Conversaciones -parte 1

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Narrador P.O.V

Desde aquel suceso nada volvió a hacer igual, los días pasaban lentos y cansadores. En la sala común de Gryffindor todos estaban alerta, en especial Harry. Se le hacía muy difícil pensar quién querría hacer daño a alguien de su casa.

Mientras tanto en la sala común de Slytherin todos estaban extasiados, esperaban que fuera alguien de su casa el que realizó el ataque. Pero claro, ellos no podían confirmar nada debido a que no sabían la identidad de la chica misteriosa.

No muy lejos de ambas salas comunes, la chica, estaba como siempre en la sala de los menesteres tratando de descifrar un pergamino con un mensaje en latín. Cansada, decidió sentarse en un mullido sillón que había. Cerró un momento los ojos y al abrirlos se encontró con su mentor.

—Mi Lord –se paró rápidamente e hizo una reverencia– ¿qué lo trae por aquí? Y, ¿como entró?

—Oh querida, debes saber que un viejo mago como yo tiene sus trucos.

—Claro que sí, lo lamento.

—Supe que Leblanc salió casi ileso del ataque, ¿por qué? –preguntó el mago sentándose en el sillón.

—Al parecer, mi señor, los tratamientos que le proporcionaron al chico funcionaron. Según los médicos de milagro despertó.

—¿Y se puede saber que hiciste mal? –alzó la voz y se puso a dar vueltas por la habitación– Si no hubieras escuchado a Dumbledore hablar con el ministro jamás te hubieras enterado que el chico se despertó y que casi abre la boca.

La chica estaba asustada, nunca había sentido tanto miedo como en ese momento. Su mentor tenía motivos para querer castigarla después de todo, lo que pasó fue una negligencia.

—Mi señor, yo...

—Calla –ordenó– tu padre tenía razón cuando dijo que no estabas lista para asumir una misión de tal magnitud, eres incompetente.

—¡NO LO SOY! –exclamó furiosa– sé muy bien que cometí un error y que casi me cuesta mi identidad, pero eso sirvió para darme cuenta que debo emplear una magia mucho más oscura, sino a todo aquel que ataque le darán unas cuantas pócimas y listo, estará curado.

—Eres una insolente –le propinó una bofetada por tal atrevimiento.– ¿Cómo te atreves a alzar la voz a quién te ha enseñado todo lo que sabes? Eres una vergüenza para mi. Solo espero que cumplas con el objetivo sino tus días y los de tu padre estarán contados.

Fue así como el mentor de la chica se fue, ella quedó tan mal que lo único que pudo hacer fue llorar de rabia e impotencia. Demostraría que podía confiar en ella y que cualquier misión que le encomendaran sería cumplida al pie de la letra y sin fallas.

En otro lado del castillo, específicamente en la biblioteca se encontraba Hermione. Estaba muy concentrada leyendo el libro de Historia de la magia que no se percató que cierto pelirrojo se sentó junto a ella.

—¿Hermione? –ésta alzó la vista y sonrió levemente.

—Ron –su voz era casi inaudible– ¿q-qué necesitas?

—Nada, yo... –tomó aire– s-solo quería disculparme por mi actitud, sé que te hice daño y si no quieres volver a hacer mi amiga lo entenderé, eres una gran chica y no mereces sufrir por alguien tan idiota como yo.

—Yo... no sé si pueda perdonarte Ron, aún estoy procesando todo lo que pasó.

—Comprendo. Entonces te daré tiempo y cuando tomes una decisión solo dímelo.

—Bien, te lo agradezco.

—Debo irme Herms, nos vemos más tarde en la sala común, adiós.

En cuanto Ron se fue, Hermione rompió en llanto. No sabía si sería capaz de perdonar una traición a su confianza. A poco metros de allí cierto rubio vio toda la escena y también escuchó. Se aproximó con sumo cuidado y dejo un pequeño pergamino y un pañuelo. Cuando la castaña se percató de esas dos cosas levantó la vista pero ya no había nadie.

Debes dejar que las cosas fluyan Granger, no deberías llorar por idiotas como él.

pd: si quieres conversar estaré esta noche en el lago. D.M

Sonrió con esa nota porque sabía a quién pertenecía. Últimamente se toleraban, no habían peleas, ni miradas llenas de odio. Solo indiferencia. ¿Debería ir al lago a conversar con Malfoy? ¿Y si le hacía algo? No, no y no, era mala idea hacer eso.

Harry por su parte estaba asustado por los últimos acontecimientos, pero también estaba ansioso porque faltaban días para pedirle matrimonio a Ginny. Estaba terminando de preparar los últimos detalles de su gran sorpresa. Esperaba que su novia ahora entendiera el motivo de sus desapariciones y de su actitud tan misteriosa.

Ginny estaba nerviosa, creía que su novio la engañaba con otra ya que, desaparecía por horas y estaba distante con ella. Sí, se imaginaba lo peor. Y es que el ejemplo de Hermione la hacía estar mucho más alerta en su relación. Mientras daba vueltas por su habitación la castaña entró sin avisar.

—Ginny, debemos hablar.

—Sí, debemos. –la pelirroja agradeció a Merlín por haber mandado a la castaña.

—Ron me fue a pedir disculpas por lo que hizo y no sé si debo perdonarlo.

—Vaya –fue lo único que salió de su boca– Eso es… sorprendente.

—Si que lo es. Además –agachó la mirada– Malfoy me dijo que esta noche irá al lago por si quiero ir a conversar.

—Espera, espera. ¿Hablamos del mismo Malfoy qué conozco?

—Me temo que sí.

—¿Irás?

—No lo sé, quizá me quiere hacer algo.

—Pienso que deberías ir.

—Claro que no, ahora dime ¿qué sucede?

—Oh nada, ya habrá tiempo para eso, ahora ve a arreglarte.

—¡Qué no iré Ginny!

—Vamos muchacha, no tenemos tiempo y ese pelo parece escoba. –dijo mientras iban a la habitación de la castaña.

Ambas amigas se dedicaron a arreglarse. Hermione no estaba segura de ir, pero decidió hacer como que si quería solo para que su mejor amiga la dejara tranquila. Ya después tomaría la decisión de si ir o no ir al lago a conversar con Draco. Por mientras seguiría el juego. Debía aclarar su mente y no necesariamente sería conversando con el hurón albino..

La profecía (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora