4: Regreso.

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Estoy decidido, ya tengo la edad suficiente como para que mis padres me prohíban poder hacerlo, además del dinero. No me quedare de brazos cruzados otra vez, no ahora que me siento demasiado solo. Perdí a varios de mis amigos de la universidad por medio de las drogas, se sobrepasaron y así fue como terminaron. Nunca me atreví a usarlas, no me gustaba el simple olor, pues mi nariz era bastante sensible, digo, soy un zorro, ¿no?

Después de varias propuestas de parejas, tanto hombres como mujeres, las rechace por completo. Me dirás, ¿Acaso soy un maldito rompe corazones? No, solo que ya le tengo un lugar muy dentro de mi corazón a una persona bastante especial, a un pequeño lobo gris de ojos blancos, Thomas.

La vida en Londres es bastante difícil, mas con su ausencia. No solo porque es un poco difícil entender su acento tan característico, no solo porque aquí se conduce al revés los automóviles a pesar de estar suspendidos en el aire. No solo porque batalle demasiado para identificarme en aquella ciudad, realmente me resulto difícil pasar los primeros días sin el.

¡Joder! Cada día sentía que quería decirles a mis padres "A la mierda todo, ¡yo me regresare a Fresno con Thomas!" Que creen, desgraciadamente, solo podía decirle eso a la pared. No solo mi padre estaba ocupado, mi madre consiguió empleo allí, le pagaban bien, pero nunca viví con ellos demasiado hasta el grado de vivir en la universidad. Exacto, la universidad, repleta de los mejores estudiantes del país, aunque también algunos que no tenía ni la mínima idea de qué carajo hacían allí.

Viví infelizmente demasiado tiempo, ¿Cuánto? 5 años quizá más. No solo porque no tenía a ningún amigo, me faltaba lo más importante, ya les dije quién es. Me volví bastante frio, quizá igual de lo que era Thomas, rechace muchas salidas a bares e incluso antros, jamás me sentí atraído al uso de drogas o alcohol. Cuando un idiota le puso alcohol a mi bebida, la escupí de inmediato, sabía que era, y aunque era la primera vez que lo probaba, me supo de la mierda.

No soporte a los tipos que se ponían a fumar en el cuarto a "Escondidas", sentía que el olor se quedaba impregnado por días. Incluso me inculpaban de que yo era el que conseguía la droga, hasta que el antidoping decía lo contrario, obvio nunca conseguí esa cosa, mucho menos la use.

Aunque, sus cosas malas tienen sus cosas buenas. No era demasiado frio ni caliente. La policía estaba bien arreglada. La comida era bastante buena y extravagante. Me toco ir a Francia unos días cuando cumplí diecinueve, los caracoles no saben tan mal como pensé, aunque dan un poco de asco sentirlos en la boca.

Ahora que estoy graduado con honores en literatura y adelantado a la mayoría de las personas, puedo conseguirme un trabajo mejor, no como el de mesero que tenía, aunque bueno, a propina era buena. Ya tengo el dinero suficiente para retirarme de mi casa, ahora podía irme a Fresno de nuevo. Solo hace falta decirles a mis padres.

- Padre, tengo algo que confesarte. – Me acerque decidido a su estudio, donde se encontraba escribiendo en una computadora holográfica de última generación. Tenía una pipa en la boca, de esas muy comunes en Inglaterra, de las que usa... Sherlock Holmes, creo. Irónico, graduarte de literatura y no recordar a un personaje literario tan reconocido mundialmente.

- ¿Si, Louis? – Dijo con una voz un tanto desanimada mientras apenas me veía de reojo, a pesar de tenerlo en frente. Sacaba un poco de humo de su boca y sostenía su pipa un momento mirando lo que acababa de escribir. Él era una clase de contador o secretario o... No se la verdad, nunca me dijo con claridad.

- ¿Podrías verme al rostro? Tengo que decírtelo de zorro a padre. – Exclame un poco irritado mientras apagaba el holograma. Mi padre suspiro y me miro con un rostro de "Ya que".

Soy Doble ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora