LOS SENTIMIENTOS DE REYNA NO SE ENCONTRABAN TAN MEZCLADOS.
Fueron arrojados en una licuadora con grava y hielo.
Cada vez que veía a su hermana, ella no sabía si abrazarla, llorar, o solo irse de ese lugar. Por supuesto que
ella amaba a Hylla. Reyna habría muerto tantas veces si no fuera por su hermana.
Pero el pasado que tenían era más que complicado.
Hylla caminó alrededor de la mesa. Se veía bien en sus pantalones negros de cuero y su chaleco negro.
Alrededor de su cintura brillaba una cuerda de hilos laberínticos dorados, el cinturón de la Reina de las Am-
azonas. Ella ahora tenía veintidós años, pero podría haber sido tomada como la gemela de Reyna. Tenían
el mismo cabello oscuro y largo, los mismos ojos marrones. Incluso usaban el mismo anillo de planta con
el emblema de su madre Bellona, una lanza y una antorcha. La diferencia más obvia entre ellas era la gran
cicatriz blanca en la frente de Hylla. Se había desvanecido a lo largo de 4 años. Cualquiera que no conociera
su historia la confundiría con una línea de expresión. Pero Reyna recordaba el día que Hylla consiguió esa
cicatriz en un duelo a bordo de un barco pirata.
-¿Y bien? -Hylla apuró- ¿Ni una palabra de cariño para tu hermana?
-Gracias por haberme secuestrado -dijo Reyna-. Por haberme disparado un dardo tranquilizador,
haberme puesto una bolsa sobre la cabeza, y atarme a una silla.
Hylla rodó los ojos.
-Reglas son reglas. Como pretor, deberías entenderlo. El centro de distribución es una de nuestras bases
más importantes. Tenemos que controlar el acceso. No puedo hacer excepciones, mucho menos para mi fa-
milia.
-Podría decir que lo disfrutaste.
-Eso también.
Reyna se preguntaba si su hermana era tan indiferente y serena como parecía. Era impresionante y un poco
aterrador, como se había adaptado Hylla a su nueva identidad.
Seis años atrás, ella había sido una hermana mayor asustada, haciendo lo mejor que podía para defender
a Reyna de la ira de su padre. Sus principales habilidades eran escapar y encontrar lugares para esconderse.
Luego, en la isla de Circe, Hylla había puesto mucho esfuerzo para llamar la atención. Usaba ropas osten-
tosas y maquillaje. Ella sonreía y reía y siempre estaba alegre, como si actuar de esa manera la hiciera feliz.
Se convirtió en una de las ayudantes favoritas de Circe.
Después de que su santuario en la isla se quemó, fueron tomadas prisioneras a bordo del barco de los pira-
tas. De nuevo, Hylla cambió. Ella se batió a duelo por su libertad, venció a los piratas, ganándose el respeto
de la tripulación, tanto que Barba Negra las llevó a tierra firme, en caso de que Hylla tomara su barco.
Ahora se había reinventado nuevamente como la reina de las Amazonas.
Reyna entendía porque su hermana era como un camaleón. Si seguía cambiando, jamás se convertiría en
el monstruo en que su padre se había convertido...
-Esas iniciales en la señal de reservaciones en Barrachina -dijo Reyna-. HTK74. Hylla Doble-baja, tu
nuevo sobrenombre. ¿Una pequeña broma?
-Solo veía si estabas prestando atención.
-Sabías que íbamos a aterrizar en la terraza. ¿Cómo?
Hylla se encogió de hombros.
-El viaje de sombras es magia. Varias de mis seguidoras son hijas de Hécate. Fue algo simple el inter-
ceptarte y traerte aquí, especialmente porque tú y yo compartimos una conexión.
Reyna trató de contener su enojo. Hylla, de entre todas las personas, debería saber cómo se sentiría Reyna
al ser traída de vuelta a Puerto Rico.
-Pasaste por muchos problemas -dijo Reyna-. La reina de las Amazonas y la Lugarteniente de Artemi-
sa viniendo hasta Puerto Rico para interceptarnos, supongo que eso no es porque me extrañabas.
Phoebe, la cazadora pelirroja ahogó una risa.
-Ella es lista.
-Por supuesto -dijo Hylla-. Yo le enseñe todo lo que sabe.
Otras amazonas comenzaron a reunirse alrededor, probablemente sintiendo una potencial pelea. Las ama-
zonas amaban el entretenimiento violento tanto como los piratas.
-Orión -adivinó Reyna-. Eso es lo que te trajo aquí, su nombre llamó tu atención.
-No podía permitirle matarte -dijo Hylla.
-Es más que eso.
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74 HTK - Hylla Twice-Kill, en el libro original.
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-Tu misión es llevar a la Atenea Partenos...
-Es importante. Pero es mucho más que eso. Esto es personal para ti. Y para las cazadoras. ¿Cuál es su
juego?
Hylla pasó sus pulgares por su cinturón dorado.
-Orión es un problema. A diferencia de otros gigantes, Orión ha estado campando en la Tierra varios
siglos. Tiene un interés especial en matar amazonas o cazadoras, o cualquier mujer que se atreva a ser fuerte.
-¿Por qué quería eso?
Una ola de terror pareció pasar a través de las chicas alrededor de ella.
Hylla miró a Phoebe.
-¿Quieres explicarlo? Tú estuviste ahí.
La sonrisa de la cazadora se desvaneció.
-En los tiempos antiguos, Orión se unió a las cazadoras, él era el mejor amigo de la señora Artemisa, no
tenía rival en el arco, a excepción de la diosa Artemisa, y quizás su hermano, Apolo.
Reyna tembló. Phoebe no se veía mayor de catorce años. Y pensar que conoció a Orión hace unos tres mil
o cuatro mil años...
-¿Qué salió mal? -preguntó Reyna.
Las orejas de Phoebe enrojecieron.
-Orión cruzó la línea. Él se enamoró de Artemisa.
Hylla dijo:
-Siempre pasa con los hombres. Prometen amistad. Prometen tratarte como a un igual. Al final, lo único
que quieren es poseerte.
Phoebe observó su pulgar. Detrás de ella, las otras dos cazadoras, Naomi y Celyn, se removieron con in-
comodidad.
-La señora Artemisa lo rechazó, obviamente -dijo Phoebe-, Orión se volvió frío. Empezó a ir en viajes
cada vez más largos por la zona selvática, solo. Finalmente... No estoy segura de que pasó. Un día Artemisa
regresó al campamento y nos dijo que Orión había muerto. No quiso hablar del tema.
Hylla frunció el ceño, lo que hizo que su cicatriz se notará a través de su ceja. -Cualquier sea el caso,
cuando Orión regresó del Tártaro, era el enemigo más mortal de Artemisa. Nadie puede odiarte con más in-
tensidad que alguien que solía amarte. Reyna lo comprendió. Ella recordó una conversación que tuvo con la diosa Afrodita dos años atrás en
Charleston...
-Si es tanto problema -dijo Reyna- ¿Por qué Artemisa no lo mata de nuevo?
Phoebe hizo una mueca.
-Es más fácil decirlo que hacerlo. Orión es escurridizo. Cada vez que Artemisa esta con nosotras, él per-
manece muy alejado. Cuando las cazadoras estamos por nuestra propia cuenta, como ahora, ataca sin previo
aviso y vuelve a desaparecer. Nuestra anterior lugarteniente, Zoë Belladona, pasó siglos tratando de rastrearlo
y matarlo.
-Las Amazonas también lo han intentado -dijo Hylla-. Orión no distingue entre nosotras y las cazado-
ras. Yo creo que todas le recordamos demasiado a Artemisa. Sabotea nuestros almacenes, interrumpe nuestros
centros de distribución, mata a nuestras guerreras...
-En otras palabras -dijo Reyna secamente-, se está poniendo en el camino de sus planes de domi-
nación mundial.
Hylla se encogió de hombros.
-Exactamente.
-Por eso vinieron aquí a interceptarme -dijo Reyna-. Sabían que Orión estaría detrás de mí. Están
armando una emboscada. Y yo soy la carnada.
Las otras chicas buscaron un lugar donde mirar que no fuera la cara de Reyna.
-Oh, por favor -reprendió Reyna-, no tengan culpa en su consciencia ahora. Es un buen plan. ¿Cómo
procedemos?
Hylla sonrió a sus camaradas.
-Les dije que mi hermana era ruda. Phoebe, ¿quieres explicar los detalles?
La cazadora se puso el arco al hombro.
-Como ya lo dije, creo que Orión te esta rastreando a ti, no a la Atenea Partenos. Es especialmente bueno
sintiendo la presencia de semidiosas mujeres. Podrías decir que somos su presa predeterminada.
-Encantador -dijo Reyna-. Entonces, mis amigos, Nico y Gleeson Hedge, ¿Están seguros?
-Aún no veo porque viajas con hombres -gruñó Phoebe- pero yo creo que están seguros sin ti alrede-
dor. Hice lo mejor que pude camuflando tu estatua. Con suerte, Orión te seguirá aquí, directamente a nuestra
línea de defensa. ¿Y entonces? - preguntó Reyna.
Hylla le dedicó el tipo de sonrisa fría que solía poner nerviosos a los piratas de Barba Negra.
-Thalia y la mayoría de sus cazadoras están explorando el perímetro de Viejo San Juan. Tan pronto como
Orión se acerqué, lo sabremos. Hemos colocado trampas en los alrededores y tengo a mis mejores luchadoras
en alerta. Atraparemos al gigante. Y entonces, de una manera u otra, lo enviaremos de vuelta al Tártaro.
-¿Puede ser asesinado? -preguntó Reyna-. Pensé que la mayoría de los gigantes solo podían ser ase-
sinados por un dios y un semidiós trabajando juntos.
-Tenemos la intención de averiguarlo -dijo Hylla-. Una vez que Orión sea derrotado, tu misión será
mucho más fácil. Te enviaremos de camino con nuestras bendiciones.
-Podríamos usar más que tus bendiciones -dijo Reyna-, las Amazonas transportan cosas alrededor del
mundo, ¿Por qué no brindarnos transporte seguro para la Atenea Partenos? Llevarnos al Campamento Mesti-
zo antes del primero de Agosto...
-No puedo -dijo Hylla- si pudiera, hermana, lo haría, pero de seguro has sentido la ira irradiando de
la estatua. Nosotras las Amazonas somos hijas honorarias de Ares. La Atenea Partenos nunca toleraría nuestra
interferencia. Además, tú sabes cómo operan las Moiras. Para que tu misión tenga éxito, tienes que llevar la
estatua personalmente.
Reyna debió haberse visto decepcionada.
Phoebe le dio un golpe amistoso con su hombro, como un gato demasiado amistoso. -Oye, no te sientas
mal, te ayudaremos tanto como podamos. El departamento de servicio de las Amazonas ha reparado a tus
perros de metal. ¡Y tenemos algunos regalos de despedida realmente geniales!
Celyn le alcanzó a Phoebe un bolso de cuero.
Phoebe rebuscó el bolso.
-Veamos... Pociones curativas. Dardos tranquilizadores como los que usamos en ti. Hmm, ¿Qué más?
Oh, ¡sí! -Phoebe sacó triunfantemente un rectángulo de tela plateada doblado.
-¿Un pañuelo? -preguntó Reyna.
-Mejor, retrocede un poco -Phoebe arrojó la tela al piso. Inmediatamente se expandió en una amplia
tienda de campaña.
-Tiene aire acondicionado -dijo Phoebe-. Para cuatro personas, tiene una mesa de buffet y bolsas de
dormir adentro. Cualquier equipo extra que pongas adentro colapsará con la tienda. Ehh, como medida de
precaución, no trates de meter tu estatua gigante dentro.
Celyn soltó una risita. Si tus compañeros de viaje se vuelven molestos, puedes dejarlos adentro.
Naomi frunció el ceño.
-Eso no funcionaría, ¿o sí?
-De cualquier forma -dijo Phoebe- estas tiendas son geniales. Yo tengo una exactamente como esa;
úsala todo el tiempo. Cuando estés lista para guardarla, la palabra que debes decir es actaeon75.
La tienda se dobló en un pequeño rectángulo. Phoebe la recogió, la colocó dentro de la bolsa y se la entregó
a Reyna.
-Yo... yo no sé qué decir -Reyna tartamudeo-. Gracias.
-Aww -Phoebe se encogió de hombros-. Es lo menos que puedo hacer por...
A 50 metros, una puerta lateral se abrió de golpe. Una Amazona corrió directamente hacia Hylla. La recién
llegada vestía un traje negro, su largo cabello castaño amarrado en una cola de caballo.
Reyna la reconoció de la batalla en el Campamento Júpiter.
-Kinzie, ¿verdad?
La chica asintió distraídamente.
-Pretor. -Ella susurró algo al oído de Hylla.
La expresión de Hylla se endureció.
-Ya veo -Ella miró a Reyna-. Algo está mal. Hemos perdido contacto con nuestras defensas exteriores.
Me temo que Orión...
Detrás de Reyna, las puertas de metal explotaron.
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75 Actaeon fue un cazador que espió a Artemisa mientras ésta se bañaba. Ella se enojo tanto por la idea de que un mortal la
viera desnuda, que lo convirtió en un ciervo.
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