Capítulo 3

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Tal y como había temido, un día después de la celebración de mi décimo séptimo cumpleaños, Daniel me había sacado al bosque para hablar a solas. Yo más o menos había preparado una coartada con lo que podría decirle para que entendiera mis razones, pero algo me decía que sería mucho más difícil de lo que me había propuesto.

Caminábamos cerca del lago donde Mark me había encontrado el día anterior, y sentí que me sudaban las manos. Hasta ahora, sólo habíamos hablado de las relaciones que mantenía con las otras familias a través del celular especial que nadie era capaz de rastrear. Éramos inteligentes, y justo eso era lo que Daniel me decía.

En un momento determinado, la plática se desvió hacia lo que él quería lograr: hablar sobre la procreación que tendría que hacer pronto.

—Sabes que somos una raza que no tiene oportunidad contra aquellos asquerosos que son capaces de caminar por las calles, mientras permanecemos ocultos. Es por eso que crear más como nosotros es una tarea difícil, pero no imposible. Esos cerdos del gobierno creen que los niños son mejores creados en una probeta que con una muestra de amor, nosotros podemos demostrarles lo contrario.

Nos mantuvimos callados un poco, mientras mi piel empalidecía.

—He notado el afecto que tienes por Mark, es lindo. Me gusta cómo se ven juntos, me gusta que se apoyen como hermanos y parezcan demostrar que podemos prevalecer. Cuando veo la familia que hemos formado, me siento orgulloso. Kate piensa lo mismo, que somos más fuertes de lo que el gobierno habría pensado, a pesar de nuestra debilidad en cuanto al amor. Pero no somos un error, y eso que lo queremos demostrarles.

¿Mark? Negué con la cabeza, e impuse mi punto de vista:

—Sé que tú piensas que nos ayudará el traer hijos al mundo. Ellos serán entrenados de forma que entiendan que el mundo exterior es horrible, que no debemos tomarnos esto con calma, porque todos hemos sido catalogados. Pero yo no quiero hacer lo mismo. Conservarnos como seres que aman no nos hará más fuertes. El amor es nuestra debilidad.

Él intentó sonreír, pero su decepción por mis palabras era notoria.

—Ellos hicieron un perfecto trabajo contigo, hasta creería que le eres más leal al gobierno que a nosotros.

Auch.

—No es así, ellos intentaron matarme. Tú me has dado todo para vivir bien, para sentirme bien, para no creerme un fenómeno estudiado; pero no apoyo tu punto de vista.

—¿Por qué?

—Si hiciera lo que me pides, sería igual que ellos. Ellos eligen a tu pareja, te dicen que vivir con ella es ideal. Te hacen creer que son perfectos el uno para el otro porque tendrán una tranquilidad única, pero eso es porque ellos no sienten verdadero sentimiento por su pareja, eso lo hace más tolerable. En este caso, yo tendría que involucrar sentimientos que no conozco, pero que no planeo sentir por mi hermano.

—Ana, tienes que saber que te he acogido en mi familia porque sé que tienes un gran potencial. Eres inteligente, y eres muy bella. Pero no me gustará saber que me desobedeces, aunque estas no son órdenes mías. Todos lo deliberamos, sabiendo que sería mucho mejor preocuparnos por conservarnos. Ya sabemos que ninguno de nosotros es eterno.

Lo pensé un par de segundos. Sabía que él tenía razón, pero no quería sentirme derrotada.

—No procrearé con Mark.

Era breve, pero sabía que esa oración diría por sí misma muchas cosas. Aun así, me molesté en agregar:

—Ni con ninguno de ustedes.

Eso lo dejó callado, meditando mis palabras.

—¿Puedo saber el motivo?

—No.

Habíamos emprendido de nuevo el camino de regreso a la cabaña. Notaba a Daniel nervioso, intentando descifrar mis pensamientos.

—¿Procrearás con alguien?

—No lo creo.

Eso nos inundó en otro silencio.

—¿Tampoco me dirás el motivo de eso?

Estaba cansada de tantas negativas, así que medité mi respuesta.

—Lo que sucede es que... —comencé, dubitativa—. Sé que suena estúpido, y en parte es tu culpa, por prestarme esos libros de hace tanto tiempo, en los que se habla del amor. Quiero...

Me detuve, sabiendo que sonaba estúpido.

—¿Enamorarte? —dijo él, concluyendo mis palabras.

Negué con la cabeza.

—No es exactamente eso. Quiero simplemente sentir algo que sea tan trascendental que... bueno, que tenga el deseo de crear vida con él. Sé que suena extraño, y sé que tal vez no tiene sentido, pero es como si a veces quisiera que algo más que la inminente muerte que nos acompaña a todos me consumiera. Mark no me consume.

—¿No crees que estás sobrestimando al amor?

Encogí los hombros.

—¿No crees que eres tú el que lo está subestimando?

¿Qué demonios era el amor?

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