XXXVIII : Reyna

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Reyna nunca había estado tan alegre de ver un Cíclope, al menos no hasta que Tyson los bajó y giró hacia


Leila y Dakota. -¡Malos romanos!


-Tyson, ¡espera! -dijo Reyna-. ¡No les hagas daño!


Tyson frunció el ceño. Era pequeño para ser un cíclope, realmente aún era un niño. Medía un poco más de


metro ochenta, tenía su desordenado cabello marrón tostado por el agua salada, su único ojo era del color del


sirope de maple. Usaba solo un traje de baño y una camisa de franela de pijama, como si no pudiera decidirse


entre ir a dormir o ir a nadar. Destilaba un olor fuerte a mantequilla de maní.


-¿No son malos? -preguntó.


-No -dijo Reyna-. Estaban siguiendo órdenes malas. Creo que están arrepentidos por eso. ¿No es


cierto, Dakota?


Dakota levantó los brazos tan rápido que parecía Superman a punto de alzar vuelo. -Reyna, ¡estaba


tratando de ayudarte! Leila y yo planeamos cambiar de bando y ayudarte a desarmar a Michael.


-¡Es cierto! -Leila casi se cae de espaldas sobre el riel-. Pero antes de que pudiéramos hacerlo, ¡los


cíclopes lo hicieron por nosotras!


El entrenador Hedge resopló. -¡Una historia probable!


Tyson estornudó. -Lo siento, pelo de cabra. Nariz que pica. ¿Confiamos en los romanos?


-Yo sí -dijo Reyna-. Dakota, Leila, ¿entienden cuál es nuestra misión?


Leila asintió. -Quieres regresar esa estatua de los Griegos como una ofrenda de paz. Déjanos ayudar.


-Sí -Dakota asintió vigorosamente-. La legión no es tan unida como Michael dice. No confiamos en


las fuerzas auxilia que Octavian reunió.


Nico se rió amargamente. -Un poco tarde para dudas. Están rodeados. Tan pronto como el Campamento


Mestizo sea destruido, esos aliados se volverán contra ustedes.


-Entonces, ¿qué hacemos? -preguntó Dakota-. Tenemos una hora como mucho hasta el amanecer.


-Cinco y cincuenta y dos a.m. -dijo Ella, aún encaramada en el cobertizo-. Amanecer, costa del este,


primero de agosto. Horarios para meteorología Naval. Una hora y doce minutos es más que una hora. Los ojos de Dakota presentaron un tick. -Entonces corrijo.


El entrenador Hedge miró a Tyson. -¿Podemos llegar seguros al Campamento Mestizo? ¿Mellie está


bien?


Tyson se rascó la barbilla, pensando. -Está muy redonda.


-¿Pero está bien? -Insistió Hedge-. ¿No ha dado a luz aún?


-El nacimiento ocurre al final del tercer trimestre -comentó Ella-. Página cuarenta y tres, La guía de


la madre primeriza para...


-¡Tengo que salir de aquí! -Hedge parecía estar a punto de saltar por la borda y nadar.


Reyna puso su mano en su hombro. -Entrenador, lo llevaremos con su esposa, pero hagámoslo bien. Ty-


son, ¿cómo llegaron tú y Ella a este barco?


-¡Arcoíris!


-Tomaron... ¿un arcoíris?

la sangre del olimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora