Después de salir por la ventana Stea quedó sorprendida por lo que había hecho. Decidió que se dirigiría hacia el bosque Sketdalush a pesar de escuchar esas absurdas historias. Pero aún se encontraba muy lejos, en realidad desde su posición actual no lo lograba ver por todas las casas. A pesar de su fuerte voluntad, se encontraba débil; más aun por haber saltado de la ventana. Pero no se rendiría tan fácilmente, ella seguiría caminando hasta que sus fuerzas se agotaran.
Mientras caminaba una sensación de soledad la invadió. Era la primera vez que salía sola hacia un lugar desconocido; sabía que aquella vez que salió en busca de Nollan, su determinación había ahogado ese sentimiento.
Caminó y recorrió las casas y tiendas de los aldeanos vecinos. Llegó a una plaza en la que había tres fuentes. En la fuente del centro, la más grande, había una estatua de un hombre el cual no conocía; asumió por sus ropajes y joyas que era el rey. Estaba tan fascinada observando la estatua que tropezó y cayó golpeándose el abdomen. Al no poder incorporarse una señora que iba pasando con una canasta de pan le prestó su ayuda. Pero Stea había quedado inconsciente.
Cuando ella se despertó se sentía con más fuerzas, pero un poco desorientada. Alguien tocaba a la puerta y, después de esperar unos segundos, entró con una bandeja de plata. Era una señora con un traje parecido al que usaban las sirvientas de la casa de Nollan. Stea se sentó en la cama y empezó a observar el cuarto: era pequeño, tenía un ropero, un espejo, una mesa, una silla, una alfombra, un pequeño sofá, y varias pinturas. Una de las pinturas tenía un lago muy hermoso, la otra pintura tenía un retrato de una bellísima mujer de la nobleza, seguramente, y la última pintura tenía una rosa con pétalos amarillos y naranja. No se había percatado, hasta observar el cuarto detenidamente, de que no estaba en la casa Listfeber. Sintió miedo y desesperación. Pero la señora le mostró un gesto amable y cálido, lo cual la tranquilizó.
-Me alegra que enviaran a alguien a verme -dijo Stea viendo a la señora colocar la bandeja en la mesa.
-Eso es lo que el señor de la posada nos indica hacer cuando tiene huéspedes.
- ¿Posada?
-Sí, señorita -dijo la señora mientras servía te en una curiosa taza-. Usted se encuentra en la posada "El Palacio" ubicada a tres establos de la plaza principal.
-Gracias. ¿Está en su conocimiento la forma en la que llegué aquí? -preguntó Stea.
-Lamento no tener esa respuesta señorita; Yo solo soy la sirvienta de los cuartos superiores de la posada.
-El dueño de la posada se encuentra en la recepción. Derecha al fondo del pasillo -dijo la sirvienta señalando la dirección por la cual Stea debía ir-. Baje por las escaleras de la izquierda y entre en la habitación con puerta blanca al final del pasillo. Él aclarará sus dudas.
-Gracias, es usted muy amable -dijo Stea mientras la sirvienta salía de la habitación.
Stea siguió las instrucciones dadas por la señora. Y al llegar a la puerta blanca un escalofrió le invadió el cuerpo entero, y recordó a Nollan. La noche anterior había soñado que él salía tras ella y llegaba al bosque, ella se había escondido y él la buscaba en todos los rincones posibles; pero no la encontró. Escuchó unos agonizantes gritos provenientes de una figura borrosa, probablemente de un animal. Pero los gritos eran de alguien muy preciado para ella, Nollan. Observó cómo varias sombras, que no reconocía, devoraban el cuerpo del muchacho. Despertó. El recordar el sueño hizo que su mente se aclarara, tenía que llegar al bosque antes que nadie o podrían seguirla.
Entró y vio a un señor un poco pasado de peso, con lentes y una larga barba. Le pareció un hombre serio y enojado, pero saludaba y sonreía a todas las personas que pasaban por la recepción. Lo más divertido era que cuando sonreía sus ojos parecían desaparecer. Se acercó con más familiaridad.
-Buenos días señorita, ¿En qué puedo ayu...? ¡¡Es usted!!
-Me alegro mucho que mejorara tan rápido, nos preocupó un poco ayer -dijo el señor mientras revisaba unos papeles.
-Me llamo Stea. Y tengo algunas preguntas.
-Tome asiento por favor, responderé a sus preguntas. Pero primero necesito que me ayude a llenar el registro de huéspedes -dijo mientras guardaba los papeles y sacaba otros vacíos.
-Su nombre es Stea, -Escribió en el papel -. ¿Tiene algún familiar en el pueblo al que podamos confirmar que usted se encuentra bien?
-No es mi familia, pero no deseo que nadie se entere de mi paradero actual -dijo mientras desviaba la mirada.
-Entiendo... -No escribió nada -. ¿Está huyendo de algo?
-No de la manera que usted piensa.
-Si no es de la manera -estaba diciendo cuando Stea lo interrumpió.
-Ahora es mi turno de preguntar. -El señor dejó el papel a un lado.
- ¿Cómo llegué a esta posada?
-Ayer una señora entró en la posada ayudándola a mantenerse erguida, pero le fue imposible. Corrí a auxiliarla y por su mirada deduje que estaba muy preocupada por usted. Pero no era su familiar y me dijo: "Necesito que la ayuden, parece muy débil". Llamé a unas sirvientas para que la llevaran a una habitación y cuidaran de usted hasta que despertara. La señora me pagó lo equivalente a una noche y medio día -dijo el señor mientras recordaba lo sucedido, se paró y relató todo muy entusiasmado.
-Espero encontrar a la señora que me ayudó, pero no puedo desviarme de mi camino. Si algún día vuelve a esta posada, exprésele mi gratitud -dijo mientras se levantaba-. Tengo que irme.
Ahora que tenía las fuerzas para continuar con su travesía, se dirigió nuevamente a Sketdalush. Avanzó tras muchas personas, pues era día de mercado y las personas preferían salir a mediodía.
Llegó una hora antes del ocaso a la entrada del bosque, en la cual varios carteles de peligro surgían. Probablemente no debería entrar, y definitivamente no antes del ocaso, pero la imagen de las sombras devorando a Nollan hizo que se estremeciera. No podría olvidar eso hasta que confirmara que estaba sola en el bosque y que él se encontraba a salvo en su hogar.
Stea se adentró en el bosque que poco a poco parecía consumir toda luz, y cundo el sol se ocultó tras las montañas el paisaje tomó un ambiente macabro. Estaba desesperada tratando de buscar a Nollan, pero no estaba segura del por qué. Recordó que la razón de estar en el bosque era porque quería alejarse de todos, principalmente de él. Se frustró al no poder controlar sus sentimientos.
No podía soportar sus propios pensamientos, pues ella no sabía por qué era siempre Nollan la razón de una batalla interna. No lo soportaba, así que comenzó a correr a pesar de no saber qué dirección tomar; no le importaba. Otra cosa era segura, mientras corría no se detendría hasta que su mente y corazón se hubieran despejado y calmado. Pero una rama la hizo tropezar y perdiendo el equilibrio cayó sobre un arbusto espinoso.
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La historia del amor prohibido
Любовные романыEsta es la primera parte de "La historia del amor prohibido" titulada: EL INICIO DE UN BELLO TRAYECTO. Trata acerca de un muchacho llamado Nollan Listfeber que está enamorado de la chica más bella del reino; ella lo rechaza por ser de apariencia...