-¿Qué está pasando aquí?- el entrenador Ravenswood se abrió paso entre los curiosos estudiantes que observaban al nuevo chico. El hombre de unos cuarenta años caminaba algo cojo de la pierna derecha, se rumoraba que debido a una caída de caballo que había tenido hace muchos años.- Señor Wayne, que gusto verlo.- De inmediato se dieron uno de esos abrazos que los hombres usan y unas palmaditas en la espalda.- Llegó antes de lo que esperábamos.
-Sí...bueno, es que estaba cerca de aquí y decidí llegar antes para ver en que podía ser útil.- Kol parecía nervioso y se pasó la mano por el cabello. Las miradas empezaban a ponerlo algo incómodo.
-Muy bien entonces venga conmigo, a la señora West le dará mucho gustó volver a verlo.- Salieron sin decir nada más y los demás regresaron a lo que estaban haciendo.
-Está muy guapo- tenía que ser Joanna la primera en romper el silencio. Todos la volteamos a ver.- Era sólo una observación- se defendió.
-Controla tus hormonas- Jonathan parecía molesto por su comentario.
- Bueno yo creo que mejor me voy- dijo Aidan incomodo.- Tengo cosas que hacer.-
-Te acompaño- le dije. Su habitación estaba en la misma villa que la mía, si me iba con él no tenía por qué regresar sola. Nos despedimos de los chicos y quedé con Joanna de que la vería a la mañana siguiente para entrenar.
Antes de salir tomé una manzana del mostrador y una botella de agua, por si en la noche me daban ganas de un bocadillo nocturno.
El sendero de piedra a las villas estaba iluminado por pequeñas lamparitas a su alrededor. Estas proporcionaban la luz suficiente para ver por donde caminas pero no para ver a tu alrededor, por eso podía resultar un tanto intranquilo para mí el caminar sola de noche.
-Qué piensas- La voz de Aidan me trajo de vuelta.
-Que si no fuera por ti, hubiera tenido que recorrer este oscuro camino sola y de seguro estaría muerta de miedo- Él se río. – Oye no te burles- fingí ofenderme.
-No me burlo es solo que, no sé, creí que con todo esto que está pasando estabas pensando en otra cosa- me miró- solo a ti se te ocurre estar pensando en lo oscuro que está el camino cuando hay una posible guerra esperando a la vuelta de la esquina.- le sonreí
-Tienes razón. Soy medio distraída a veces, perdóname.- Él se detuvo serio.
-No te disculpes conmigo por ser tú Dahlía, nunca- Mire sus ojos, esos que siempre me habían intrigado. Muchas veces al igual que esta, Aidan me veía y yo podía observar como miles de pensamientos cruzaban por su mente.
Continuamos por el sendero de piedra sin hablarnos. Al llegar a la villa me acompaño hasta la puerta de mi habitación.
-Bueno... nos vemos mañana.-
-Hasta mañana Lía- me imito- Descansa.- Antes de que pudiera darme la vuelta me sostuvo del brazo.
-Estamos bien ¿verdad?-
-¿Qué quieres decir?- Su pregunta me había tomado un poco por sorpresa.
-Me refiero a que, no estas enojada ni nada ¿o sí?- Se veía algo preocupado, creo que pensaba que su comentario sobre no pedirle perdón me había molestado.
-Claro que no- le sonreí, pude ver como al instante sus músculos se relajaban.- Descansa Aidan-
Abrí la puerta de mi habitación y deje la manzana y la botella de agua en mi escritorio. Encendí la laptop y espere.
-Hola linda - una dulce y familiar voz me saludó desde el otro lado de la pantalla.
-Hola- Una inmensa felicidad me invadió y sentí como las lágrimas amenazaban con salir. -¿Cómo están?-
-Bien aquí, preparando la cena. ¡James es Dahlía!- los gritos de mi madre me hicieron reír. En un instante el rostro de mi padre también apareció.
-¿Cómo está mi niña favorita?- Ambos estaban sentados en el sillón de la sala frente a la computadora.
-Soy tu única hija pa- le reproche.
-¿Y? No solo por eso eres mi favorita.- se rió.- ¿Qué tal todo?-
En unos minutos les conté sobre todo lo que había pasado. Desde la última vez que había hablado con ellos hasta la amenaza de Aalanna. Me dijeron que tuviera cuidado y que los mantuviera al tanto de todo. Les prometí hablarles en dos días a la misma hora para cumplir con el trato.
-Ya me tengo que ir- ellos asintieron. Sabían que al día siguiente tendría que entrenar muy temprano.
-Te queremos mucho cielo, cuídate-
-Yo también los quiero- apagué la compu y la cerré. Después de eso me dio algo de hambre y me recosté en mi cama a comer la manzana. Encendí la tele y me puse a ver una comedia muy buena sobre un chico que hacía de todo para conquistar a la chica que le gusta. Terminé mi manzana y tiré el corazón en el bote de basura cerca de mi cama. Al poco rato me quedé dormida, esa noche soñé con una chica tímida que extrañaba su hogar.
A la mañana siguiente desperté con muchas ganas de entrenar, me levanté de mi cama y fui al baño a arreglarme.
Mientras me lavaba la cara sonó mi teléfono y vi un mensaje de Joanna:
"Me siento muy cansada para entrenar a esta hora, no me mates por fa :( te explico en el desayuno."
Al parecer hoy iba a entrenar sola. No me importo y busqué entre mis cajones unos pantalones cómodos grises, una blusa sin mangas rosa y un par de tenis del mismo color. Amarré mi cabello en una coleta, tomé mi teléfono con mis audífonos y salí de mi habitación.
Coloque mi teléfono en mi funda para correr, la amarre a mi brazo y puse algo de música. Era muy temprano así que no vi a nadie en los alrededores.
Me acerqué a la orilla del lago y corrí. Corrí hasta que estuve lo suficientemente lejos del campamento para parar. El agua estaba tranquila y el amanecer recién comenzaba. Ahí, en este instante, no había ninguna amenaza de guerra ni nada de qué preocuparse. Me permití ese momento de paz y luego volví. Algo me decía que no iba a tener otro así en mucho tiempo.
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~Los elegidos~
FantasyMi vida nunca ha sido normal. Siempre supe que era ...diferente. Incluso antes de que mis padres me enviaran al campamento. Me llamo Dahlia Olsen, y soy una elegida.