Dada la opción entre la muerte y el Zippy Mart de Buford, Nico hubiera tenido un momento difícil decid-
iendo. Al menos sabía guiarse alrededor de la Tierra de los Muertos. Además, la comida era más fresca.
-Todavía no lo entiendo. -El entrenador Hedge murmuró mientras vagaban por el pasillo central-.
¿Llamaron así a toda una ciudad por la mesa de Leo?
-Creo que la ciudad estaba aquí primero, Entrenador -dijo Nico.
-Huh -El entrenador tomó una caja de donas glaseadas-. Tal vez tengas razón. Esto parece por lo
menos de hace cien años. Echo de menos aquellas farturas portuguesas.
Nico no podía pensar en Portugal sin que le dolieran sus brazos. A través de sus bíceps, las marcas de las
garras del hombre lobo aún estaban hinchadas y rojas. El empleado de la tienda había preguntado a Nico si
había tenido una pelea con un gato montés.
Compraron un kit de primeros auxilios, un bloc de papel (así el entrenador Hedge podría escribir más men-
sajes de aviones de papel a su esposa), un poco de comida chatarra y sodas (debido a que la mesa de banquete
en la nueva tienda mágica de Reyna sólo proporciona alimentos sanos y agua fresca) y algunos suministros de
acampar para las trampas inútiles, pero impresionantemente complicadas, del entrenador Hedge.
Nico había tenido la esperanza de encontrar algo de ropa limpia. Desde hace dos habían huido de San
Juan, estaba cansado de caminar en su camisa tropical de ISLA DEL ENCANTORICO, sobre todo porque el
entrenador Hedge tenía una igual.
Por desgracia, el Zippy Mart sólo tenía Camisetas con banderas confederadas y refranes cursis como
KEEP CALM AND FOLLOW THE REDNECK85. Nico decidió quedarse con loros y palmeras.
Regresaron al campamento por una carretera de dos carriles bajo el sol abrasador. Esta parte de Carolina
del Sur parecía consistir principalmente de campos de maleza, marcada por postes de teléfono y árboles cubi-
ertos de enredaderas de kudzu. La ciudad de Buford era una colección de cobertizos de metal portátiles, seis
o siete, que era probablemente la población de la ciudad.
Nico no era exactamente una persona a la que le gustaba el sol, pero por primera vez dio la bienvenida
a la calidez. Lo hacía sentirse más sustancial, anclado al mundo mortal. Los viajes por las sombras, estaban
volviéndose cada vez más y más difíciles. Incluso en plena luz del día su mano pasaba a través de objetos
sólidos. Su cinturón y la espada se caían alrededor de sus tobillos, sin razón aparente. Una vez, cuando él no
miraba por dónde iba, había pasado a través de un árbol.
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85 Significa: mantenga la calma y siga al sureño.
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Nico recordó algo Jason Grace le había dicho en el palacio de Notus: Tal vez es hora de que salgas de las
sombras.
Si tan sólo pudiera, pensó. Por primera vez en su vida, había empezado a temer de la oscuridad, porque
