Abrí la puerta de mi habitación y me tiré en mi suave cama. Estaba adolorida por el combate que había tenido en la mañana con Elena y tenía que descansar si quería estar lista para el día siguiente, después de todo seguíamos entrenando y las cosas pronto se pondrían bastante feas.
La entrenadora me había permitido faltar a las clases de esa tarde bajo una sola condición, descansar. Y eso es lo que pensaba hacer.
Me levanté y después de tomar un largo baño busqué algo de ropa cómoda para vestirme, después de todo había quedado con Joanna de que ella me traería la cena así que no iba a salir a ningún lado. Opté por unos shorts blancos y un suéter suelto color rosa claro. Dejé mi cabello suelto y me recosté en mi cama.
Miré mi mesita de noche y ahí había uno de los libros que mi madre me había mandado hace unas semanas. No lo había podido empezar ya que había estado algo ocupada pero ahora, tenía todo el tiempo del mundo. Lo tomé y comencé a pasar las páginas para leer, estaba muy bueno y al poco rato me logró enganchar.
Un mensaje de mi teléfono interrumpió mi concentración, miré el reloj de mi mesita de noche, eran las 7:00pm ¡Ya habían pasado más de dos horas! Cheque su contenido y noté que era de Joanna.
"Lía no me mates pero no podré ir esta noche, todavía tengo mucho que hablar con mi hermano. De cualquier forma no te preocupes, mande tu cena con alguien más. Agradéceme luego, te quieroooo."
< ¿Joanna no vendrá?>
En ese instante tocaron a la puerta. Me levanté y caminé descalza por la suave alfombra. La había mandado a poner porque me encantaba la sensación que me producía el caminar sobre ella.
Esa era otra de las cosas que me encantaban del campamento, tú podías decorar tu cuarto cómo quisieras. Claro, me gustaba eso y también que cada quién tuviera su propio baño, hubiera buffet en la cafetería, etc.
Giré la perilla y abrí mi puerta. Me encontré con unos ojos y estos no eran los de mi amigo, eran... azules.
<Me las va a pagar...>
-Hola.- La profunda voz de Sean hizo eco en mi habitación.-Joanna me pidió que trajera esto.- señaló la bolsa de plástico que cargaba en una mano.- Y esto.- En la otra traía un vaso desechable con un líquido amarillo dentro.- Si no me equivoco es un sándwich y un licuado de mango, me dijo que eran tus favoritos.- se río. Yo seguía impactada. ¡De todos los chicos tenía que haberle pedido el favor a él!
-¿Puedo pasar?- Por un momento casi olvido que Sean seguía parado en la puerta sujetando mi cena.
-Sí, claro... perdona.- me hice a un lado para dejarlo entrar y este caminó estudiando mi habitación.
Todo mi cuarto estaba decorado en color negro y blanco con unos pequeños toques de color dorado y rosa. Me gustaba mucho el contraste que se formaba.
Sean se quedó observando un espacio vacío en mi pared y luego se volteó hacía mí.
-Bonito lugar.- sonrió. –Bastante Dahlía Olsen.-
-Ya te dije que me digas "Lía".- Le recordé. Este sólo se rio.
-Cierto, perdona.- le hice una seña para que se sentara en la silla de mi escritorio y este lo hizo después de colocar mi cena en la pequeña mesa. Yo me acomodé en mi cama, tomé una de mis almohadas y la puse en mi regazo.
-Así que... Sean.- comencé.- dime algo sobre ti.- este río.
-No creo que quieras saber sobre mí, no soy muy interesante que digamos.-
-Vamos, no tienes que decirme necesariamente algo sorprendente, simplemente cuéntame sobre ti.-
La verdad era que no trataba de averiguar nada, solamente quería romper el hielo un rato y hablar con alguien. Llevaba encerrada bastante tiempo y no me vendría mal algo de compañía.
-¿Alguna vez has visto la nieve?- sus ojos se abrieron como platos y me observaba curioso, parecía un niño pequeño.
-La verdad es que no.- admití - Cuando era pequeña hice un viaje a Canadá pero no recuerdo mucho, pasó hace tanto.- él me sonrió.
Después, sentí como el aire a mí alrededor se volvía cada vez más frío. Miré mi ventana y una fina capa blanca se le estaba formando a su alrededor, parecía...hielo.
Y luego comenzó.
Del techo comenzaron a caer copos de nieve de diferentes tamaños y formas. Algunos muy parecidos entre sí y otros muy diferentes.
El suelo y la alfombra se empezaron a llenar de nieve. Me senté en el piso y la toqué con la punta de mis dedos, estaba tan fría.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me di cuenta que no estaba vestida para lo que estaba pasando en mi habitación. Mis shorts no cubrían nada y la verdad ya estaba teniendo algo de frío. Miré a Sean y al parecer entendió mi mensaje a lo que sólo me respondió con un asentimiento de cabeza.
Con un solo movimiento de su mano hizo que la nieve, así como había aparecido, se desvaneciera.
-Wow...- dije asombrada.- Eso fue algo...increíble.-
-No lo creo.- pasó una mano por su cabello y lo sacudió.
-Yo creo que si.- lo miré a los ojos.
Muy pocas veces había podido ser testigo de la habilidad de las demás personas, casi nadie usaba sus poderes. Y no era por qué no nos dejaran, al contrario, el campamento fomentaba el uso y la práctica de estos, pero casi nadie los usaba frente a otras personas.
-Creo que ya es tiempo de que me vaya,- se levantó de la silla.- tienes que cenar y descansar para mañana.- Lo seguí con la mirada y vi cómo caminaba hacía la puerta. –Descansa Lía.- me sonrío.
-Descansa.- respondí.
El sonido de la puerta al cerrarse me dejó sola en la habitación, confundida.
Baje de mi cama y caminé hacía mi escritorio. Después de sentarme en la silla abrí la bolsa de la cual saque un recipiente desechable con un sándwich dentro y encendí la televisión. No tardé mucho en encontrar un programa de mi agrado así que comencé a comer tranquilamente. Al terminar limpié todo y me arregle para ir a dormir.
Casi al instante en el que mi cabeza tocó la almohada caí en un profundo sueño.
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~Los elegidos~
ФэнтезиMi vida nunca ha sido normal. Siempre supe que era ...diferente. Incluso antes de que mis padres me enviaran al campamento. Me llamo Dahlia Olsen, y soy una elegida.