La fiesta de mascáras.

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Claro que sabe lo de Eva y yo...
¿Qué le digo?
¡Ah!
-No te preocupes Caliope, no eres la primera y dudo que seas la última mujer de Eva.

Interrumpe mi angustia.
Sólo puedo pensar en su dolor y me duele más a mi. A pesar de lo vivido entre nosotras, de las lágrimas y sonrisas y esos corazones rotos, me sigue doliendo de la mismo forma que antes.
-aveces con tan sólo saber ciertas partes de la vida de ciertas personas entiendes porqué las tormentas tienen nombres de humanos.

Digo yo buscando aclárame un poco.
No se qué hacer.
-¿estas tratando de decirme que tu vida es una tormenta?

Vuelve a interrumpir mis pensamientos de culpa.
-No.

Digo tajante.
Se queda en silencio el taxi y ella se gira hacia mi.
-Creo que nos debemos una plática Caliope.

Musita aquella mujer.
-Yo no lo creo Victoria.

Digo tratando de escapar.
-Me la debes ¿Te parece poco ser la amante de mi prometida?

¿Me esta insultando?
-Bueno, esta bien... Y tu también la engañas no tienes por que echármelo en la cara.

Digo yo en defensa propia.
-No te alteres...

Dice ella de lo más tranquilo.
-¿Te parece una taza de café?
Vuelve a decir.
Yo asiento sin pretender interés.
-¿Conoces alguna cafetería cercana?
-No, mi apartamento está cerca.
-Esta bien.

No dijimos nada por el resto de trayecto.
Cinco minutos más tarde y llegamos a mi edificio, en el elevador todo silencio era bueno y no se sentía la necesidad de romperlo.

Llegamos a mi piso, y al abrir la puerta ella seda cuenta que no es el departamento más lujoso de la ciudad y tampoco es el más económico.

-Siempre pensé que tu tenía un departamento en algún penthouse.
Dice viendo cada parte de él.

-No, mi hogar es como yo. No es falso.

-He visto alguna dirección de algunos departamentos de Eva en los que supongo, se encuentra contigo.

Vuelve a decir.

No digo nada, sólo pongo la cafetera y regreso al living donde la deje.
-Dime ¿De qué quieres hablar conmigo?
Le pregunto intrigada.
-Primero que nada ¿Qué has hecho de tu vida?

Me pregunta de manera seria.
-¿Te respondo con honestidad?

Le pregunto de la misma forma.
Ella asiente y yo solo trago saliva.
-Me he mantenido sola.

Respondo... Pero vuelvo a tragar saliva.
-He sido dama de compañía para ciertas mujeres de alta sociedad.

Digo de una forma natural.
Ella me mira de una forma extraña y luego baja la mirada y me dice de una forma melancólica.
-¿Qué le paso a esa chica dulce de la que me enamore?

Me río en su cara y bufo.
-Le rompieron el corazón y dejo de sentir algo por los demás.

Ella me miraba con nostalgia y dolor.
-Yo te hice hacer esto.

Dice culpable.
-No, no... Victoria nadie puede cambiar el destino de nadie. Eso que te quede claro. Yo decidí que camino tomar.

Le digo tratando de quitarle un peso de encima.
-Yo he sido muy infeliz desde el viaje a Roma.
Me dice.
-No lo creo Victoria, te veías muy bien con Tina a tu lado.
-no la quiero.
-Parecía que sí.
-Pues no es así. Yo amo...
-A tu prometida, es obvio. Discúlpame por hacerte esto, pero yo también siento cosas por Eva.

Digo directamente...
-ella me ha hecho sentir persona de nuevo. Me hace sentir que mi corazón no esta completamente destrozado.

Sigo hablando, ella sólo me observa.
-Ella me supo curar cada grieta interior y supo dominar a cada demonio. Eva me ha quitado el coraje y el odio y no puedo renunciar a ella.

No sabia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora