5: Conociendo mi entorno.

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Era un día tranquilo, se oía como los pájaros comenzaban a cantar del otro lado de la ventana, la gente salía a las calles a caminar de forma tranquila, sin preocupaciones y sin miedo, desde que pusieron un sistema de policía nuevo.

Mientras, yo estaba en mi alcoba, despertándome por el irritante sol que me estaba dando en el rostro, notando que la ventana estaba abierta. Debía admitir que fuera de que el sol me había despertado, el aire que pasaba de aquella ventana era bastante cómodo y fresco. Sin más que hacer, me levante como si nada, frotando mis orbes para remover las lagañas que yacían en estos y poder abrirlos con más comodidad.

Era raro, despertar en otro sitio que no es tu cama, bueno, no en la anterior, en la que estuviste viviendo dieciocho años de tu vida. Como siempre, me levanto y me estire, y como siempre estaba semidesnudo. Miraba todas mis cosas nuevas, claro, sin contar la maleta en media habitación y varios de mis regalos de ayer.

Me dirigí al baño como si nada, mirándome en el espejo. No me sentía lo suficientemente atractivo, pero varias personas me decían todo lo contrario, que era un galán, un rompecorazones y muchísimas cosas más para idolatrarme o algo así, no lo entendía del todo.

En ese momento, Frank entro a la habitación, claro que no intento asustarme ni nada, solo me pillo lavándome los dientes, a lo que correspondí a la mirada a través del espejo. El me miraba un tanto confundido, no sabía el por qué hasta que note un sabor diferente en el cepillo, claro, no era mi cepillo. Rápidamente lo escupí y lo limpie con el agua del grifo, sonrojándome un poco, ¿cómo carajo olvide sacar mi cepillo? La costumbre, supongo.

- Buenos días, Thomas. ¿Que hacías con mi cepillo? – Pregunto un poco confundido aun. Aunque la pregunta era tonta, debí responder de un modo u otro.

- Este... Yo... Me lavaba los dientes, Jeje... Olvide sacar mi cepillo... - Exclame un poco avergonzado dirigiéndome a donde mi maleta para sacarlo, junto con otros objetos de higiene personal. Me dirigí de nueva cuenta al baño y comencé a lavar mis dientes ahora con mi cepillo, dejando en una clase de shock y confusión a Frank.

- Bueno, hice café por su gustas, solo sírvete. – Susurro para revolver mis cabellos un poco y dirigirse de nueva cuenta a donde sea que allá salido. Después de terminar con mi higiene personal, me dirigí a la cocina, claro, en bóxer. Como dijo Frank, el café estaba listo, por lo que solo me serví en una taza y me dispuse a beberlo cómodamente.

- ¿Hm? – Era café negro, ¿será que lo bebe como yo? En fin, es muy poco probable que adivine mis gustos, así que solo dejémoslo como una simple coincidencia. El lugar era todo blanco ahora que lo miro detalladamente, incluso el baño y todas las habitaciones, supongo que es a su gusto.

- Bien, veo que ya estas despierto, ¿qué te parece tu nuevo hogar, hijo? – Pregunto sin importarle el hecho de estar semidesnudo. La pensé un poco, pues no estoy acostumbrado a este lugar y probablemente allá más cosas con las que me topare parecidas al momento del cepillo.

- Me parece cómodo, aunque necesito acostumbrarme. – Susurre, pues no había necesidad de hablar más alto, esa casa era bastante silenciosa. Aquel hombre solo sonrió y alborotó de nueva cuenta mis cabellos.

Soy Doble ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora