Promesas

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Narrador P.O.V

Charlotte seguía inmóvil, procesando toda la información que acababa de recibir. Su cerebro trataba de analizar cada una de las palabras pero, no quería asumir la realidad. Todos sus pensamientos fueron interrumpidos cuando una voz resonó en el lugar.

—Si de verdad valoras tu vida, es mejor que la traigas de vuelta. –habló Cygnus.

—No puedo, está todo planificado mi señor. –sabía que se estaba metiendo en graves problemas, pero le daba igual– Lo lamento, pero ella tendrá que morir. –finalizó.

El señor Black estaba colérico, ¿cómo se atrevía a desobedecer una orden que él le daba? No iba a permitir que su hija muriera. A pesar de toda la maldad que había en su corazón, estaba tratando de salvarle la vida a su preciada niña.

De verdad lamentaba muy en el fondo, el querer matar a Draco, su nieto. Pero debía hacerlo, uno de los dos debía morir. Tenía muy presente el dolor que le causaría a Cissy y Lucius. Sabía que era muy egoísta de su parte querer arrebatarle la vida a un joven tan lleno de vida, que tenía todo un futuro por delante pero, el querer el poder, era mucho más tentador que dejarse morir.

Trató de calmar su respiración y se acercó a paso peligroso a la chica, la agarró de los hombros y la zarandeó bruscamente.

—No me importa lo que hayas planificado, la quiero sana y salva. –habló muy pausadamente– ¡Ahora!

La chica contuvo el aliento, todos sus malévolos planes dieron un vuelco imprevisto. ¡Diablos! Aquella revelación fue demasiado inesperada para ella. Ahora nada tendría sentido si perdonaba la vida Narcissa.

—Quiero que vayas a buscarla, a donde sea que la tengas, y la dejes en San Mungo. –espetó.

—Pero señor…

—Nada de peros, ve inmediatamente. –ordenó– Tienes dos horas, no hay más tiempo. Si para ese entonces ella no está en el hospital, ten por seguro que me encargaré de buscarla por cielo, mar y tierra; y a ti, te haré pagar hasta las últimas consecuencias.

La soltó del brusco agarre y se marchó, dejando a una joven pasmada del asombro y con el miedo latente en cada una de sus venas.

**
—Harry, cariño –habló Molly– Debes comer algo.

—Fue mi culpa… –se torturaba repitiendo eso tanto en su cabeza como en voz alta– No debí dejar que fuera sola.

—Vamos Harry, –lo animó Ginny– no es tu culpa. Nadie pensó que pasaría algo así. Deja de torturarte, por favor. Ya aparecerá –intentó tranquilizarle.

En cierta forma tenía razón, nadie se esperaba algo así.

Llevaba dos días echándose la culpa. Desde aquel día en que Draco lo dejó solo en la casa de los gritos, el azabache pensaba una y otra vez, el que hubiese sucedido si él también hubiera estado ahí.

¿También habría sido secuestrado? ¿Estaría con vida? ¿Estaría con Hermione?

Preguntas, preguntas y más preguntas.

Quería hacer algo para traer de vuelta a su mejor amiga. Le dolía. Dolía el saber que nuevamente estaba en peligro y él, no podía hacer nada.

Molly y Ginny no sabían qué más hacer para subirle el ánimo. Ron estaba preocupado, pero tampoco sabía qué hacer; y los gemelos... Bueno los gemelos hacían toda clase de idiotez para sacar aunque sea, una sonrisa por parte de su futuro cuñado.

¡Merlín! Esto era agotador, tanto física como mentalmente, para todos.

Los minutos corrían incesantes y desprevenidos. Corrían como el agua en un río, sin prisa, lentamente y de manera sutil… Era como una lenta y torturadora caricia.

La profecía (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora