El primero en llegar es Aidan, de ahí los demás no tardan en alcanzarle.
Todos estamos formados en una media luna al centro del gimnasio esperando a que la entrenadora llegue, la verdad es que no es de las que se demoran.
Miro a los demás y me encuentro con Sean, está hablando con Milani. Una torrente de energía recorre todo mi cuerpo en un segundo haciendo que la ansiedad que había sentido antes regrese a mi. Parpadeo un par de veces y respiró profundamente tratando de calmarme.
Esa es una de las cosas que no me gustan de mi, tiendo a ser muy instintiva y a veces no logró controlar mis emociones. Lo malo es que mis habilidades no me la ponen fácil, casi siempre que me enojo se me hace casi imposible controlarlas.
La primera vez que se manifestaron yo estaba enojada y logré hacer caer un rayo cerca de mi escuela.
A veces creo que soy peligrosa para los demás.
Pero tampoco es culpa mía, yo trato de controlarlo, el problema es que no siempre todo sale como uno quiere. Afortunadamente aquella vez no pasó a nada grave, unos simples raspones y cortadas por el vidrio de las ventanas. Desde ese día he estado aquí, aprendiendo a controlar mi habilidad.
-¿Quién es esa?- Joanna se para a lado mío y cruza los brazos. Tiene el ceño fruncido y esta lanzándole una mirada asesina a la nueva amiga de Sean.
-La verdad es que no tengo ni la más mínima idea- respondo tratando de sonar desinteresada. Mi mirada me delata y Joanna me toma del brazo.
-Dahlia yo...-
-No importa, de verdad- finjo una sonrisa, al parecer funciona por que mi amiga no hace más preguntas.-¡Muy bien todos, necesito su atención!- el entrenador Ravenswood se abrió paso por entre nosotros. -Hoy yo seré su entrenador, la entrenadora esta muy ocupada el día de hoy y me han asignado su grupo así que...¿por qué no iniciamos con un calentamiento? Todos a correr ¡Ya!-
Después de haber corrido hasta que las piernas nos empezaron a doler y haber calentado lo suficiente el entrenador nos formó en un semicírculo.
-Bien, como sabrán estamos cerca de una guerra inminente. Ninguno de ustedes se imagina cómo es estar en una, les aseguro que no tienen ni la más remota idea de lo feas que se ponen las cosas- el entrenador caminaba de un extremo a otro con las manos en la espalda, tomándose su tiempo para hablar. - Por ello he pensado en algo que les ayudará muchísimo en el campo de batalla- se para en seco.- Hoy van a aprender a empuñar una espada- Después de que todos tomáramos una y un escudo el entrenador continuó con su platica- Nosotros no peleamos con armas de fuego o esas cosas como ustedes ya sabrán, somos algo más...tradicionales. Entonces que mejor que aprender a usar estas armas que por desgracia, les serán muy útiles en un futuro.-
Mi suerte iba mejorando. La verdad es que me gustaba mucho pelear con espada. Desde pequeña la esgrima y esas cosas me habían interesado muchísimo, tanto que tomé clases y me volví bastante buena en ellas.
-Yo sé que cada uno cuenta con habilidades únicas que pueden ser útiles en el campo de batalla, más no deben subestimar el poder de la espada- nos dieron instrucciones de practicar con un compañero. Yo elegí a Joanna y nos colocamos en posición.
El entrenador nos enseñó desde lo básico hasta las tácticas un poco más complejas. Joanna y yo nos la pasábamos practicando y de vez en cuando riendo de las cosas que nos parecían graciosas.
Después de haber practicado un buen rato nos dieron un pequeño descanso. Como tenía la boca seca decidí ir por algo de agua así que camine hasta mi mochila para tomar mi botella.
-Hola- casi me atraganto con el líquido al escuchar la voz de Sean.
-Hola- salude indiferente a la vez que guardaba mi botella en la mochila.
-¿Cómo has estado?-
-Bien- alcé la vista y debo aceptar que esos ojos azules casi me convencen de dejar mi enojo a un lado.
-¿Todo bien?- se veía preocupado más no iba a dar mi brazo a torcer. Una parte de mi sabía que no éramos nada y que tampoco él tenía la culpa, era yo la que se había hecho ilusiones.
-Sí-
La verdad es que ni yo entendía mis cambios de humor. Aún me costaba mucho asimilar la idea de que Sean me gustara, era algo totalmente nuevo para mí. Algo desconocido.Cuando termina el entrenamiento me siento súper aliviada. Después de el descanso nos habían puesto físico y la verdad a esa hora el sol no ayuda mucho.
Llego a mi habitación y tiro las llaves en mi mesita de noche, estoy muy cansada. Sin pensarlo dos veces busco algo de ropa y me doy un baño. El agua caliente hace maravillas al tocar mi piel, me relaja. Salgo de la ducha y me pongo unos pantalones de mezclilla deslavados con una pequeña abertura por la rodilla, una blusa blanca, tenis blancos y mi suéter color gris.
El clima de aquí es algo raro. Hay días en los que hace mucho frío y otros en los que el sol está al máximo. Vestirse en un clima así es aprender a esperar lo inesperado.
Salgo y cierro la puerta tras de mí, no sin antes tomar mi mochila negra con todas mis cosas dentro. Me pongo los audífonos y pongo algo de música. Estoy apunto de subir las escaleras del comedor cuando alguien me toma del brazo.
-Hola- Sean. Creo que es la primera vez que veo que no está vestido de color negro, no del todo. En cambio trae una playera azul marino, unos bermudas negros y unos tenis azul marino también. El azul combina con sus ojos.
-Hola- lo saludo de vuelta. La verdad es que ya no estoy tan enojada con él. No quiero ser grosera con nadie, no es mi estilo.
-¿Podemos hablar?-
-Claro- me doy la vuelta y me quito los audífonos para que vea que tiene mi atención. -¿Qué pasa?-
-¿Todo está...bien?- <Ahora...si>
-¿A qué te refieres?-
-Es que siento que estas molesta o algo- <Lo ES-TA-BA>
-No, todo está bien- le ofrezco una sonrisa y él me sonríe de vuelta.
-El otro día...Bueno, me viste con Milani y ya ni me dejaste explicarte que...-
-¡Lía!- Diego camina hacia mí y por dentro le agradezco por aparecer ahora. -¿Vamos a comer o que?- lleva su cabello algo despeinado pero no le queda nada mal. Trae puesta una playera blanca, una chaqueta de mezclilla, unos pantalones negros y unos tenis blancos a juego.
-Entra, ahora te alcanzo- se va no sin antes ofrecerme una sonrisa de lado.
-Me tengo que ir- Miro a Sean quien tiene la mirada perdida hacia dónde acaba de desaparecer Diego , parece algo...confundido. -¿Hablamos luego?--Si...claro- me mira y algo en sus ojos me hace querer abrazarlo. Se ve diferente. Normalmente su rostro es inexpresivo y ahora algo en él lo hace ver tan...vulnerable.
-Bueno, adiós- me despido y comienzo a subir las escaleras. Cuando estoy en la cima me volteo y me doy cuenta que sigue ahí, viéndome. El corazón se me enternece y entro en el recinto. No vuelvo a mirar atrás.
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~Los elegidos~
FantasiMi vida nunca ha sido normal. Siempre supe que era ...diferente. Incluso antes de que mis padres me enviaran al campamento. Me llamo Dahlia Olsen, y soy una elegida.