El encuentro

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Narrador P.O.V

Una chica de pelo castaño enmarañado comenzaba a desperezarse, ya que la luz de esa cálida mañana de Agosto le pegaba muy fuerte en la cara. Se levantó y se dirigió al baño con una sonrisa, ya que ese día, iría al Callejón Diagon a comprar los materiales para su penúltimo año en Hogwarts, el famoso colegio de magia y hechicería de toda Escocia.

Una vez dentro del baño, abrió el grifo de la ducha y se metió dentro. Estaba ansiosa porque por fin vería a sus mejores amigos Harry y Ron; a este último era al que más quería ver, a pesar de ser un despistado ella lo quería más que a un amigo, pero al parecer, él no se daba cuenta de que ella lo amaba.

Una vez en su cuarto, decidió ponerse un lindo vestido que le quedaba ajustado hasta su cintura, era de un encaje color blanco para luego, terminar en un amplio faldón que le quedaba una mano sobre la rodilla en un color crema. Tenía unas pequeñas manguitas igualmente de encaje y un pequeño cinturón que le marcaba su estrecha cintura. Una vez vestida tomó unas sandalias a juego con el vestido, y para finalizar, con un movimiento de varita, rizó sus pestañas, puso un poco de brillo en sus labios y se hizo una hermosa trenza.

Una vez lista, bajó las escaleras dejando a sus padres sorprendidos. Éstos al verla se dieron cuenta que su pequeña hija ya estaba convertida en toda una mujer.

—Te ves hermosa. –dijo un señor Granger aún sorprendido al ver a su niña– Deberías desayunar antes de irte. –esto último lo dijo con falso reproche.

—Lo siento papá, –dijo Hermione mientras le daba un beso en la mejilla a él y a su madre– Pero he quedado de comer con Harry y Ron.

—No te preocupes querida, –esta vez fue su madre quien habló– solo no llegues tan tarde.

—Cuenta con ello. –dijo Hermione con una sonrisa y se despidió– Bien debo irme, los veo más tarde –así la castaña se fue rumbo al Callejón, sin dejar de pensar en el maravilloso día que pasaría junto a sus amigos.

Hermione P.O.V

Una vez en el Caldero chorreante, me dirigí hasta el final del bar y con la varita trace la contraseña para que me diera paso al Callejón Diagon. Una vez dentro me dirigí a la tienda de Madam Malkin.

—Buenos días –dije con una sonrisa.

—Oh! Señorita Granger que gusto verla por aquí –me saludó de forma muy efusiva, lo cual me sorprendió bastante– ¿En qué puedo ayudarla?

—Eh... Solo necesito túnicas nuevas y una capa negra por favor –dije.

—Claro. –me dedicó una sonrisa, se dio media vuelta y se dirigió al final de la tienda. Pasado unos cinco minutos volvió con lo que pedí– Aquí tienes querida. Suerte este año, ya que la necesitarás, y mucho –solo sonreí ante aquel comentario, pagué y salí.

Una vez fuera me dirigí a la librería Flourish y Blotts, al entrar ahí, mis sentidos se revolucionaron con el aroma de los libros nuevos. Mientras pasaba por cada una de las estanterías decidiendo qué libro llevaría aparte de los que piden en el colegio, me detuve ante uno muggle que llamó mi atención, se llamaba "La mecánica del corazón", lo cogí y cuando di la vuelta lo vi. Era Draco Malfoy, la persona que más odio y que sería la última a la que quisiera encontrarme.

—Vaya, vaya. Pero si es Granger la sabelotodo –dijo con una sonrisa arrogante y llena de odio.

—¿Qué quieres Malfoy? –dije un tanto fastidiada por su presencia.

—Granger esa no es manera de tratar a personas que son superiores a ti –dijo en tono burlón– ¿Es que acaso tus padres nunca te enseñaron modales?

La profecía (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora