Narrador P.O.V
Luego de aquel ataque, Dumbledore puso más atención a todo lo que pasaba en el castillo, hasta lo más insignificante lo sabía. Luego de la cena, los alumnos tenían quince minutos para llegar a su sala común ya que, el toque de queda empezaba después de los minutos estipulados.
—Luego de la cena tendrán quince minutos para llegar a sus respectivas salas comunes –dijo ese mismo día en la cena– todo alumno que sea sorprendido fuera de la cama a deshora, será sancionado.
Muchos alumnos no estaban de acuerdo pero, si era para resguardar la seguridad del castillo tendrían que acatar las órdenes. No podían imaginar quién querría hacer daño a un chico de cuarto año. Por lo que sabían, Adam Leblanc era un buen alumno perteneciente a Gryffindor, era el nuevo guardián del equipo de Quidditch y además era todo un rompe corazones a sus 14 años.
El director estaba muy pendiente del chico, su estado de salud aún era grave y no sabían si sobreviviría. La magia utilizada era muy poderosa y oscura... si lograba vivir sería un milagro. El ministerio por su parte empezó una investigación dada las circunstancias y el peligro que los alumnos posiblemente corrían dentro del castillo. Hasta el momento no había ningún sospechoso pero eso no significaba que el caso quedaría hasta ahí.
El ministro de magia, Kingsley Shacklebolt, decidió ir a visitar al director de Hogwarts para saber si podía recolectar información útil sobre el atentado. Iba hacia su despacho cuando lo topó en los pasillos.
—Albus, qué gusto verte –dijo el ministro.
—Lo mismo digo Kingsley, ¿qué te trae por aquí mi viejo amigo? –preguntó con su usual tono de voz.
—Quería saber si me podrías proporcionar información respecto al ataque al alumno de Gryffindor.
—Oh sí, sí. Justo ahora venía de hablar con la señorita Pomfrey.
—¿Y bien?
—El muchacho a despertado –a Kingsley se le iluminaron los ojos.– Esta tarde iré a visitarlo para ver si me puede decir quien le hizo daño.
—¿Te puedo acompañar?
—Claro que sí. Creo que la información que nos dé, será muy útil a la hora de encontrar al responsable.
Ambos siguieron conversando en el pasillo, lo que ellos no sabían es que cierta chica estaba escuchando todo. Su piel se erizó cuando supo que el león había despertado, si su maestro se enteraba de lo sucedido, la castigaría y no podía darse ese lujo. Por eso sus cinco sentidos se pusieron en alerta y casi inmediatamente se le vino un plan a la mente.
Más tarde en San Mungo.
Albus Dumbledore iba caminando a paso firme por los pasillos del hospital acompañado del ministro de magia. Ambos hombres, imponían respeto y admiración. Al entrar al cuarto del chico vieron a una enfermera revisándolo.
—Señor Leblanc, que bueno que haya despertado. –habló el director.
—Queríamos saber si nos podría proporcionar información acerca del atentado que sufrió. –esta vez habló el ministro.
—No creo que sea conveniente forzarlo a hablar –añadió la enfermera.
—Es de suma urgencia que nos diga quién fue el responsable señorita –Dumbledore se ajustó las gafas de media luna.– Además, tenemos el permiso del doctor para hacerle las preguntas que sean necesarias.
—Bien... solo espero que no le de por gritar de nuevo, nos ha costado mucho que esté así de relajado.
—No se preocupe, ¿nos puede decir que pasó ese día señor Leblanc? –comenzó Kingsley.
—Y-yo v-venía de la sala común c-cuando ella apareció –dijo agitadamente.
—¿Ella quién? –dijo Dumbledore.
La enfermera al percatarse que estaba muy agitado interrumpió.
—Señores no quiero ser impertinente pero, el paciente no debe alterarse.
—Esa chica... yo no sé de dónde apareció, solo llegó y dijo una palabras raras y luego me apuntó y no supe de mí hasta que desperté aquí. –dijo tan rápido que comenzó a alterarse y convulsionar.
—Deben salir debo aplicar un sedante. –ninguno de los dos hombres quería salir así que la enfermera tuvo que gritarles.– ¡Ahora ya!
Ambos, anonadados por el comportamiento del chico salieron para hablar con el doctor. Al llegar a recepción encontraron al doctor, éste al verlos les preguntó cómo les fue.
—Y bien, ¿pudieron hablar con él?
—Sí –dijo director.
—Pero se ha alterado bastante y la enfermera nos pidió salir para aplicar un sedante. –ahora habló el ministro.
—¿Qué enfermera? –dijo el doctor atónito.
—La que estaba con el muchacho cuando llegamos –respondieron al unísono.
—El paciente no está a cargo de ninguna enfermera hoy –exclamó.– Es más, la que tenía esta tarde se tuvo que retirar porque de la nada se desmayó.
Tanto el ministro como Dumbledore quedaron tan sorprendidos ante la confesión del doctor, que los tres partieron corriendo a la habitación del Gryffindor. Al llegar lo vieron con los ojos sumamente abiertos y solo.
—Señor Leblanc –dijo el doctor– ¿se encuentra bien?
—¿Qué pasó? –dijo el muchacho– lo último que recuerdo fue que iba saliendo de la sala común y me tropecé con las escaleras.
—¿No recuerdas nada más? –preguntó un esperanzado Kingsley.
—No –dijo– ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
—Más de una semana –dijo el doctor que estaba tan sorprendido como los otros dos.
Le hicieron un par de preguntas más y cuando salieron el doctor habló.
—Le han modificado los recuerdos señores. –habló penosamente– Lo que significa que esto ha sido planeado con antelación, también explica el porqué la enfermera que estaba a su cuidado se desmayó sin razón.
—Alguien nos ha oído hablar en el pasillo Dumbledore.
—Esto no puede ser –dijo con voz queda– El castillo no es seguro para nadie ahora.
—Trataremos de hacer todo lo posible para que recuerde en algo lo que pasó aquel día. Por el momento deberá quedarse. Lamento que no hayan conseguido las respuestas que querían.
Ambos hombres se despidieron del doctor y partieron rumbo a Hogwarts para hablar en la tranquilidad del despacho del director. Al mismo tiempo que llegaban, otra persona lo hizo también pero en otro lado del castillo. Esa chica era muy astuta y borrarle los recuerdos al chico fue una muy buena estrategia.
Habitación del chico después que Dumbledore y Kingsley salieran.
—Tú, muchacho inútil –dijo mientras volvía a tomar su forma natural– me has decepcionado.
—T-tú –habló asustado– ¿qué haces aquí? ¿por qué haces esto?
—Tengo mis razones querido, ahora no debes contar nada de lo que sabes o sino tu destino será peor que el de tu padre.
—¡Callate! –exclamó– No hables de mí padre sino lo conoces.
—Oh, claro que lo conocí. Solo espero que no corras con su misma suerte. –habló mostrando su perfecta dentadura– Hasta luego querido Adam Leblanc.
—¿Qué haces maldita? Pagarás por lo que estás haciendo.
—Lo dudo –susurró– Obliviate.
Y así borró los recuerdos del chico. No le sirvió de mucho despertar si después se los borrarían y modificarían. Esa chica era despiadada, no sentía compasión por nada ni por nadie. Hacía todas esas cosas solo para obtener beneficios y así ascender a lo más alto, costara lo que costara. Pero como siempre, nadie sabía que aquella chica era capaz de hacer lo que fuera para que la profecía no se cumpliera.
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La profecía (pausada)
Hayran KurguHermione Granger y Draco Malfoy cursarán el sexto año en el colegio Hogwarts de magia y hechicería, pero lo que ellos no saben es que una nueva profecía se ha formado. Una profecía que marcara sus vidas, les traerá felicidad pero a la vez dolor y su...