08.

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Dos días habían pasado desde nuestra tarde, pero esta vez todo había sido distinto, ella había estado respondiendo a todos mis mensajes, de hecho fue ella quien comenzó a enviarlos, coloco mis zapatos deportivos y tomó las llaves para

Apurarme hacia mi auto, cuanto entro mi celular suena.

"Tienes 5 minutos para llegar o pagas las bebidas" leo y sonrío

"Estaré allí en 3 y tendrás que besar mi trasero" envío a Alan y arranco.

El pequeño pero agradable lugar se encuentra lleno y me toma unos momentos encontrar al grupo que me espera, camino hasta ellos y los saludo intentando disimular mi búsqueda de la castaña.

—Está en el baño —dice León a mi lado de forma burlona dándose cuenta de mi no tan disimulada búsqueda, me encojo de hombros y me da una mirada comprensiva antes de girarse y besar el hombro de su marido, camino al lado de la silla libre y justo cuando me siento la veo, y agradezco estar sentado de otra forma habría recibido burlas ante mi problema, ¿cómo es que aún me ponían duro esas gafas?, como si ella supiera lo que pasaba en estos momentos sonríe de manera triunfal y camina directo hacia mi

—Hola Sykes —murmura y besa mi mejilla soltando una risilla entre dientes.

—Gafitas -suelto y no siquiera llegó a arrepentirme al notar el brillo emocionado en sus ojos, aún disfrutaba de mi apodo.

—¿Vendrás Nora? —llama Harnold atrayendo la atención de la castaña.

—¿Perdón?

—Mañana vendrás con nosotros a visitar a mamá? —cuestiona de nuevo y la castaña niega encogiendose de hombros y mirando de reojo a la rubia que intenta no reaccionar ante ese acto sin éxito alguno.

—Tengo un par de cosas que hacer antes —murmura intentando sonar casual pero yo la conozco, lo suficiente para saber que sea lo que pasa no es bueno.

—Okay —su amigo da por zanjada la conversación son insistir y ella sonríe tranquila, se gira y me mira, su tranquilidad se va en el momento en que se encuentra conmigo porque ella sabe que yo se que oculta algo y sonríe de lado mordiendo su labio y jugando con su cabello en un intento por distraerme, y así como yo la conocía para saber que ocultaba algo, ella me conocía para saber que había ganado.

—¿Entonces nos vemos hasta el sábado? —pregunto mientras la acompaño hasta la puerta de su casa y me mira confundida.

—¿cómo?

—Dijiste que mañana tenías cosas que hacer —le recuerdo y sus ojos se abren alarmada, recordándome la duda que tenía casi en el olvido.

—Oh si... Un par de cosas sin importancia en realidad —miente y asiento fingiendo que le creo.

—Nosotros estamos bien ¿verdad? —cuestiono y frunce su ceño.

—¿por qué no lo estaríamos?

—Dímelo tu, eres la que esconde cosas —digo y abre su boca para protestar, —olvídalo, entiendo que no confíes en mi aún pero quiero que sepas que puedes contarme lo que quieras cuando estés lista ¿bien? —aprieta sus labios y asiente.

—No es nada malo, lo prometo —asegura y asiento, muerde sus labios y se encoje de hombros.

—Te veo después entonces —me despido y antes de girarme se lanza a mis brazos, sus pequeñas manos me rodean el cuello y coloco las mías en su su cintura con miedo a disfrutarlo más de lo que debo, quiero apretarla contra mi y besarla y asegurarme que cualquier cosa que la molesté estará bien, que estaré a su lado y que yo la protegeré, pero aún no es el momento, aún no esta segura de mi.

—Nos vemos mañana —dice cuando se separa y se gira apresurándose hasta la puerta sin volver a ver hacia mi.

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Me muevo del otro lado de la cama y al no conseguir quedarme dormido me pongo de pie y decido hacer algo para quitar el estrés, tomo mi mochila y hecho un par de calsoncillos deportivos, bóxers, playera y un cambio nuevo para después dirigirme al club, durante los cuatro años que estuve fuera había dedicado mi tiempo libre a encontrar pasatiempos que me mantuvieran lo mayor ocupado posible para no pensar en ella y el voz había sido la solución, había practicado karate cuando era pequeño a petición de mamá pero lo había dejado cuando conseguí mi cinta negra, lo cual no había servido de nada, no pude hacer nada para salvarla, no pude...

—¡Oliver! —una mano se posa en mi hombro y cuando me giro para golpearlo este se agacha y me dejo caer de rodillas agotado, tanto mental como físicamente, ¿en qué momento comencé a golpear con tanta fuerza el saco como para tomperlo?, siento la mirada de Alan sobre mi pero la ignoro, no quiero hablar de esto y lo sabe, por lo que sabiamente decide no preguntar.

—Lo siento -digo finalmente disculpándome por casi noquearlo y niega cuando me pongo de pie, el silencio nos aborda por largos momentos y se que el no lo romperá por lo que lo hago yo.

—¿no me ayudarás a limpiar esto? —señalo el relleno del saco y sonríe acercándose.

—Menos mal que reaccioné pronto hombre o ahora tendrías que estar planeando lo funeral —dramatiza y sonrío agradeciendo que no quiera ponerse serio al respecto. Cuando finalmente terminamos nos dirigimos a las pesas y finalmente comienza a hablar.

—Vamos a ir a un bar cerca de la ciudad, ¿vienes? —cuestiona y lo miro mientras dejo las pesas en su lugar.

—¿cómo en parejas? —sacude su cabeza y ríe.

—La única pareja que irá es la de Harnold y León —dice y ríe, —harnold intenta persuadir a su esposo a sacar su lado salvaje —ríe y niega, —la próxima vez lo atará a la cama y lo azotará con una fusta —comenta y suelta una carcajada larga que no puedo ignorar y me uno a ella.

—¿No se supone que Harnold visitaría a su madre? —cuestiono.

—allí esta, solamente será por la mañana

—¿Paula y Nora no vendrán? —niega, —¿esta pasado algo entre Harnold y Nora? —cuestiono y frunce el ceño.

—¿algo cómo que?

—No lo se, ayer cuando la invitó a su casa ella se negó de una forma extraña.

—¿extraña?

—Sí Alan, extraña, como si le ocultara algo —digo con obviedad y niega divertido.

—Estas loco —asegura.

—Vamos Alan, No puedo ser el único que se dio cuenta de que algo estaba ocultando, cuando le dijo que tenía cosas que hacer, el ni siquiera preguntó.

—No preguntó porque era algo que ya sabíamos Oliver, ella iría a su universidad... —se detiene abruptamente y entiendo, ella no estaba ocultando cosas a su mejor amigo, o a los otros chicos que nos acompañaban, ella, su mejor amigo, mi primo, todos estaban ocultando me cosas a mi.

Obteniendo mi victoria.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora