Capítulo 16

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― ¿Crees que Adolfo sea capaz de lastimarte?

― Es muy probable.

― Debí obedecer mis instintos cuando vi a Benjamín y salir corriendo.

― Ya era tarde…

― ¿Qué?

― Ya estabas destinada a caer en los brazos de Benjamín.

― No entiendo.

― Siempre ha sido así, la historia se repite una vez más tal como ha sucedido los últimos dos mil años.

― ¿Qué quieres decir?

― Que cada historia ha sido igual, lo mismo, una y otra vez. Benjamín ocupa sus recursos para comprar a tus padres, adueñarse de ti y mantenerte en sus redes, hasta que Jorge te rescata, pero inevitablemente mueres… y yo también.

― ¿Por qué mueres tú? ―pregunté sorprendida.

― Por ayudarte.

― Anoche soñé que estaba embarazada y Jorge me cuidaba, pero yo no me veía nada de bien. No sé bien cómo, pero creo que ese es el detonante de mi muerte.

― Por lo menos ya sabemos que no debes dejarte embarazar, si tienes un hijo será demasiado fuerte para ti.

― A lo mejor estamos esquizofrénicas paranoicas, eso debe ser ―reí sin ganas.

― Estoy pensando lo mismo… ―ella rió con miedo.

― En todo caso, estamos en el siglo XXI, no somos las débiles mujercitas sin opinión y sin ideas de antaño.

― Debemos planear bien lo que haremos, no dejaremos que esta vez ellos acaben con nosotras.

― Por supuesto que no, esta vez seremos más inteligentes que ellos.

― Debemos serlo, si hay una forma de acabar con ellos, es porque se puede…

― Sí ―murmuré.

― Si no, estamos condenadas ―me asusté.

― Así parece.

Nos quedamos en silencio mucho rato. Finalmente, nos fuimos a dormir, esperando que la noche de sueño, nos aclarara las ideas.

― Esta es la daga ―el Jorge de mis sueños me entregó un cuchillo extraño―, sólo debes cortar, será fácil, tiene mucho filo, ten cuidado, en cuanto salga la luna debes matarme―

 Yo estaba cansada, asustada, mejor dicho, aterrada.

― No sé si podré hacerlo ―confesé.

― Debes poder ―fue una súplica.

― No quiero quedar sola en esto —me miré mi hinchado vientre.

― Preciosa… ―lloró al oírme decir aquello.

La luna apareció detrás de los cerros, se veía hermosa y grande.

― Ya es hora ―me avisó mirando la luna.

Un agudo dolor se instaló en mi vientre, un grito desgarrador salió de mis entrañas.

― ¿¡Qué pasó?!

― Me….duele…mucho…

Una enorme mancha de sangre ensució mi vestido. Jorge me miró horrorizado. Mire mi abultado vientre, se movía como si el bebé que esperaba, buscara salir por allí.  Me caí al suelo, Jorge me sostuvo y me abrazó protector. Otro grito salió al sentir un desgarro en mi piel y una mano de bebé se asomaba por mi estómago.

Extraño DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora