Capítulo 31

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Mientras tanto con Julianna y Maddison las cosas no estaban del todo bien.

-No lo digas –dijo Julianna mientras volteaba la mirada para evadir la de su amiga.

-¿Decir qué? Tú lo sabes perfectamente, no tengo porque recordártelo.

-Sé que estuve mal pero ¿de verdad quieres que le diga? ¿Qué ya no pague suficiente?

-Lo verás algún día, no podrás evitarlo. Lo siento pero es verdad.

-Ya, ok entiendo. Cuando me pueda levantar de esta cama le diré ¿ok?

-Pero, me gustaría entender ¿Por qué?

-El pobre se estaba muriendo ¿Qué querías que hiciera? Por favor tampoco soy una piedra. Lo único bueno es que se salvará.

-Para él. Tú no.

-Ash, ya para por favor que me duele la cabeza.

-Julia, lo siento –Maddie dio un profundo suspiro mientras caminaba en círculos viendo a su amiga quien estaba acostada en una cama justo a su lado–. Yo solo quiero que te evites conflictos y... aunque no quieras que yo esté involucrada, te apoyaré, estaré ahí contigo. Porque de una manera u otra yo te ayude...

-No, te meterás en un problema.

-Ey, es mi decisión. Además no creo que se vaya a molestar contigo, al menos no gravemente –intentaba consolarla su amiga quien se sentó al borde de la cama y le acaricio gentilmente su brazo–. Tenías que haberle avisado, Julianna.

-Hablaré con él en cuanto pueda, te lo prometo.

-Bien –dijo ella. Luego se abrazaron fuertemente–. Ahora descansa, yo mientras veré si puedo salvar tu celular –dijo mostrando el destruido celular de Julianna.

-Dime que al menos la memoria se podrá salvar.

-Veré que puedo hacer, descansa –dicho esto salió de la habitación.

-Desearía dormir hasta que esto se resuelva –dijo Julianna para sí misma, luego se acomodó en la cama y cayó dormida en un profundo sueño.

***

Una hora más tarde Maddison recibió esa llamada, la cual no sabía si contestar o no. Si atendía ¿Qué se supone que le diría? Y si no, quizás empeoraría las cosas. Al final optó por contestar.

-Bueno...

-¿Julianna? Habla Gianluca.

-No, es Maddison su amiga.

-Hola, lo siento. ¿Estás con ella?

-No, ella se quedó dormida en la clínica y la hora de visitas se había terminado así que me fui. ¿Le quieres dejar algún mensaje?

-Sí, de hecho. Pero me gustaría decírselo personalmente, ¿Dónde están?

-Estamos en... Sabes Gianluca, realmente no es necesario, ella se irá de vuelta a Venezuela en dos... -Shit... pensó Maddison.

- ¿Venezuela? Dónde están, ¿Por qué no está ella en Venezuela? Se supone que tiene trabajo.

-Tuvo que salir pero ocurrió un accidente, así que...

-Por favor dime qué pasa, estoy desesperado ¿sabes? Te prometo no molestarme, yo solo... yo solo quiero que ella esté bien.

-Estamos en Nueva York, te explicaré todo pero tiene que ser personal.

-Ok, mañana mismo me iré para allá. Y gracias.

-Nos vemos entonces.

Colgó la llamada. Julianna me va a odiar, pero tengo que... pensó para sí misma y siguió su camino.

***

Devuelta con los chicos, todo parecía estar bien, al menos nadie sabía o sospechaba algo de lo ocurrido. O al menos eso creía Gianluca, pero aún así no le dio mucha importancia al asunto pues tenía otras cosas en qué pensar y una de esas era Julianna, algo estaba pasando, no sabía que tan malo era pero de algo si estaba seguro: no sería fácil.

-Ey, ¿Celebramos? –sugirió Piero mientras se colocaba en el medio de sus dos compañeros y los abrazaba. El concierto había salido de maravilla y quería celebrar por ello.

-Pues claro, nos lo merecemos –dijo Ignazio felizmente.

-Yo no lo sé chicos, mañana tengo que salir –dijo Gianluca.

-¿Cómo que salir? ¿A dónde? –preguntó Piero mientras detenía su paso tajantemente.

- ¿Podríamos ir a un sitio más privado por favor? –sugirió Gianluca en un tono que solo podrían escuchar ellos dos. Amos asintieron y caminaron hasta un camerino que estaba vacío.

-Ahora sí, dinos –dijo Ignazio mientras se sentaba en una silla. Piero solo se quedo recostado de la mesa frente al espejo.

-Hable con Julianna, pero no desde su teléfono, desde el de su amiga Maddsion. Ella está en un hospital en Nueva York...

-¿Hospital dices? ¿Qué le paso? –preguntó Piero preocupado por la situación, su amiga estaba en el Hospital y no sabía.

-Iré mañana a verla. Pero no sé nada, no sé que le paso, cómo o por qué está allá, se suponía que estaría en Venezuela. Hay algo raro.

-¿Y cuántos días te irás? Recuerdas que navidad está por venir, tu familia...

-Lo sé Ignazio. Estaré lo necesario.

-Ok, por favor mantennos informados. Yo debo irme un momento, ¿si?, ya regreso –dijo Piero quién salió rápidamente del camerino. Cuando estuvo afuera buscó un lugar poco concurrido. Sacó su celular y marcó un número de teléfono.

-¿Bueno? –dijeron al otro lado de la línea.

-Hola, soy yo Piero.

-Hola, tanto tiempo sin hablar. ¿Cómo estás?

-Yo estoy bien, ¿y tú?

-Bien, supongo. A decir verdad un poco estresada –hubo un suspiro y un momento de silencio, luego la otra voz habló de nuevo–. Sé por qué llamas, pero no creo que sea buena idea que seas el primero.

-No es necesario, ya lo sé todo.

-¿Cómo? Si eso paso hace una semana, ni siquiera han hablado...

-No hace falta... Mira, solo quiero que cuides de ella, y de ti.

-Lo haré, gracias. En serio quiero decirte.

-No te preocupes por eso, si mi exnovia y amiga hubiesen pasando por esa situación yo también lo haría.

-Y ¿Cómo es que lo sabes?

-Elliot... hable con él el día anterior al accidente. Me pidió que fuera pero le dije que tendríamos el concierto. Me dijo que Julianna estaba allá visitándolo, lo felicité por haber superado su enfermedad. Pero después de eso no hable con él, así que solo sé el por qué ella está allá. ¿Cómo fue ese accidente?

-Pues...

-Tengo tiempo, Maddie.

-Ok... -respondió ella seguido por un suspiro.

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