La verdad oculta

1.4K 96 23
                                    

Narrador P.O.V

Al entrar a la habitación que pertenecía a Draco, lo único que se podía percibir era el olor a cigarrillos y whisky que invadía la estancia. Todo estaba en penumbras, ni un mísero rayo de luz se filtraba a través de las cortinas verdes. Obviamente eso no era todo, había destruido su habitación por completo. Con suerte lo único que seguía intacto, era la cama.

El chico había bebido hasta caer en la inconsciencia, quería alejarse de la realidad por un momento. Más que nada, quería pensar que la mezcla entre alcohol y cigarrillos, sería una buena forma de acabar con sus problemas. Pensaba que así, traería de vuelta a su madre y a Hermione.

Pero no, esa no era la solución a sus problemas. Estaba completamente solo en aquella mansión; su padre había iniciado su búsqueda hace casi dos días y eso no era un consuelo. ¿Acaso también se quedaría sin padre? ¿Llegaría con vida? ¿Sus padres volverían junto a él? ¿Hermione lo haría? Esas eran unas de las tantas preguntas que se hacía constantemente.

Él, había perdido la noción del tiempo. De lo último que se acordaba era que después de que su padre se marchara, había comenzado a destruir todo lo que estaba en su cuarto para luego, comenzar a beber y fumar sin parar. Necesitaba una señal que le advirtiera que todo estaría bien, necesitaba saber que en algún momento todo volvería a la normalidad.

Un golpe… un grito… otro golpe… más gritos.

El Slytherin solo oía murmullos, creía escuchar su nombre a lo lejos pero no estaba seguro. Llevaba casi dos días sin dar señales de vida, sin siquiera aparecer por las calles de Londres mágico. No había comido nada, solo bebía y fumaba para ahogar sus penas. Después de todo, siguió el consejo de Theo, se encerró en su habitación y se puso a beber.

Su corazón se partía a cada minuto, no tenía las fuerzas necesarias para levantarse y comenzar a buscar por cualquier lado a las dos mujeres más importantes que tenía.

Más golpes… más gritos.

El rubio apenas y podía mantener el hilo de sus pensamientos. Su cordura y razonamiento no daban a vasto, estaba sumido en un especie de trance emocional del cual, no podía salir.

Una puerta abriéndose de golpe… preguntas que no obtenían respuesta…

Escuchaba su nombre mucho más cerca, quería contestar. Quería reír y decir que estaba bien, que solo era una broma, pero no podía. Lo intentaba, intentaba levantarse y salir a encontrar a aquella persona que lo llamaba.

Las pisadas se oían con mayor claridad con el paso del tiempo… La persona que gritaba su nombre no venía solo…

¿Un minuto? ¿Dos minutos? No sabía qué tan rápido era el paso del tiempo. La puerta de su habitación estaba tratando de ser abierta, quería sacarle el seguro pero no podía levantarse del suelo, todo era oscuridad para él.

La puerta por fin se abrió y divisó una figura alta y delgada que se acercaba rápidamente. Un insulto hacia su persona resonó por todo el lugar. Rió internamente.

Draco, mírame. –fue lo último que escuchó antes de caer en la inconsciencia, una vez más.

**
Charlotte Smith, quien resultó ser la famosa chica misteriosa, se encontraba en la tranquilidad de su hogar. Leía con devoción El Profeta.

“DOS SECUESTROS EN MENOS DE UNA SEMANA.” Rezaba el titular del periódico aquel día.

Leía cada línea con sumo cuidado, queriéndose guardar toda la información que ahí salía. Sus retorcida mente, maquinaba que otra cosa hacer para ver sufrir a los amigos del rubio.

La profecía (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora