Capítulo 24

1.2K 82 61
                                    

La lluvia se hacía fuerte con el pasar de el tiempo.

Los minutos pasaban, toda la vida pasaba y no cesaba.

La lluvia cae cuando las nubes ya no soportan su peso.

Las lágrimas caen cuando el corazón no soporta su peso.

La lluvia y las lágrimas eran abundantes ese día. Caían una tras otra.

Hace unos horas que Zalgo se había ido, habían ganado esa batalla. Hubo perdidas, muchas.
Había un en particular que le dolía a Jeff.

El cuerpo de Liu descansaba sobre las flores blancas que Offender había dado para los cuerpos de sus compañeros perdidos.

Jeff pidió que se le hiciera una cama de rosas a el heraldo, pues consideró que era lo justo. Ese chico había sufrido en la vida, quizá igual que Jeff.

La diferencia es que Jeff logró encontrar la luz, el heraldo encontró solo oscuridad.

Después de decir unas palabras, los proxys comenzaron a cavar las tumbas, pero Jeff pidió que la tumba de su hermano estuviera junto a sus padres.

Aquella tumba vacía con una lápida que tenía grabado el nombre de su hermano, allí fue enterrado Liu. En ese cementerio, donde el pensó que estaba en un comienzo.

Jeff estaba triste, pero en cierto modo agradecía haber estado con su hermano un tiempo más. Pudo conseguir su perdón y le dijo lo mucho que significaba para el.
Su hermano murió salvandolo, protegiendo su vida.

«Olvidame y se feliz»

Recordaba las palabras de su hermano antes de morir.

No.

Definitivamente no lo iba a olvidar, lo iba a recordar. Iba a recordar sus mejores momentos, su infancia y sus travesuras.
Lo que olvidaría serían los malos momentos, se quedaría solo con lo bueno para poder dedicarle una sonrisa cada día. Una sincera, sin necesidad de usar un cuchillo para eso.

El quería sonreír siempre, por eso cortó esa sonrisa en su rostro.
Ahora tenía motivos para hacerlo naturalmente, sin sangre, sin dolor, sin miedo.

Aprendió a valorar las sonrisas.

Son un preciado tesoro, algo que no debe prohibirsele a nadie.

Porque una sonrisa enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la brinda.
Dura un segundo, pero su recuerdo a veces nunca se borra.

Con ese pensamiento, Jeff dejó una rosa roja en la tumba de su hermano.
Estaba llena de rosas blancas que Offender había dejado allí, aún así, consideraba que una rosa roja era suficiente. Le daba algo de color a la pureza de esa tumba y la persona que descansaba en ella.

Sintió una mano posarse en su hombro, la mano de Slender. El la tomó y empezó a caminar a su lado, perdiéndose en el bosque.

La figura de un hombre alto y un joven de 17 años, fue lo último que se vió esa noche.

***

Offender retomó su vida como un incubo, buscaba en hombres y mujeres el calor que encontró en Liu.

No lograba hacerlo, el cariño que él castaño le llegó a brindar, aunque poco, fue significativo para el y jamás podría reemplazarlo.

Aún podía ver el reflejo de Liu en Jeff, por eso a veces iba a visitar a su hermano a su cabaña. No solo por Jeff, también porque su relación con Slender se había arreglado.

No merezco ser amadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora