Capítulo 2

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Salí de la cabaña que estaba a las afueras de un gran bosque ubicado al norte de lo que ahora era "Nueva Clarine", un estado que había sido renombrado por Atemia una vez que terminó la Tercera Guerra Mundial en 2035. Muchos países hicieron lo mismo con algunos de sus estados a causa de querer la paz, poniéndole a sus estados nombres de escritores, pintores o artistas que intercedieron por la paz.

Caminé cerca, intentando no alejarme en un radio mayor a un kilómetro. Nadie estaba nunca por aquí, pero no quería que tuvieran oportunidad de encontrarme para darles la satisfacción de tener una menos en su lista. Encontré un pequeño lago, donde un pájaro revoloteaba, y me senté en una piedra. Me quedé callada, escuchando el ruido del bosque.

Sabía que estaba descontrolada en rabia por tener que quedarme mucho tiempo en un solo lugar, mientras todos peligrábamos. No me molesté en ocultar lo enojada que me sentía. Mi familia no me buscaría hasta pasada una hora cuando, preocupados, mandarían a Mark o a Roberto para hablar conmigo, hacerme entrar en razón y hacerme creer que debíamos seguir como hasta ahora, juntos. Teníamos muchos planes, dentro de unos años podrían hacerse realidad. Por ahora, debíamos mantenernos lo más ocultos posibles de la sociedad.

Diecisiete años y era prácticamente mujer muerta. Una semana bastaría para que se olvidaran del incidente y yo pudiera volver a entrar en contacto con la familia del sur, a la que visitaríamos para encontrar un refugio temporal. Encontrarnos con más como nosotros mejoraba nuestro ánimo, hasta que teníamos que partir por seguridad. Si nos encontráramos muchos en un sólo lugar, seríamos más fáciles de agarrar, una carnada fácil. Ninguno quería eso; les daríamos un poco de guerra.

Miré la marca en mi muñeca, un dibujo de un laberinto con tantas vueltas como era posible, para desembocar en el centro, con sólo una manzana roja rebosando en ese limitado espacio, de color rojo. Ésa era la marca de la muerte. Todos teníamos una igual en la muñeca derecha, como ganado. Todos excepto Daniel, que se había librado antes de ser marcado, lo suficientemente inteligente para haber imaginado lo que pasaría con él cuando lo mandaron al laboratorio. Entonces, había caído enamorado de Kate, algo que él describe como inimaginable y lo mejor que le sucedió en la vida. Por lo que lo que nos perseguían, por lo que querían darnos muerte, a él le parecía "lo mejor que le sucedió en la vida". Más tarde, se encontró con una familia que era igual a ellos dos, se integraron un tiempo, pero después decidieron partir en busca de sus propios protegidos, niños como nosotros, desprotegidos y marcados. Kate y Daniel tenían siete hijos, todos esparcidos en diferentes refugios. No podían mantenerse juntos, no sólo porque Kate era una marcada, sino además porque Daniel no podría evitar mostrar debilidad por sus propios hijos, aquellos que tenían lo mismo que nosotros, pero sin estar marcados. Ellos debían ser protegidos por otra familia, y los veíamos de vez en cuando, sobre todo en épocas tranquilas, cuando no teníamos incidentes como el del día anterior.

Nosotros nos hacíamos llamar "signatorum", que en latín significaba marcado o sellado. Eso era todo lo que nos describía, una palabra, sentimientos tontos, defectos de nacimiento. Nosotros éramos seres imperfectos con respecto al resto.

Maldije a Milena en mi interior. Ella no era mala, no lo creía, pero si seguía descuidándose, nuestra sangre correría por las calles, y nadie se detendría a evitarlo. Porque la sociedad no deseaba que nadie alterara su orden, sus políticas. Ellos vivían en una hermosa burbuja de cristal, dejándonos a nosotros fuera del panorama existente.

Escuché pasos detrás de mí, poniéndome alerta. Me levanté y volteé lentamente la cabeza, esperando atacar a alguien; pero sólo miré a Mark, con su sonrisa tranquilizadora. A sus veintisiete años él ya había aprendido que con actitudes como la mía no lograríamos nada.

Al parecer el tiempo de búsqueda había disminuido. Sólo me habían dado media hora antes de salir, tal vez estaban espantados. Últimamente parecían haber presagios de que algo malo se acercaba.

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