Fue el decimoquinto día de su largo sueño, cuando Frank por fin dejó el estado de inconsciencia.
Gerard estaba intentando dormir en el sofá, ahora algo mas cómodo porque el personal del hospital había cambiado el pequeño por uno mas grande, y fue cuando oyó que la máquina que contaba los latidos del corazón de su novio empezaba a acelerarse. Quiso gritar, pero tenía la garganta terriblemente seca, y cerrada por haber llorado tanto.
De todas maneras, no fue necesario, ya que dos enfermeras y el doctor entraron a toda velocidad a la habitación.
-¡Está consciente! -gritó una de las enfermeras, y al oírlo, Gerard sintió una felicidad y un alivio enormes inundando todo su ser.
Estabilizaron a Frank, y se retiraron de la habitación antes de que él abriera los ojos. El pelinegro corrió hasta la camilla donde su novio se encontraba, y tomó su mano tatuada, entrelazando sus dedos. Ya había preparado una pequeña botella de agua, porque recordó que la última vez había despertado con la garganta seca. Entonces, con la botella a mano, no tendría razón para moverse de su lado.
El menor abrió los ojos, quedando por unos momentos encandilado por la potente luz blanca de la habitación. Luego, sus ojos se posaron en el rostro que estaba al frente suyo. Vio esos ojos esmeralda que tanto amaba, y una sonrisa se dibujó en sus labios resecos. Apenas abrió la boca, Gerard le alcanzó el agua con una pajilla, para que bebiera un par de sorbos, y luego lo ayudó a medio sentarse en la cama, sentándose él a su lado. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, ésa vez de felicidad.
-Hola, amor mío. -susurró, y juntó sus labios con los del contrario. Sintió una descarga eléctrica de felicidad en el corazón cuando esos amados labios correspondieron al dulce beso que había iniciado. Quince días sin esa hermosa sensación habían sido una auténtica pesadilla.
-Hola, Gee. -murmuró el menor, con una leve sonrisa en el rostro. Se abrazó con fuerza al cuerpo de su novio y cerró los ojos, sintiendo su calidez. No quería preguntar cuánto tiempo había estado fuera. Tampoco quería preguntarle a Gerard como estaba, ya que su aspecto lo delataba. Si bien ante los ojos de Frank su amado seguía siendo el ser mas hermoso sobre toda la faz de la tierra, su barba crecida, sus ojeras y su palidez aún mas enfermiza que antes delataban que durante esos días había vivido un infierno. Y sabía que era su culpa. Estaba harto de ver a Gerard sufrir por su culpa, pero era demasiado egoísta y estaba demasiado enamorado como para alejarse de él.
-Te extrañé mucho, pequeño. -suspiró, dejando varios besos por el rostro de su novio, para luego terminar con uno un poco mas largo en sus labios. Se separó con cuidado y volvió a abrazarlo, había extrañado estar así con él. Escondió el rostro en su cuello, sintiendo el familiar olor de su novio, y dejó un pequeño beso en el tatuaje del escorpión.- Me alegra que despertaras. No sabes cuánto. Estuviste quince días fuera, ¿sabes?
-Oh... eso es bastante. -cuando sintió los labios del pelinegro moverse contra su cuello y sintió su cálido aliento chocar contra el mismo, hizo una mueca con sus labios y tuvo ganas de llorar. Pero no por haber estado tanto tiempo inconsciente, si no porque visualizó fácilmente a Gerard durmiendo en el sillón de la habitación en lugar de su cómoda cama. No importaba que ahora fuera un sillón grande, no era lo mismo. Además, cuando lo abrazaba sentía huesos clavarse en sus brazos. Su novio se estaba yendo a la mierda. De nuevo por su culpa.
De ser por ellos, hubieran quedado así toda la vida, pero muy a su pesar aparecieron el doctor y una enfermera, de cabello canoso, que se había hecho muy amiga de Gerard en estos días.
-Muchacho, debemos revisar bien a Frank. Ve a casa, toma un baño, cómete algo y vuelve en una hora, ¿está bien?
Gerard asintió y se acercó a Frank, lo abrazó una vez más, le dio un último beso en los labios y salió de la habitación. Se apresuró en llegar a su casa, necesitaba en serio una taza de café y hasta tal vez dormiría un poco. Ya no tenía que tener miedo.
Frank estaba bien.
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Out of order. ||Frerard||
FanficGerard llevaba una vida casi normal. Digo casi, porque no era como el resto de los adolescentes, para nada. Odiaba ver las cosas fuera de lugar, era pulcro, y siempre tenía todo en orden. Era un 'niño modelo' como lo llamaban algunos, aunque a él no...