Capítulo 24

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Le habían dado el alta médica a Frank cinco días después de que recuperara la conciencia.

Y luego de eso el tiempo había pasado volando.


Ahora se encontraba muriendo de nervios, intentando dormir al lado de su novio, que estaba tan nervioso como él o tal vez mas, ya que al día siguiente efectuarían la operación. Y si todo salía bien, después de unos meses de recuperación, Frank por fin estaría bien del todo. 

-Gee... -susurró, llevando sus huesudos dedos tatuados al cabello azabache de Gerard, para acariciarlo. Luego, lo abrazó con fuerza, y soltó un profundo suspiro.- Tengo miedo.

-Sabes, durante meses me obligué a fingir frente a ti que no tenía miedo, aunque ambos sabíamos que si lo tenía. Y ahora no voy a ocultarte que lo tengo, y de verdad.Tengo mucho miedo. Creo que hasta tengo más miedo que tú. Pero, no debemos preocuparnos, amor mío. Todo va a salir bien. ¿Recuerdas nuestra promesa? Siempre juntos. Y eres un campeón, sé que lo vas a lograr. -sonrió y dejó un beso en la cabeza de su novio, sintiendo un leve cosquilleo a causa del escaso cabello que la cubría. Durante el último mes no había hecho quimio, por lo que el pelo le había crecido casi un centímetro.- Te amo, Frank.

-Te amo.

Unieron sus labios en un casto beso, y luego se abrazaron para caer juntos en un sueño, no profundo, pero necesario. Les hacía falta descansar, y dormir se les hacía mas fácil si estaban en los brazos del otro. 

Luego de unas cuántas horas, Linda entró a la habitación a despertarlos para que se preparasen. Le ofreció un café a su yerno; Frank debía hacer ayuno, por lo que sólo bebió medio vaso de agua. Luego, quiso levantarse, pero su novio no se lo permitió. En lugar de eso, Gerard se levantó y tomando una mochila, puso algo de ropa limpia, libros, el cargador de ambos celulares, y obviamente auriculares. Una vez que todo estuvo listo, ayudó a su novio a vestirse, ya que quería que se cansara lo menos posible, y luego bajaron a la sala. Linda había salido a hacer los últimos trámites, así que se quedaron en el sofá del living, abrazados, intercambiando besos, caricias y muchos 'Te amo'. Esa era su manera de transmitirse calma mutuamente. El sol recién empezaba a salir, y se colaba por las delgadas cortinas de seda color marfil, tiñendo todo el ambiente de un suave color naranja. En otras circunstancias, lo habían considerado un escenario hermoso. Pero en esos momentos, estaban ahogados en nostalgia.

El viaje al hospital se hizo terriblemente largo, por no decir eterno. Linda conducía en silencio, con la mochila de su hijo, la pareja del mismo y su bolso en el asiento del copiloto.

Gerard y Frank viajaban en el asiento de atrás, con sus manos firmemente entrelazadas, en silencio pero diciéndose todo a base de largos cruces de miradas.

Una vez que llegaron, Linda y Gerard tuvieron que quedarse en la sala de espera y llevaron a Frank a la habitación en donde debería esperar conectado a un suero hasta entrar al quirófano y donde descansaría después de la operación.

Se vio obligado a quitarse sus cómodos pantalones de jogging gris, y la amplia remera de Iron Maiden, que antes había sido de Gerard, y que ahora era suya, para ponerse la típica bata blanca que te daban en los hospitales. Se acomodó en su camilla, la enfermera le conectó su suero y le avisó a su novio y a su madre que podían pasar a verlo, y que faltaba poco para que comenzara la operación. 

Estuvieron cerca de una hora hablando de trivialidades, hasta que el doctor que había acompañado y atendido a Frank durante todo su tratamiento entró por la puerta, acompañado de un par de enfermeras.

No hicieron falta palabras, Linda se abrazó con fuerza a su hijo, con los ojos llenos de lágrimas, y le dijo que podría hacerlo, que era fuerte, y que lo amaba.

Luego, fue el turno de Gerard. Despedirse de Frank fue muchísimo mas difícil de lo que había creído que sería. Se acercó a la camilla, y tomó una de sus manos, apretándola con fuerza, mientras con la otra mano acariciaba su mejilla.

-Podrás hacerlo, mi amor. Tengo fe en ello. Y cuando despiertes luego, prometo que estaré de pie junto a ti. -unas cuantas lágrimas se escaparon de sus ojos, y la mano de su novio viajó rápido hacia ellos para secarlos.

-No llores, cariño. Voy a luchar, por mamá y por ti. Voy a estar bien, tengo la certeza de ello porque tu también la tienes. -suspiró y acarició sus dedos entrelazados con los de su pareja.- Te amo, Gerard. -dijo, ahora mas serio, mirándolo a los ojos.

-Te amo, Frank. -sonrió con sinceridad, aunque no dejaba de llorar, y acercó sus labios a los del menor para darle un último beso.- Hasta pronto. Te estaré esperando.

Cuándo las enfermeras se llevaron la camilla móvil, las manos de ambos se separaron lentamente, recordando a una película dramática, cuando los amados se separaban para siempre.

Pero ésto no iba a ser así. Porque Frank iba a salir adelante.



Ya en el quirófano, le dijeron a Frank que se relajara, y le pusieron la mascarilla de oxígeno con la anestesia. 

El olor amargo-dulzón comenzó a marearlo, y empezaron a pasar por su mente todos los recuerdos de Gerard.

La primera vez que lo vio, en la escuela, que fue cuando quedó totalmente prendado de su sorprendente belleza. 

La primera vez que hablaron, el primer contacto fugaz de sus manos.

La primera vez que lo abrazó.

Cuando sus labios por fin se unieron en beso.

Cuando se confesaron su mutuo cariño.

Cuando hicieron el amor, para él su primera vez.

Cuando se confesaron que los dos se amaban.

Y todas esas veces, en las cuáles Gerard pudo haberse ido a la mierda y dejar de sufrir, y sin embargo siguió a su lado.

Las blancas luces del techo lo encandilaron, luego, fugazmente, vio aquél amado rostro, con esa dulce sonrisa plasmada en él y aquellos hermosos ojos esmeralda que lo habían cautivado desde el primer día. 

Y luego, todo se volvió negro.


Out of order. ||Frerard||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora