Capitulo 3

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[Narra: Jeff]

- Jeff. Sabía que vendrías - escuché decir detrás de mí.

Su voz...

¿Cómo es posible?

- Liu... - balbucee aún en shock.

Quedé completamente rígido al verlo. No sabía en qué pensar, mi mente se vacío totalmente cuando mis ojos se encontraron con los suyos.

Yo nunca había experimentado alucinaciones, pero no había forma en que esto pudiera ser real. Yo lo ví morir, lo ví desangrarse y agonizar en mis brazos.

Yo lo maté.

Sin embargo ahí estaba, firme, vivo y con un semblante que me recordaba demasiado a mis recurrentes pesadillas. Con una única diferencia: su rostro, cuello y manos estaban llenos de cicatrices. Atravesaban todo su rostro y se paseaban por su cuello dónde se escondían tras su sueter y volvían a presentarse en sus manos.

No puede ser... ¿Yo hice eso? Lo siento tanto, Liu.

- ¿Cómo te trata la vida, Jeff? ¿Mal? Supongo que sí - dijo en un tono socarrón.

Lo ví caminar de forma pacífica hacia las tumbas de nuestros padres. Se recargó en una de ellas y me miró de vuelta.

- Viendo tu rostro, creo que la vida tampoco ha sido amable contigo - respondí.

¡Mierda! ¡Está aquí! ¡Está aquí y está vivo! No puedo evitar sentir una desmesurada alegría estallar en mi pecho y con ella unas enormes ganas de acercarme y abrazarlo. Contarle lo mal que la he pasado, hablarle de mis sueños y... Había tantas cosas que quería decirle. Mi mente pasó de estar en blanco a ser un remolino, quería tocarlo y asegurarme de que era real, quiero...

No.

No puedo.

No puedo abrazarlo, tocarlo, llorar en su hombro ni mucho menos hablar con él.
Puedo verlo en su rostro, sus ojos no han dejado de recorrer todo mi cuerpo con aversión, su ceño está fruncido y sus brazos están cruzados. Él no está abierto a una conversación.

- Es verdad. La vida no ha sido amable conmigo - se acercó tres pasos - La vida me apuñaló mientras dormía - espetó.

Bajé la mirada. ¿Qué debía responder a eso? ¿Cómo le pides perdón a la persona que intentaste asesinar? No hay forma de hacerlo, porque no hay justificación.

Liu volvió a dar tres pasos al frente. Ahora estaba a escasos dos metros de mí con las manos en los bolsillos de su saco.

- Los mataste - escupió - Mataste a mis padres.

Apareció. Esa es la actitud que esperaba. El rencor, aborrecimiento, su completo desprecio y una perorata cargada de repudio y resentimiento hacia mis actos y principalmente hacia mí.

- También eran mis padres, herma-...

- No... - murmuró - No, no, no, ¡No! ¡Tú... no eres mi hermano! ¿Quieres que te diga que eres?

Se acercó con brusquedad a mí, cada pasó que él dió hacia enfrente, yo lo dí hacia atrás quedando a la misma distancia, pero más cerca de el sepulcro de nuestros padres.

- Un asesino. Eso es lo ÚNICO que eres. - atizó.

Sentí unas manos invisibles, grandes y frías atravesar mi pecho con gran facilidad y cubrir mi corazón en su totalidad antes de apretarlo hasta hacerlo polvo.

No sabía qué era. Tal vez que tuviera razón o que mi hermano me despreciara a ese punto. Lo único que sabía es que si tenía un corazón, acababa de fragmentarse y caerse pedazos a pedazo incrustando cada triza en mi pensamiento.

No merezco ser amadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora