos.
Se alzaron miles de protestas en todos los países, con lemas como: "Soy libre de amar", o "El amor nos hace humanos. Ahora, ¿en qué nos convertiremos?". Acompañando a estas protestas, salieron a relucir las opiniones públicas de muchos presidentes, escritores, filósofos, cantantes, tanto a favor como en contra del proyecto. Se abrieron debates para hablar sobre el tema, donde se hablaba de que el humano sin amor, dejaría de serlo. Sin embargo, al comprobar que un humano con un nivel de amor menor solía ser menos violento, se pensó en el bien común: si era puesto en todo aquel ser humano existente, entonces la delincuencia disminuiría en niveles que el gobierno no podía rechazar.
Fue entonces cuando se hizo la segunda prueba en una cárcel a las afueras de Baja Loreta, en cuanto el presidente de Atemia hubo declarado que de no comprobar por sus propios medios el efecto de esta novedad en sus ciudadanos, levantaría una guerra que acabaría con cualquier rastro de aquel nuevo descubrimiento.
Los presos fueron parte de un experimento que llevó a toda la población a quedar en estado catatónico. Era completamente cierto que seguían siendo gente peligrosa, que dentro tenía una gran mafia, pero en los estudios aplicados a su psicología, se descubrió que tenían mucho menos potencial peligroso, que sus mentes ya no parecían programadas para ser seres sanguinarios. El odio había disminuido en ellos, como resultado de haber decrecido el amor en sus cuerpos.
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Desprogramados
Teen FictionHabía una vez un cuento que no era de hadas y una chica que no era especial. En este mundo el amor ha sido casi arrebatado por completo de los cuerpos, teniendo por resultado una sociedad feliz. Nadie esperaría la existencia de un grupo de resiste...