Capítulo 7: El tiempo solo pospone los problemas, no los resuelve

58 4 0
                                    

Al cabo de unos días Margott se encontraba en la casa de su tía, se encontraba exhausta. Su tía era conocida por ser una estricta y fina institutriz de las doncellas, hijas de los nobles del reino de Bichenfort. Margott nunca había tenido una institutriz, pues su padre no concordaba con la idea de obligar a su hija a realizar actividades que la mayoría de doncellas necesitaban aprender para ser buenas esposas y cuidar posteriormente de sus hijos. Él suponía que cuando el momento llegara ella sabría qué hacer, así como su esposa alguna vez lo hizo.

Margott había llegado a una casa beige con altas y grandes ventanas, y esplendidas cortinas que se lograban observar desde el exterior. Las puertas eran de caoba tallada con varias flores y doncellas interpretando danzas. Su jardín era precioso, exóticas y bellísimas flores decoraban el tono monocromático de la gran casa. Al dirigirse a la puerta observó que había bustos de doncellas realmente hermosas, probablemente hijas de condes y reyes de los reinos vecinos, doncellas a las que su tía tuvo el placer de instruir.

Al llamar a la puerta esperaba que un sirviente o mayordomo le encontrara, pero fue su tía quien respondió a la puerta, ya que se encontraba enterada desde horas antes de su visita y había preparado todo para su llegada. Su tía, la señorita Eleonor Monsfarter, señorita ya que nunca se había casado a pesar de ser mayor que su padre y la única mujer de los cuatro hermanos, al verla a su llegada horas pasadas del mediodía destacó incomodidades que tenía respecto a la joven. Se propuso a reformarla en los días de visita que ella estaría en su hogar. La observaba de abajo hacia arriba con una mirada voraz, Margott solo pensaba que cualquier cosa que su tía estuviera pensando sería mejor que enfrentar a los padres de Nollan, y a él.

—Lamento el visitarte sin previo aviso, querida tía —dijo Margott con una sonrisa pequeña, y con algunas gotas de sudor cubriendo su hermosa y pálida frente, respirando dificultosamente y quitándose la capucha de la capa.

—Tu postura es incorrecta mi niña, hombros bajos y caídos, espalda curva y pies torcidos; el escote del vestido que portas es muy revelador, especialmente para una doncella de tu edad y posición; esas zapatillas no combinan con el estilo del vestido, sé que caminaste pero una doncella siempre tiene prioridad de lucir espléndida, aun cuando le incomoden los accesorios o zapatos; esos postres que traes no podrás comerlo, yo no lo haré, debes cuidar tu figura —dijo su tía antes de tomar un sorbo de té, luego le invitó a pasar.

—He venido de lejos, querida tía. Me encuentro cansada y el motivo de mi visita está relacionado con tus consejos.

—Mi niña, lamento el colocarte en una situación incómoda al hablarte como normalmente lo haría con mis alumnas. Sin embargo, es mi deber como institutriz el observar el potencial de las jóvenes para ser candidatas para buenos partidos masculinos.

—Tía, me encuentro en los días de mi juventud. Mi pasatiempo es divertirme y salir... no el quedarme en casa leyendo o practicando algún instrumento, no puedo ni imaginar lo aburrido que sería el tejer durante horas y horas. Como mi padre ya te lo habrá explicado en varias ocasiones no estoy dispuesta a llevar una institutriz —dijo un poco irritada, mientras colocaba cerca del armario de abrigos su capa y se dirigía al sofá para recuperar el aliento.

—Mi niña, si quieres mis consejos, deberás aceptar algunos otros, y necesitarás demostrarme que eres merecedora de tales palabras. Me ayudarás con mis alumnas y aprenderás junto con ellas lo que esté a mi alcance el instruirte durante los días que decidas quedarte. Pero el tiempo determinará cuándo te he de compartir mis consejos, así que tú decidirás si irte antes o quedarte hasta que yo me encuentre dispuesta a revelar mi experiencia —dijo mientras depositaba la pequeña taza en la mesa central del recibidor. Margott se encontraba muy irritada y molesta, no necesitaba que alguien le dijera que hacer o como vestirse, quería evitar problemas y se había involucrado en algo peor.

La historia del amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora