Capítulo 14

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Abrí  los ojos y estaban Adolfo y Benjamín a mi lado, Verónica estaba sentada frente a mí, me miraba asustada.

— ¿Qué pasó? —pregunté confundida.

— Jorge quiso envenenarte —contestó simplemente Benjamín, se notaba molesto, pero su voz estaba tranquila.

— ¿¡Qué?!

Intenté incorporarme y Benjamín me recibió en sus brazos, por encima de su hombro vi a Jorge parado en el balcón, me miraba con rostro serio. Me escondí en el pecho de Benjamín.

— Tranquila, todo está bien ahora.

— ¿Cómo es…? ¿Por qué haría algo así?

— Agradece que estábamos aquí, que Adolfo estuviera aquí.

— No entiendo…

— La caja contenía un veneno letal, pero nadie sabría qué pasó, un infarto, un derrame… simplemente un accidente de los que suelen ocurrir.

— Esto no está pasando.

— Lamentablemente sí, por eso no volverás a quedar sola, me quedaré todo el  tiempo contigo y… —se movió incómodo— Deberíamos haber seguido viaje a Egipto, no debí escucharte cuando propusiste ese plan tan absurdo.

— Lo siento —me disculpé.

Él me separó un poco de su cuerpo y me miró, el miedo se le notaba en la mirada.

— No quiero perderte de nuevo, Carolina, han sido demasiadas vidas, demasiado tiempo solo, ya no me pidas que te arriesgue de nuevo.

— Esto tiene que acabar.

— Acabará, claro que debe acabar alguna vez, pero una vez que tú seas como yo, cuando ya no corras peligro, ahora no, ahora eres demasiado vulnerable para enfrentarte a él, ni siquiera sabes de lo que es capaz.

— No lo sé, porque no me lo has dicho.

— Son dos mil años de historias, no puedo contarlo todo en un día.

— Esperaba a un ser malvado y perverso…

— ¿Acaso no lo es? Te quiso envenenar.

— Pero me trató muy bien…

— Claro que sí, quería ganarse tu confianza, por eso te pedí las palabras exactas, siempre deja entrever algo en sus palabras, nada de lo que dice, lo dice porque sí, siempre tienen un sentido oculto.

— Ahora sí tengo miedo —le confesé, volviendo a la seguridad de su pecho, él me acarició el cabello.

— Debes tenerlo, pequeña, pero no dejaré que te lastime, nunca más te tocará.

Me separé y miré al balcón, Jorge ya no estaba, ahora me preguntaba si fue mi imaginación o si fue en realidad que él estaba allí, mirándome.

— ¿Qué pasa? —me preguntó Benjamín siguiendo la línea de mi mirada.

— Nada —contesté.

— ¿Nada? Dime, Carolina, ¿qué viste?

— Nada.

Benjamín tomó aire y se levantó de mi lado, dejándome desolada.

— ¿Por qué me mientes? —Preguntó molesto— Siempre lo has hecho, ¿tanto te cuesta confiar en mí?

— Benjamín…

— Pero estoy seguro que con Jorge te abriste completamente, ¿o me equivoco?

Extraño DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora