San Mungo y tres visitas inesperadas

2.7K 188 22
                                    

Narrador P.O.V

La navidad había pasado y con eso, las esperanzas de que algún día Hermione despertara. Hacían lo posible por mantenerla con vida, sabían que si no ponían todos sus esfuerzos en la recuperación de la castaña, estarían más vulnerables a que siguieran atacando a personas inocentes.

Quién iba a pensar, que justamente ella sería una de las víctimas de tal brutales ataques. Sus amigos estaban impacientes, sobre todo Ron; se dio cuenta de lo difícil que sería si ella ya no estaba más. El peso que tenía su conciencia estaría siempre, se dio cuenta que era una chica maravillosa y que lo quería a pesar de todo pero decidió cambiarla por alguien más.

Harry trataba de ser fuerte pero no podía. No cuando su mejor amiga estaba luchando por salir de esto. Le hubiera gustado ser él el que estuviera en dicha situación, pero no era así y nunca lo sería. Quería gritar y hacer sufrir a todo aquel que estuviera entrometido en esto pero, sabía que eso no era correcto.

Así era como los segundos se transforman en minutos y estos en horas y finalmente en días y, para la desgracia de todos nada había cambiado hasta entonces.

**
Una altiva mujer rubia caminaba por los pasillos de San Mungo. Quién la veía agachaba la mirada porque sus ojos eran capaces de transmitir una seguridad infinita que hacía temblar hasta al mismísimo Merlín.

—¿Cuál es la habitación de la señorita Granger? –había preguntado.

La enfermera que la vio titubeó un segundo antes de responder.

—Quinto piso, habitación 510.

—Muchas gracias.

Partió rumbo a donde se encontraba la chica, quería asegurarse de estar haciendo lo correcto. Si su marido se enteraba, tendría serios problemas aunque eso no la intimidaba en lo absoluto, temía que la dejara sola como suele hacerlo cada vez que se enoja. Y justo ese día no había sido la excepción, se había ido porque defendió a su hijo con el tema de su ex novia.

Al llegar vio a la chica un tanto pálida, conectada a miles de tubos que le proporcionaban el oxígeno necesario. Una pena la invadió y no supo el porqué, se acercó sigilosamente preguntándose si esto era normal, si aún respetaba sus creencias.

—Así que es verdad –comenzó– lamento tanto esto –luego de unos segundos agregó– Realmente mi hijo tenía razón al decir que eres bella..

Un nudo se formó en su garganta al pensar en él. Si Draco se enteraba que estuvo ahí le reprocharía el hecho de no haberlo llevado a verla.

—¿Qué le hiciste? –hablaba con la voz ilusionada– Nunca había visto aquel brillo en sus ojos cuando habla de ti. Fue tanto el impacto que causaste en él que hasta terminó con la hija de los Parkinson.

Se cayó un momento, creyendo que Hermione estaba analizando sus palabras pero la realidad era otra. Ella estaba en un estado en el cual no se sabía si podía escuchar.

—Espero te recuperes –se pasó la mano apartando una lágrima de su mejilla–. Serás bien recibida en mi casa cuando mejores, me encantaría conocerte y saber si es verdad lo que todos hablan de ti.

Se paró dedicándole una última mirada y salió. Su corazón se oprimió y unas ganas de volver la invadieron, pero ya habría tiempo para volver a hablar con ella.

Iba tan apresurada que no se percató que Harry Potter la había visto salir de aquel lugar. Se preguntaba qué tenía que ver Narcissa con su amiga, ¿y si le había hecho algo? Ante tal pensamiento se apresuró a entrar dándose cuenta que seguía igual.

Se relajó pero solo un momento, ¿por qué la señora Malfoy estaba ahí? ¿Qué era lo que pretendía? Vio a su amiga, se veía tan tranquila. Hasta extrañaba su ceño fruncido mientras leía un libro o hacía una tarea. La extrañaba más de lo que podía imaginar.

La profecía (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora