Capítulo 2: El amor de Listfeber

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Nollan siempre había tenido buenas intenciones con otras personas, y no era su costumbre el mentirles u ocultarles ciertas incomodidades que sentía a las personas que se preocupaban por él. Pero lo único que no les comentó a sus padres ni a los siervos de la casa, era que él estaba enamorado de una doncella llamada Margott Monsfarter. Aun no conocía ese sentimiento del todo, pero si sabía cómo lo hacía sentir cuando pensaba en ella, o le hablaba. Y sabía que su corazón no le mentiría al decirle que sentía algo inexplicable hacia ella.

Para él ella era bondadosa, gentil, colaboradora y era conocida por su distinguido padre que siempre estaba ayudando en el pueblo; Mark Monsfarter. También era muy hermosa, la más bella de todas las doncellas de su edad. Tenía un cabello oscuro y lacio, que llevaba casi siempre a un lado; ojos claros, de un color avellana moteado de morado; una tez clara y encantadora, parecía que si no se cubría del sol podía brillar; era alta y esbelta, con figura envidiable entre las doncellas; y una sonrisa bellísimamente encantadora.

Esta virtuosa mujer era todo lo que los jóvenes solteros deseaban en su vida; pensando en un matrimonio y en una familia, para vivir una vida prospera y feliz a su lado. Lastimosamente eso era un gran inconveniente para el joven de mal aspecto y buen corazón. Nollan era joven, pero la mayoría de los solteros varones eran más jóvenes y ella era cuatro años menor que él. Nollan pensó, muy negativamente esa situación porque sabía que todos, por mal aspecto que tuvieran, eran mejores pretendientes para Margott que él; el muchacho pasó varios días en su negatividad, sin contar los últimos meses en los que descubrió que estaba enamorado de ella, pensando y suspirando por aquella doncella que no se podía sacar del corazón, hiciera lo que hiciera. «Ella nunca se casaría con alguien como yo, especialmente yo» pensó Nollan. Y eso lo desanimó aún más. "Nunca". Una palabra que no era apropiada de él. Siempre pensaba positivamente, cuando tenía problemas con su familia, con los negocios familiares, con el resto de la sociedad en la que se encontraba; simples problemas y a la vez gigantes para alguien como él. Esa palabra ponía a meditar la situación en la que se encontraba, pero llegó a comprender que la palabra "nunca" seria remplazada por "por ahora"; «Por ahora ella no se casaría con alguien como yo, especialmente... yo» pensó.

Pero un día se sentía verdaderamente optimista, dejó toda esa negatividad, se armó de valor y fue a la casa de la doncella que amada, con un ramo de flores a invitarla al baile de la fogata, que se hacía cada fin de cosecha. Durante varios días había estado esperando la oportunidad perfecta para hablar con ella y hacer que ella lo conociera y lo notara. En muchas ocasiones habían conversado, pero siempre por cuestiones económicas y políticas. Su padre en la mayoría de esas ocasiones se encontraba siempre con los adultos mayores, y dejaba a Margott al cuidado de algunas sirvientas que siempre la acompañaban. Pero esas conversaciones que tenían siempre, eras incomodas y antinaturales.

El baile de la cosecha, anteriormente llamado el baile de la fogata, era muy popular en todo el pueblo y se celebraba una vez cada año. Pero al cambiar las tradiciones el baile también cambió, ahora era motivo para que los jóvenes cortejaran a las doncellas y bailaran hasta el amanecer. A los habitantes de más edad no les parecía afectar, disfrutaban ver a los jóvenes varones pavoneándose enfrente de cualquier doncella hermosa. Era una celebración que con los años se había convertido en propia del reino.

Las mujeres exhibían sus vestidos de radiantes colores y de distintas telas; no se parecían a los bailes en los que solo la nobleza y comerciantes destacados estaban invitados. Este era un baile para el pueblo; pero en él se encontraban nobles, doncellas, la burguesía y bajo clero, comerciantes y mercaderes, albañiles, campesinos y el resto de la plebe. Era una celebración en la que por una noche se olvidaban los niveles socioeconómicos que los separaban. Todos eran parte del pueblo, disfrutaban y fraternizaban con el pueblo; como un solo reino.

La historia del amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora