XLVI : Nico

213 10 0
                                    

ELLOS LOGRARON LLEGAR AL PRIMER ONAGRO al mismo tiempo que el caos se desataba en


la legión.


Al final de la línea, gritos se escucharon desde la Quinta Cohorte. Legionarios se dispersaron y soltaron sus


pilas. Una docena de centauros se mezclaron entre sus filas, gritando y agitando sus bates, seguidos de una


horda de hombres con dos cabezas golpeando sus tapas de contenedores de basura.


-¿Qué está pasando allí? -preguntó Lou Ellen.


-Esa es mi distracción -dijo Nico- Vamos.


Todos los guardias se habían reunido al lado derecho del onagro, tratando de ver qué pasaba en las filas,


lo que le dio a Nico y sus camaradas paso libre a su izquierda. Pasaron a unos pocos metros del romano más


cercano, pero no los notó. La magia de la Niebla de Lou Ellen parecía estar funcionando.


Saltaron la barricada de espinas y llegaron a la máquina.


-Traje un poco de fuego griego -susurró Cecil.


-No -dijo Nico- si hacemos daño muy obvio, no llegaremos a los otros a tiempo. ¿Puedes recalibrar


la dirección, digamos, a la línea de disparo de los otros onagros?


Cecil sonrió. -Oh, me gusta la manera en la que piensas. Me enviaron porque desordeno las cosas de-


masiado bien.


Se puso a trabajar mientras Nico y los otros hacían guardia.


Mientras tanto, la Quinta Cohorte estaba peleando con los hombres de dos cabezas. La Cuarta Cohorte se


movió para ayudarlos. Las otras tres cohortes se mantuvieron en su lugar, pero los oficiales estaban teniendo


problemas manteniendo el orden.


-Bien -anunció Cecil-. Movámonos.


Caminaron a través de la colina hacia el siguiente onagro.


Esta vez, la Niebla no funciono tan bien. Uno de los guardias del onagro gritó: -¡Oigan!


- Yo me encargó. -Will comenzó a correr, la cual era la distracción más estúpida que Nico podía imaginar, y seis guardias lo persiguieron.
Los otros romanos avanzaron hacia Nico. Pero Lou Ellen apareció de entre la Niebla y gritó: -¡Atrapen


esto!


Ella lanzó una pequeña pelota blanca del tamaño de una manzana. Los romanos la atraparon instintiva-


mente. Una esfera de polvo de seis metros explotó. Cuando el polvo se asentó, los seis romanos eran pequeños


cerditos rosas.


-Buen trabajo -dijo Nico.


Lou Ellen se ruborizó. -Bueno, es la única bomba porcina que tengo. Así que no pidas una repetición.


-Y, uhm -dijo Cecil- es mejor que alguien ayude a Will.


Incluso en sus armaduras, los romanos estaban empezando a alcanzar a Solace. Nico maldijo por lo bajo


y corrió detrás de ellos.


Él no quería matar a los otros semidioses si podía evitarlo. Afortunadamente, no tuvo que hacerlo. Él le hizo una

la sangre del olimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora