LIII : Nico

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NICO HABIA PRESENCIADO MUCHAS FORMAS DE MUERTE. Él pensaba que ya no había nada que


pudiera sorprenderlo.


Estaba equivocado.


En medio de la batalla, Will Solace corrió hacia él y dijo una palabra en su oído: -Octavian.


Eso captó toda la atención de Nico. Había dudado cuando tuvo la oportunidad de matarlo, pero no había


manera de que dejara a esa escoria de augur escapar de la justicia. -¿Dónde?


-Vamos -dijo Will-. ¡Apúrate!


Nico se volvió hacia Jason, que peleaba cerca de él. -Jason, tengo que irme.


Luego se sumergió en el caos, siguiendo a Will. Pasaron a Tyson y sus ciclopes, quienes rugían: -¡Perro


malo! ¡Perro malo! -Mientras golpeaban las cabezas de los cinocéfalos. Grover Underwood y un equipo de


sátiros danzaban alrededor con sus flautas, tocando armonías tan disonantes que los caparazones de tierra de


los fantasmas se partieron. Travis Stoll pasó corriendo, discutiendo con su hermano. -¿Quieres decir que


pusimos las minas terrestres en la colina equivocada?


Nico y Will estaban a mitad de la colina cuando el suelo tembló bajo sus pies. Como todos los demás, mon-


struos y semidioses por igual, se congelaron con horror y vieron como una columna giratoria de tierra surgió


de la parte superior de la siguiente colina, y Gea aparecía en toda su gloria.


Entonces algo alargado y de bronce se abalanzó desde el cielo.


¡FOOOOMP!


Festus el dragón de bronce tomó a la Madre Tierra y remontó el vuelo con ella.


-¿Qué... cómo? -Nico tartamudeó


-No sé -dijo Will- pero dudo que haya mucho que podamos hacer al respecto. Tenemos otros prob-


lemas


Will corrió hacia el onagro más cercano. Mientras se iban acercando mas, Nico diviso a Octavian reajustando


furiosamente las palancas de dirección de la máquina. El brazo de lanzamiento ya estaba preparado con una


carga útil llena de oro imperial y explosivos. El augur se precipito alrededor, tropezando con los engranajes y


los picos de anclaje, revolviendo las cuerdas. De vez en cuando miraba hacia Festus el dragón.


-¡Octavian! -grito Nico.
El augur giró, luego retrocedió contra una esfera enorme de municiones. Sus finas túnicas moradas se en-


gancharon en la cuerda de disparo, pero Octavian no se dio cuenta. Los vapores de la carga se cerraron sobre


el cómo atraídos a la joyería de oro imperial alrededor de sus brazos, cuello y la corona de oro en su cabello.


-¡Oh, ya veo! -la risa de Octavian era frágil y bastante loca-.Tratan de robar mi gloria, ¿eh? No, no,


hijo de Plutón. Yo soy el salvador de Roma. ¡Me fue prometido!


Will levantó las manos en gesto apaciguador. -Octavian aléjate del onagro. Eso no es seguro.


-¡Por supuesto que no lo es! ¡Voy a derribar a Gea con esta máquina!

la sangre del olimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora