Viernes, 9 de abril. Lo único que alegraba a Gerard era que al fin era viernes.
Hizo su rutina matutina diaria, y recibió un abrazo de Donna, otro de Donald, y uno de Mike que casi lo tira al suelo.
Ese día no tenía un especial entusiasmo, condujo hasta la escuela lentamente, aún el sueño no se había retirado del todo. Tenía los ojos entrecerrados, y en su expresión no se notaba ni un ápice de emoción. Bajó del auto y caminó junto a su hermano, el cual se había afianzado bastante al grupo, hasta donde estaban. Saludó con un gesto de cabeza, y todos lo miraron sonrientes. Frank fue el primero en actuar.
-¡Feliz cumpleaños, Gee! -casi chilló, sonriendo ampliamente y se lanzó sobre Gerard, abrazándolo con fuerza y llenando su rostro de besos. Esto lo hizo sonreír también. Gerard odiaba su cumpleaños, y mas ahora con la situación en la que se encontraba, pero Frank podía hacerlo sonreír en cualquier momento. Con su hermosa sonrisa, su entusiasmo de niño y sus ojitos brillantes. ¿Quién podría resistirse a él?
Luego, el resto del grupo pasó a saludarlo, y el timbre de entrada a las aulas los obligó a ir a las mismas.
-¡Feliz cumpleaños, pedazo de mierda!
-¡Muchas gracias, hijo de puta! -Gerard rió al oír la voz de Matt al otro lado del teléfono.
-No es nada. -pudo oír como su amigo reía también.- ¿Cómo estás? ¿Cómo la pasaste? Perdón por no llamar antes, es que estuve ocupado y...
-Cállate, basta. -volvió a reír, amaba interrumpirlo.- Estoy bien, supongo. Algo cansado. Los chicos van a venir a casa dentro de una hora, y saldremos a tomar unos tragos. Dieciocho años no se cumplen todos los días.
-No sabes como me alegra oírlo. Y...¿cómo lo llevas con lo de Linds? ¿Y Frank?
-Hablé con Lindsey hace un rato, se la oía cansada, no sé. Frank vendrá también, solo espero no emborracharme y hacer alguna estupidez. Pero no puedo suprimir el alcohol el día de hoy. -sonrió como idiota. Matt y Mikey eran los únicos que sabían lo que pasaba en su cabeza con Frank.
Su amigo soltó una carcajada, y luego se hizo un breve silencio en la línea.-¿Qué hay de Bert?
-Matt, por favor. -Gerard apretó los dientes, odiaba escuchar ese nombre en los labios de su amigo, dicho de esa forma.
-Es que...-pero fue interrumpido, esta vez en serio.
-Mira, si quieres saber sobre ese pedazo de mierda, lo puedes averiguar por otro lado. A mi no me lo preguntes.
-Está bien, lo siento, ya debo irme, ¿sí? Espero que la pases genial, bebe por mí y suerte con Frank. Te quiero, bro.
-Te quiero, imbécil.
El tono de llamada cortada asaltó sus oídos. Gerard suspiró y dejó el teléfono a un lado. Odiaba hablarle mal a su amigo, pero aquél era un tema que le destrozaba los nervios.
Hace un par de años, Bert y Matt habían empezado a salir. Éste último estaba totalmente enamorado, veía a la escoria como la mejor persona del mundo. Lo admiraba, daba todo por el. Le dió todo, en el sentido total de la palabra. Y el hijo de puta lo engañó.
"Veinte veces." Aún recordaba los sollozos de Matt cuando se lo dijo. Desde entonces odiaba a Bert. No entendía como los demás podían ser 'amigos' de él, pero bueno, no podía cambiarlo.
Matt se mudó a Miami a vivir con su abuela, ya que había intentado suicidarse, y sus padres pensaron que un cambio de aire sería lo mejor.
Gerard entró a ducharse, ya que faltaba menos para que llegaran a buscarlo. Cuando terminó, para vestirse optó por unos skinny jeans negros, una remera blanca con delgadas rayas negras y su campera de cuero. En los pies simples zapatillas negras.
Su amigos llegaron en el horario pactado, las 9, y todos, incluido Mike, partieron a un bar del centro. New Jersey no era muy grande, pero tenía muy buenos bares.
-¡Por Gerard! -gritó Ray, alzando su vaso de vodka al aire.
-¡Por Gerard! -corearon todos, y el cumpleañero alzó también su vaso, riendo a carcajadas.
A eso de las 4 a.m, todos, excepto Frank y Mikey, estaban totalmente ebrios. Ellos habían bebido, pero no tanto como para perder la conciencia. Incluso Jamia estaba borracha, la habían convencido de ir, y ahora estaba sentada en el fondo del bar, en el regazo de Ray, besándose con él.
Frank sentía una mezcla de culpa y felicidad, porque había despojado a Jamia de su inocencia, pero también la había unido con quien le gustaba. Todo comenzó cuando Ray la vió en ese lindo vestido negro, que enseñaba mucho de su pálida piel, y le dijo que su nuevo corte de pelo le quedaba lindo. El alcohol hizo el resto.
Gerard miraba la escena y reía a carcajadas, ya que había estado celoso de ella, y ahora ya no tenía razones para estarlo. Después, se incorporó y camino tambaleándose hasta Frank.
-¡Frankie! -exclamó, y pasó sus brazos al rededor del cuello de éste, colgándose, lo cual era divertido, ya que Gerard era mucho mas alto.
-Gee, estás ebrio. -Frank rió, y acarició la mejilla del mayor.
-Yo estoy ebrio, pero... ¡tu estás muy lindo! -llevó sus manos su cabello, para acariciarlo, enredando sus dedos en él. Comenzó a acercarse peligrosamente a su rostro, y parecía que iba a besarlo, pero un grito de una voz familiar les hizo voltear la cabeza a ambos. Y a toda la gente del bar.
-¡Cómo están, perras! Aquí llegó su papi. -Bob estaba parado sobre una mesa, con una botella de ron en una mano y, lo que parecía ser un porro en la otra. Comenzó a bailar al compás de la música, pero el espectáculo duró poco, ya que la seguridad del lugar llegó para sacarlo, a el y a todos sus amigos.
-¡Lo siento, Gerard! ¡Feliz cumpleaños! -exclamó Bob, sacando la cabeza por la ventanilla del auto de Ray, mientras en éste se alejaban ellos dos y Jamia.
Quedaron sólo Frank y los hermanos Way, Bert no había ido, gracias a Dios. No habían llevado el auto de Gerard, ya que todos sabían que al final de la noche no podría conducirlo, y sería en vano.
Sus casas no quedaban muy lejos, así que comenzaron a caminar. Gerard estaba terriblemente ebrio, tanto, que tenían que llevarlo entre dos personas. Uno de sus brazos descansaba sobre los hombros de su hermano; el otro sobre los hombros de Frank. De a momentos no quería caminar, y debían llevarlo a la rastra. Para completarlo, gritaba, y no es una buena idea gritar en las calles desiertas de un barrio residencial de Jersey a las 5 a.m. Los vecinos amargados podían llamar a la policía, y no es bonito un arresto para terminar tu día de cumpleaños.
Llegaron primero a la casa de Frank, pero éste se compadeció de Mikey. Tenía la mitad del tamaño de su hermano mayor, y probablemente se caerían los dos en el camino. Así que los acompañó las ocho calles que separaban una casa de otra, una vez en el umbral, Gerard se dirigió a su hermanito.
-Mikes, ve subiendo tu, que yo debo decirle algo a Frankie, ¿si? -si intentó decirlo en modo de susurro, salió mal, porque si hubiera habido algún vecino despierto, probablemente lo hubiera escuchado.
El menor de los tres asintió, acomodó sus lentes y entró a la casa en silencio.
-Bueno, gracias por acompañarme, Frank. Y lamento las cuadras de más. -las palabras se le trababan y le costaba quedar de pie y derecho, se tambaleaba mucho.
-No es nada, Gee. En serio. Espero que te mejores, te va a doler la cabeza mañana.
Ambos rieron, y el ebrio abrió los brazos para comenzar un abrazo. Se abrazaron por unos cuantos segundos, y antes de separarse, Gerard acercó sus labios a la oreja de Frank.
-Te quiero. -susurró, y luego dejó un beso en su mejilla. Pero este era un beso distinto, no como los besos que se habían dado cuando estaban de broma, ni como el de feliz cumpleaños de esa mañana. Ambos se miraron a los ojos, y sonrieron.
Frank no tuvo tiempo de contestarle, porque Gerard había entrado a la casa. Llevó sus dedos a su mejilla, y suspiró profundamente, volviendo a sonreír.
-Te quiero, Gerard. -le susurró a la puerta de madera color caoba, que se había cerrado frente a él segundos antes.
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Out of order. ||Frerard||
FanfictionGerard llevaba una vida casi normal. Digo casi, porque no era como el resto de los adolescentes, para nada. Odiaba ver las cosas fuera de lugar, era pulcro, y siempre tenía todo en orden. Era un 'niño modelo' como lo llamaban algunos, aunque a él no...