Narrador P.O.V
El verano había llegado en gloria y majestad, el cálido sol alumbraba desde las alturas a todo aquel que caminaba por las calles del Londres tanto mágico, como muggle. Hermione Granger iba caminando distraídamente hacia un parque que quedaba cerca de su hogar, aquella mañana iba a verse con su rubio. Las cosas entre ellos iban de lo mejor y los amigos de la castaña por lo menos ya tenían todo asumido; ahora solo faltaban los amigos y padres de Draco y todo estaría listo, o eso creían.
Con el pasar de los días se fueron dando cuenta de que tenían algo en común el uno con el otro. Que irónico era pensar, que hasta ellos creían que eran diferentes, pero la verdad es que en el fondo, sus almas y corazones eran iguales; dos personas con la necesidad de encontrar a alguien que los guíe al camino de la felicidad, dos personas con la necesidad de ser queridas como se merece.
Pero no siempre todo es color de rosas. Siempre hay terceras personas que quieren destruir la felicidad del otro, pero bueno, eso ellos no lo saben.
El día, en aquel parque, estaba tranquilo, en el aire se respiraba una paz indescriptible, parecía un sueño. No se escuchaban las bocinas de los autos, no se veían personas caminando apresuradamente, sólo se oía el cantar de los pajarillos que revoloteaban entre los árboles. Cerca del parque había un estanque, en él, unos pequeños patitos nadaban tras su madre. Sí, era un lugar espectacular.
Draco observaba maravillado el lugar al que había sido citado por su castaña. Estaba tan maravillado que no se percató cuando alguien lo abrazó por la espalda.
—Veo que te ha gustado el lugar.
—Simplemente magnífico, –dijo dando la vuelta y abrazando a Hermione– como tú.
Ella aún no se acostumbraba a la idea de que él, el gran Draco Malfoy, estuviera con ella, disfrutando de la tranquilidad del lugar, diciéndole cosas tan dulces como esa.
—Oh no, ya vas a empezar, Malfoy –dijo riendo.
—¿Ahora soy Malfoy nuevamente? –habló haciendo un puchero.
¡Demonios! Hasta haciendo eso se veía endemoniadamente guapo. No podía resistirse a eso, él en muy poco tiempo se había convertido en su debilidad, en su todo. Pero él no se quedaba atrás, tampoco podía resistirse por mucho tiempo a ella, su risa embriagaba sus sentidos y qué decir de sus ojos, lo hipnotizaba de tal manera que fácilmente haría lo que ella quisiera.
—Deja de quejarte, hurón.
—¿Alguna vez te he dicho que te quiero?
—Creo que no –rió por lo bajo.
—Pues te quiero, Hermione Granger.
—Y yo a ti, Draco Malfoy.
Se fundieron en un beso, uno muy dulce y tierno. Luego de eso, se dispusieron a merendar, Hermione había llevado consigo una canasta llena de dulces, jugos, pasteles y un sinfín de manjares; ese rato en el cual comían y bebían, se pasó extremadamente rápido, no se daban cuenta de lo que pasaba alrededor de ellos hasta que, un rayo de luz pasó muy cerca de sus caras.
—¿Qué fue eso? –preguntó la castaña asustada.
—No lo s… –habló Draco, pero fue interrumpido ya que, otro rayo de luz pasó por su lado– Vamos Herms, ¡corre!
Ambos se pararon, qué importaba que sus cosas quedaran tiradas, sus vidas eran más importantes. Siguieron corriendo a la vez que los rayos se hacían más frecuentes. Draco lanzaba hechizos protectores los cuales no servían de mucho porque la persona que los atacaba era más poderosa que su encantamiento; al llegar al final del parque ambos fueron absorbidos por una especie de nube la cual los dejó en algo parecido a un bosque.
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La profecía (pausada)
Hayran KurguHermione Granger y Draco Malfoy cursarán el sexto año en el colegio Hogwarts de magia y hechicería, pero lo que ellos no saben es que una nueva profecía se ha formado. Una profecía que marcara sus vidas, les traerá felicidad pero a la vez dolor y su...