Nuestro lugar especial

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- Aquí estas - dice Kai con un paraguas.

- ¿No vino Kris? -

- Su padre está de visita y... Bueno, ya sabes cómo es su padre -

- Está bien, puedo jugar contigo un rato - agacho la mirada e intento callar todo mi dolor.

Kai se acerca a mí y me seca las lágrimas, después me levanta del columpio y me acerca a su paraguas para evitar que la lluvia caiga sobre mí.

- ¿Basketball? - él solo me sonríe.

- Por favor -

- Bien, pero usaremos tu balón. El que usamos en ocasiones especiales - me levanta la mirada obligando a que lo mire a los ojos.

- Está bien - sonrío debílmente.

Vamos a una cancha que está en una parte un poco alejada de nuestra casa y por ahí casi no hay gente. Solemos ir sólo Kris, Kai y yo cuando nos sentimos mal. Siempre solemos desquitarnos jugando algún deporte. Lo encontramos desde hace tanto tiempo, que suele ser un lugar especial para nosotros, incluso ocultamos algunos balones para poder jugar ahí por si la situación lo requiere.

Kai cierra su paraguas y lo deja por ahí.

- Bien, ya sabes las reglas pero... Probablemente las olvides así que... Puedes jugar sin piedad pero no puedes herir ni a mí ni a ti. Si lo haces nos detendremos y te quedarás con toda esa energía -

- Dime algo que no sepa - le respondo un poco mejor. Kai mira a su alrededor y se quita la chaqueta.

- Gocemos de la lluvia y que duremos una eternidad ¿qué te parece? - me sonríe con su sonrisa tan brillante.

- Me parece bien - yo también le sonrío.

Jugamos por un rato, al principio jugaba brusco pero después Kai se puso violento conmigo, empecé a calmarme ya que me golpeaba a propósito donde tenía los moretones. Quién sabe cuánto duramos, pasaron los minutos, y me sentía mejor por cada minuto que pasaba. Hasta un punto Kai revisó su celular y se puso la chaqueta.

- ¿Qué sucede? -

- Hemos jugado mucho, dos horas de hecho -

- ¿¡Dos horas!? - digo impresionada.

- Sí que fue fuerte. Oye, Kris nos espera. Te invito un café - me toma del hombro.

- Sabes que no me gusta el café -

- Mmm... Chocolate caliente entonces - me lleva caminando.

- Está bien -

Llegamos a un restaurante que también solemos ir cuando nos sentimos mal. Casi siempre llamamos a alguien y quien está disponible va de inmediato al lugar.

Vimos a Kris en una mesa y ahí nos sentamos.

- Hola chicos - dice Kris.

- Hola - repondemos los dos sonriendo.

- Así que ahora soy un chico - contesto  bromeando.

- Siempre lo has sido para mi -

- También para mi - responde Kai también en broma.

Llega una dulce chica, de buena apariencia, con su cabello rojizo y lacio, y sus ojos azul grisaceos, además de su hermosa piel blanca.

- ¿En qué les puedo atender chicos? - ella dirige la mirada a mí - Daniela ¿y todos esos moretones? ¿Qué te pasó? - me dijo preocupada.

- ¿Tanto se nota? - le digo con una sonrisa y jugando.

- Después hablaremos -

- No sin antes saludarme - me levanto, la abrazo y la saludo de beso.

Acepta mi alma (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora