Recuerdo cómo llegué aquí. Tenía diez años.
Era primavera, las flores desprendían su dulce aroma y las aves cantaban desde los árboles con su melodiosa voz. Era un día hermoso y soleado.
Estábamos en clase de matemáticas, y la maestra acababa de poner un ejercicio en el pizarrón.
-Bien niños, ¿quién quiere pasar a resolverlo?- Nadie respondió. Todos estaban demasiado aburridos como para prestar atención. – Dahlia ¿por qué no pasas tú?- En ese momento todas las cabezas voltearon en mi dirección; yo me sentaba al fondo del salón, en el medio. Ahí nadie podía verme, por eso me gustaba tanto ese lugar. Siempre fui algo tímida y me costaba mucho trabajo hacer amigos. –Ven, no seas tímida.- Me animó. Yo lentamente me pare de mi silla y camine hacia el pizarrón.
La maestra me dio un plumón para escribir la respuesta, miré al frente y trate de pensar en la posible solución pero estaba demasiado nerviosa. Las manos me sudaban. Voltee a ver a mis compañeros y ellos me veían como a un bicho raro, al cual no sabían si tenerle lastima o ignorarlo.
-Yo...ehmm...es que...- tartamudee.
De repente una niña hablo, Sonia Miller. Ella era la típica niña que se creía la gran cosa.
-Mírenla, ni siquiera puede resolver un ejercicio- todos rieron, yo en cambio sentí como poco a poco las lágrimas amenazaban con salir. - ¡Ay vamos! ¿Vas a llorar? ¡Pobre bebé!- Más risas y esta vez más fuertes.
-¡Silencio niños!- la maestra trataba de callar las risas pero no podía. Mire el suelo, las lágrimas resbalaban por mis mejillas y caían al piso en pequeñas gotas.
- ¡Eres un bebé! ¡Bebé...!- de un momento a otro todos empezaron a cantar lo mismo.
- ¡Silencio!- pedía la maestra pero nadie le hacía caso.
De pronto, comenzó.
Sentí como algo en mi interior crecía, era ¿Enojo? Tal vez. Lo sentí como un cosquilleo en la punta de mis dedos que se fue extendiendo por todo mi cuerpo. El cielo se empezó a nublar y las nubes oscurecieron el día. Los niños seguían burlándose y eso solo aumentaba mi ira. Poco a poco alce la vista y me concentré en una cara, Sonia Miller.
-Eres un fenómeno- Esa fue la gota que derramó el vaso.
-¡Cállate!- grité con todas mis fuerzas. Cayó un rayo y una ráfaga de aire azoto el pequeño salón e hizo que las ventanas se rompieran en mil pedazos. Algunos trataron de cubrirse la cara con las manos pero los cristales cayeron haciendo pequeños cortes en la piel de todos nosotros.
Miré a mis compañeros, estaban asustados, se veía en su mirada. Hasta la maestra ahora me veía extraño, cómo si yo fuera...un monstruo.
Miré mis manos, ¿lo había hecho yo? Salí del salón y corrí por el largo corredor pero no pude llegar muy lejos, me sentía muy débil y sin darme cuenta el mundo se oscureció y caí al piso.
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~Los elegidos~
FantasyMi vida nunca ha sido normal. Siempre supe que era ...diferente. Incluso antes de que mis padres me enviaran al campamento. Me llamo Dahlia Olsen, y soy una elegida.